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Cuidado, Europa, cuidado: cuando las barbas del vecino veas pelar...
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Alberto Artero

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Cuidado, Europa, cuidado: cuando las barbas del vecino veas pelar...

El Banco de Japón ya es uno de los 10 mayores accionistas de la mayoría de las cotizadas en el Nikkei 225. Un fenómeno que se puede reproducir en Europa más antes que después

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Últimamente escribo menos, cierto.

Y lo hago muy centrado en el papel que están jugando los bancos centrales en el despropósito económico y financiero actual; también es verdad.

Pero es que las aberraciones que están propiciando son de tal calibre que merecen una denuncia constante, no vaya a ser que al final nos creamos que su actuación es la correcta y sus medidas, salvadoras para el conjunto de la humanidad.

Nada más lejos de la realidad.

No solo están hundiendo al sector financiero destrozando sus márgenes, sino que están hipotecando el futuro de generaciones, al facilitar el endeudamiento público, fomentando la desigualdad con el consecuente impacto sobre el conjunto de la sociedad y manipulando hasta tal punto los mercados financieros que, cuando tengan que plegar velas, si es que finalmente lo hacen, lo de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis va a parecer un cuento para niños.

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La última, de Bloomberg, de este domingo pasado: ‘The Tokyo whale is quietly buying up huge stakes in Japan Inc.’. Escrito así, en inglés ‘castizo’, puede que el críptico titular no les diga nada. Pero lleva mar de fondo. Vaya si lo lleva.

En efecto: la ballena (‘whale’) que se está haciendo con el mercado de acciones nipón no es otro que su banco central. Hasta el punto de que, a través de sus compras masivas de ETF -Exchange Traded Funds o fondos cotizados-, se ha convertido en uno de los 10 principales accionistas de 200 de las 225 del Nikkei, por encima de gigantes que se dedican profesionalmente a esto, como BlackRock o Vanguard ('vid supra').

Casi nada. Eso sí, en los ‘filings’ regulatorios, ni una sola mención a su presencia.

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Lo relevante no es el volumen, que también, sino la forma en que se ha hecho con el mismo.

Bajo la excusa de aumentar la confianza de los inversores en el mercado, se ha lanzado a adquirir indiscriminadamente este vehículo sin tener en cuenta factores críticos como la valoración o la viabilidad de las empresas que integran el índice subyacente. Malos y buenos gestores, empresas caras o baratas, sociedades más o menos transparentes se benefician por igual, impidiendo el adecuado arbitraje de las bolsas entre ellas.

Un disparate que, aparentemente, va a ir a más si se cumplen los pronósticos de casas como Goldman Sachs, que auguran para esta semana una ampliación del importe anual de ETF susceptible de ser comprado por el BoJ, de 24.400 millones de euros al cambio actual a 57.000, más del doble. De ser así, el supervisor japonés pasaría a ser el accionista de referencia de 40 firmas del Nikkei 225 a finales de 2017.

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Algunos todavía lo verán como normal.

Pues si el responsable de la política de tipo de cambio y monetaria de un país pasa a ser también el dueño de sus principales corporaciones (por más que su peso en relación con el conjunto del mercado sea aún limitado, el 1,6%), pinta tiene de que sus decisiones no van a ir tan orientadas al bien común como a la satisfacción de sus propios intereses, ¿no creen?

Lo curioso es que Europa sigue el mismo camino.

Miren lo que ha pasado con el mercado de deuda corporativa de la eurozona desde que Draghi anunció que intervendría alegremente en ese submundo. El repunte en las emisiones es significativo. Se podrá hacer hasta con el 70% de cada una de ellas, en origen o mediante compras en mercado, siempre que el 'rating' sea, al menos, BBB- y sin límite de plazo, de seis meses a 30 años. Tirar a balón parado, se llama eso. De ahí que hayan vuelto a verse colocaciones a mansalva. A unas malas, ya vendrá el primo de Zumosol a echar una mano. Vaya.

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No solo eso. Si se fijan en este otro 'chart', al ritmo actual de compras de deuda soberana, el BCE se verá abocado a aumentar por segunda vez (ya lo hizo una, del 25% al 33%) el límite de adquisición de deuda pública de los estados miembros. Más madera, es la guerra. No sé cómo se llama este tío Paco, pero que antes o después vendrá con la rebaja en forma de impuestos o recortes del Estado del bienestar, no les quepa la menor duda. Y que el siguiente objeto de deseo del italiano serán las bolsas, tampoco.

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Y aquí paz y después gloria…

¿Seguro?

Ahora ya entienden un poquito más por qué les doy tanto la matraca con este tema. El agorero oficial vuelve por sus fueros.

Últimamente escribo menos, cierto.

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