Es noticia
Elogio a un abuelo: homenaje a Antonio Mompó
  1. Mercados
  2. Valor Añadido
Alberto Artero

Valor Añadido

Por

Elogio a un abuelo: homenaje a Antonio Mompó

Ojalá un día puedan decir de nosotros lo que mi hijo de 15 años, Nacho, escribió a su abuelo el día de su funeral

Foto:

*Mi suegro, Antonio Mompó, el camisero de 'El Gato al Agua', falleció el pasado 20 de mayo rodeado de sus hijos y con la mirada puesta en la vida eterna, donde seguro descansa junto al Padre. En el multitudinario funeral que tuvo lugar el pasado martes, mi hijo de 15 años, Nacho, se despachó con el siguiente homenaje a su figura, que no me resisto a compartir con ustedes. Ojalá cuando nos llegue la hora, puedan nuestros descendientes decir de nosotros lo mismo.

En la vida, conoces a muchas personas. Y solo a través del tiempo que pasas a su lado, las puedes conocer de verdad, apariencias aparte. Pues bien, al irlas descubriendo te das cuenta de que todas son diferentes, pero que podrían encuadrarse en tres grandes grupos:

Primero están las que, tristemente, viven su vida casi sin vivirla. O más bien, la vida les vive a ellas.

En segundo lugar, se hallan aquellas que viven su vida de la manera que ellos quieren y son medianamente felices, pero no se atreven a dar el paso que les haga ser recordadas por los demás como un gran hombre o una gran mujer.

Y, por último, existe un pequeño y selecto grupo de personas que te marcan. Esa gente que ya sea por su forma de ser, por su actitud hacia la vida, por su trato hacia los demás, deja una huella imborrable en tu vida. Mi abuelo es, sin ninguna duda, un miembro de ese selecto club.

De hecho, poca idea tienes de por dónde empezar cuando hablas de una persona de la categoría de Antonio Mompó.

Mompó fue un ABUELAZO, con mayúsculas. Comprometido con nosotros, sus nietos, como pocos lo han estado. Seguramente hayáis oído alguna vez el dicho que afirma: “Los padres están para educar y los abuelos para maleducar”. Pues el abu Mompó era y es la excepción que confirma la regla. Y digo esto porque él nos ha enseñado una lección a todos los que éramos conscientes de su situación, y es que NUNCA nos podemos rendir; no importa cuáles sean las circunstancias, tus capacidades o lo grave de tus problemas, porque SIEMPRE hay un hueco para la esperanza, y una razón para no tirar la toalla.

No lo olvidaré nunca.

El abuelo fue una 'edición limitada', una persona única en su especie…

Luchador, incombustible, defensor de lo suyo y de los suyos, profesional cercano, honesto, divertido, juguetón y, a veces, incluso pícaro.

Así describo al que aún hoy es mi ídolo. Porque, pese a que ya no esté en carne y hueso con nosotros, yo le noto cerca… ¡muuuuuuy cerca!

Llámalo capricho del destino (yo prefiero decir Providencia) el que Dios se haya fijado en esta pequeña familia para regalarnos el don de su enfermedad. Y SÍ, el DON y NO CASTIGO; porque mientras Mompó estaba enfermo todos teníamos una oportunidad clarísima o, más bien, una obligación: sacar lo mejor de nosotros mismos a imitación del abuelo, todo corazón aun en esas circunstancias. Yo creo que hemos superado la prueba con creces, y tú, Mompó, ya puedes presumir en el cielo de tu legado, que es este familión unido como una piña, y que gracias a ti está formado por mejores personas.

Hay veces que el sembrador no llega a ver la cosecha que ha sembrado. Eso te ha pasado a ti, Mompó. Pero seguro que desde el cielo estás alucinando. Diste amor y hoy recibes amor... ¡mira cuánta gente nos acompaña!

Finalmente, quiero darte las gracias, Mompó. Gracias por la abu Pi, por mamá, por los tíos. Gracias por ser un modelo a seguir. Gracias por lo que nos has enseñado estos últimos meses. Gracias por tantos momentos juntos. Gracias por habernos querido a todos como somos. ¡Gracias por haber sido nuestro abuelo!

Ayúdanos a ser lo que tú fuiste algún día.

Te quisieron, te quieren y te querrán siempre, tus nietos...

Javi, Borja, Alejandro, María, Charlie, Pablo, Álvaro, Ana, Gonzalo, Pablo y Nacho.

*Mi suegro, Antonio Mompó, el camisero de 'El Gato al Agua', falleció el pasado 20 de mayo rodeado de sus hijos y con la mirada puesta en la vida eterna, donde seguro descansa junto al Padre. En el multitudinario funeral que tuvo lugar el pasado martes, mi hijo de 15 años, Nacho, se despachó con el siguiente homenaje a su figura, que no me resisto a compartir con ustedes. Ojalá cuando nos llegue la hora, puedan nuestros descendientes decir de nosotros lo mismo.