Es noticia
La manía de no usar cinturón
  1. Motor
  2. Automaníacos
Carlos Cancela

Automaníacos

Por
Carlos Cancela
Víctor García

La manía de no usar cinturón

Puedo entender que se superen los límites de velocidad en un momento determinado, como también entiendo que se conteste una llamada de móvil mientras estamos sentados al

Puedo entender que se superen los límites de velocidad en un momento determinado, como también entiendo que se conteste una llamada de móvil mientras estamos sentados al volante. En cualquier caso, es algo que está prohibido y que nos puede acarrear una sanción. Pero lo que no puedo entender es la manía o dejadez de no ponerse el cinturón de seguridad. Un gesto cotidiano que nos puede salvar la vida.

La Dirección General de Tráfico hace de vez en cuando campañas para controlar la utilización de dicho elemento de seguridad tan importante. Y aún así son muchos los ocupantes de un vehículo que son sancionados por no llevarlo abrochado.

Pero lo más grave es la situación de los niños. Según los datos de siniestralidad de la DGT, tres de cada cuatro niños heridos en un accidente de tráfico no llevaban puesto en el momento del siniestro el cinturón de seguridad o el mecanismo adecuado a su edad, la silla o el alzador, según su peso.

Cuando cada mañana voy al colegio a llevar a mi hija, cada día veo más gente que lleva a sus hijos en el coche con el cinturón de seguridad abrochado, pero aún son muchos los padres que los llevan sueltos por el asiento trasero o en el delantero sin cinturón. Incluso, cuando llega el verano, algunos niños van de pie en el asiento y sacando la cabeza por el techo abierto del vehículo. Supongo que toda esa gente no ha visto nunca los vídeos realizados en los ‘crash-test’ con muñecos en los que un ‘dummy’ sale despedido hacia delante y rompe el cristal delantero con su cabeza. 

Convencer a un niño de que se ponga el cinturón es fácil. Pero no se trata de eso, se trata de que desde bebé esté acostumbrado a llevarlo y, si nosotros también  nos lo ponemos, lo verá como un gesto natural y no una obligación. Quizá ahí esté la clave. Pero, si no lo hemos hecho nunca, quizá es más fácil aquello de: “que no quieres ponértelo, pues no te lo pongas” o  el “haz lo que quieras”… 

El grave error de muchos padres es creer que no pasa nada porque vamos a hacer un recorrido corto y sin peligro. Pero eso no es así, porque circulando a 50 km/h, un choque frontal convertirá al pequeño en un proyectil que saldrá disparado por el cristal delantero. Tampoco vale el llevar al bebé entre los brazos de un adulto. Nadie, por fuerte que sea, podrá aguantar la fuerza que cogerá ese niño en el caso de un choque. Aunque no lo crean, son leyes físicas y siempre se cumplen.

Puedo entender que se superen los límites de velocidad en un momento determinado, como también entiendo que se conteste una llamada de móvil mientras estamos sentados al volante. En cualquier caso, es algo que está prohibido y que nos puede acarrear una sanción. Pero lo que no puedo entender es la manía o dejadez de no ponerse el cinturón de seguridad. Un gesto cotidiano que nos puede salvar la vida.