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El 'cenizo' oficial de la prensa inglesa da su veredicto: adiós UE, hola Brexit
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Alberto Artero

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El 'cenizo' oficial de la prensa inglesa da su veredicto: adiós UE, hola Brexit

El diagnóstico que realiza del estado actual del proyecto comunitario es de un realismo demoledor y debiera ser impreso y circulado entre los prebostes regionales y nacionales

Foto: Un empleado, en la sede de un grupo a favor del Brexit, Leave.eu, en Londres. (Reuters)
Un empleado, en la sede de un grupo a favor del Brexit, Leave.eu, en Londres. (Reuters)

Han sido muchas las voces que se han alzado en los últimos días a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

Me van a permitir que les destaque una en particular: la de Ambrose Evans-Pritchard, el cenizo oficial de la prensa inglesa, autor en el que un servidor encontraba consuelo cuando era acusado de pesimismo en esta España nuestra.

Imagínense.

Lo pongo de manera diferenciada encima de la mesa de esta columna por el peso específico que su opinión tiene sobre la comunidad financiera de la City y, sobre todo, por lo sorprendente, por inesperada al menos para mi, de su decisión, que anunció en 'The Telegraph' el pasado lunes:

"With sadness and tortured by doubts, I will cast my vote as an ordinary citizen for withdrawal from the European Union", esto es: "Torturado por las dudas y con enorme tristeza, anuncio que depositaré mi voto a favor del Brexit".

A AEP, como se le conoce habitualmente, no se le escapan las consecuencias que a corto plazo tendría para su territorio la ruptura con los socios comunitarios ("let there be no illusion about the trauma of it" es su siguiente frase, que desarrolla en la parte final del 'post'). Sin embargo, hace suyos los argumentos del mal menor y de las ventajas de una retirada a tiempo, toda vez que, en su opinión, y tal como McCoy ha señalado también tantas veces -la última de ellas el día 9 de este mes- la UE es un proyecto fallido con pocos visos de reconducción.

Y más que lo va a ser.

El último que apague la luz.

El diagnóstico que realiza del estado actual del proyecto comunitario es de un realismo demoledor y debiera ser impreso y circulado entre los prebostes regionales y nacionales para ver si, de una vez por todas, comprenden la situación real en la que se encuentra el mismo y toman alguna medida correctora que no encuentre su origen en la perentoriedad de las sucesivas crisis de identidad o financieras de los Estados miembros.

Primero se despacha con el modo en que se gobierna Europa ("por un Consejo que no es elegido por los ciudadanos y que se comporta más como los curas en el siglo XIII que como una Administración moderna"), sigue con el deprimente estatus actual de la integración económica ("seis años después del inicio de la crisis, no hay señal alguna de una posible unión fiscal, y la unión bancaria tiene el enemigo en casa, Alemania"), cuestiona su legitimidad popular ("la UE, inútil para presentar algo atractivo a nivel supranacional, chupa carisma local y no lo reemplaza sino que lo destruye: así es como mueren las democracias"), censura la falta de realismo de sus dirigentes ("incapaces de comprender que la ciudadanía no comparte su euroentusiasmo") y critica su falta de reacción en la llamada Gran Recesión ("que ha conducido a la deflación y la histéresis -sobre la que escribimos también hace bien poco- lo que provocará, si nada lo remedia, otra década perdida"), entre otras muchas perlas.

Un repasito en toda regla.

Puede que la unión monetaria se termine rompiendo, de crisis en crisis hasta su desintegración total, o puede que su declive sea paulatino. Puede que el origen de todo se encuentre en el Tratado de Lisboa, aprobado en 2007 como una suerte de Constitución que ya había sido rechazada por algunas naciones emblemáticas en 2004, o en la entrada de 13 nuevos países desde 2004, especialmente de Europa del Este, lo que dificulta avanzar hacia la unión política.

Para AEP da igual el origen y el desenlace del problema.

La realidad es la que es. esa "sensación de equilibrio inestable, de fricción permanente, como caminar con una piedra en el zapato" de Reino Unido -y de muchos otros Estados miembros- no tiene sentido, ya que separa y no une. Y lo hará aún más en el futuro.

Debe concluir, por tanto, antes de que sea demasiado tarde.

Él da el primer paso.

Y su peso específico no es, ni mucho menos, desdeñable.

Han sido muchas las voces que se han alzado en los últimos días a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

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