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España, la deuda y algunos datos buenos y malos sobre nuestro país
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Alberto Artero

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España, la deuda y algunos datos buenos y malos sobre nuestro país

Por primera vez en más de 20 años, nuestro país ha reducido su endeudamiento global. Sin embargo, el análisis de los datos lleva a preocupantes conclusiones

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (Reuters)

Me ha interesado el análisis que el Servicio de Estudios de Bankia ha realizado de las cuentas financieras de nuestro país. De él se extraen múltiples curiosidades que paso a enumerarles a continuación.

Desde 1994 España no reducía el endeudamiento global de su economía. Lo ha hecho 21 años después. En efecto, en 2015 se contrajo un 1,9% respecto a 2014, para situarse en mínimos de tres años. Bueno.

Sin embargo, la deuda total sigue situada a niveles estratosféricos. En concreto, en el 302,3% del PIB (3,27 billones de euros). Debemos tres veces nuestra riqueza. Esa cifra no incluye compromisos de jubilación. Cualquiera se atreve a ponerle el cascabel a ese gato. Insostenible. Malo.

Hogares y empresas deben el 172,1% del PIB, el resto corresponde al conjunto de las administraciones públicas, 130,2%. Dato.

En cuanto las cosas nos han empezado a ir bien, la gente ha vuelto a mirar al crédito y el ‘Estado’ a moderarse en su uso. Así, la caída interanual del crédito privado es la menor en 10 años, 3,5%; el público, por su parte, solo ha crecido un 0,3%, la tasa más baja desde 2007. Y aunque un dato no hace tendencia... La deuda privada se ha reducido un 20,7% (casi 46 puntos del PIB) desde máximos, mientras que la pública se ha multiplicado por tres (cerca de 91 puntos de PIB) en ese plazo. Por algo se empieza.

Aquí lo pueden ver, gráficamente.

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La deuda de las familias ha caído en 2015 un 3,2%, hasta el 67,5% del PIB. Dato.

La deuda de las empresas ha menguado un 3,7% el ejercicio pasado, hasta el 104,6% del PIB, su nivel más bajo en casi una década. La financiación bancaria se ha reducido en 367.000 millones en seis años, pero el mercado de bonos apenas le ha tomado el relevo (+11.200 en el mismo periodo). La ausencia de fuentes alternativas de financiación para las corporaciones es una mala noticia.

Otro grafiquito más para que lo visualicen.

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Somos uno de los países con un mayor endeudamiento total del planeta.

Se trata de un problema que la mejora de la situación económica y los bajos tipos de interés, que liberan renta de particulares y empresas e impiden que los costes financieros de la Administración se disparen, han relegado a un segundo plano, pero no por ello deja de seguir siendo capital. No podemos volver a caer en el error de pensar que lo excepcional, en términos de precio del dinero, ha llegado para quedarse.

El sector privado sabe que esa factura los acreedores la terminan cobrando antes o después. Lo ha sufrido en sus carnes. De ahí que se haya apretado el cinturón. No ocurre lo mismo con la deuda pública. Si el crecimiento de la economía se vuelve a ralentizar y la demanda de fondos ajenos no consolida su moderación, sufriremos más impuestos, menos prestaciones públicas (como comentamos en relación con las pensiones hace bien poco), la presión de terceros, en caso de quita, o fenómenos de inflación disparada alentada por la acción de los bancos centrales y una vez que se ajuste la capacidad excedentaria.

Casi nada.

Y es que, cuando a la frialdad de los datos se les pone la cara y ojos de cada uno de nosotros, cómo cambia la cosa, ¿verdad?

Me ha interesado el análisis que el Servicio de Estudios de Bankia ha realizado de las cuentas financieras de nuestro país. De él se extraen múltiples curiosidades que paso a enumerarles a continuación.

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