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Carlos Cancela

Por una conducción más eficiente

El consumo de combustible sigue bajando en los últimos meses como consecuencia de la crisis, que hace que las familias convencionales puedan invertir cada día menos

El consumo de combustible sigue bajando en los últimos meses como consecuencia de la crisis, que hace que las familias convencionales puedan invertir cada día menos dinero en gasolina.

Los conductores en general circulan un poco más tranquilos. Ahora  por carretera ya no es tan fácil ver automóviles muy rápidos que nos pasan como si de una carrera se tratara. Y de hecho, en las autopistas se ven ahora muchos coches circulando a 100 ó 110 km/h con la única intención de reducir su consumo.

Pero pese a todo ello es mucho lo que hay que hacer a favor de una conducción eficiente. Recientemente el Comisariado Europeo del Automóvil, CEA, ha puesto en marcha unos cursos en colaboración con Prevensis y con la Comunidad de Madrid para enseñar a los ciudadanos a realizar una conducción ahorradora. Y los resultados han sido espectaculares. Después de realizar el curso los participantes han reducido en un 15% su consumo con el mismo vehículo y en las mismas circunstancias de tráfico. En los dos últimos años han realizado este curso de conducción eficiente más de 2.500 personas y las previsiones para este año es hacer otros 3.000 cursos.

Hoy en día todos los fabricantes de automóviles trabajan en el desarrollo de nuevas técnicas que reduzcan los consumos, pero por encima de todo está el que cada uno intente hacer una conducción lo más eficiente posible. En la actualidad son mayoría los coches diesel en las carreteras y ciudades españolas. Y los motores diesel permiten una conducción bastante más suave que los de gasolina, rodando a pocas vueltas de giro del motor, pero sin renunciar por ello a circular con una cierta agilidad. Lo ideal es llevar el motor entre 1.500 y 2.000 vueltas cuando es posible, mientras que en un gasolina el margen es entre 2.000 y 2.500 revoluciones.

Si se circula un poco pendiente del tráfico, de los semáforos y demás, se puede incluso superar esa cifra de mejoría del 15%. Hace unos años hice una prueba de consumo con un equipo de medición muy preciso en el tráfico urbano de Berlín y de la zona periférica de la ciudad y con algunos consejos del ingeniero que viajaba conmigo logré bajar un 23% el consumo y sin hacer nada especialmente raro. El coche era un Smart de 4 puertas. En esa ocasión la conducción fue un poco extrema, bajando el número de vueltas de giro del motor hasta el mínimo, apurando las marchas, y haciendo una conducción que en ocasiones llegó a molestar a las personas que circulaban por la misma vía.

Aunque parezca mentira, con un motor turbodiésel de los modernos con common-rail se puede rodar en ciudad a 50 km/h en quinta velocidad, y el consumo si no se pisa más que lo necesario el acelerador será ridículo. Pero sin llegar a estos extremos ultra eficientes, para los que hay que ir muy pendiente por todo el recorrido, con el mero hecho de tener cuidado de no pisar de más el acelerador y de no acelerar de más en el momento de ponerse el semáforo verde, podemos ahorrar un 10% del consumo.

Y ojo, esto no significa ir despacio. La diferencia entre ir por una calle de tres carriles a 50 km/h, el límite legal, en tercera o en cuarta o en quinta, o incluso en sexta en algunos vehículos, es ahorrar entre un 10 y un 15% e incluso más. Otra cosa muy distinta son esas pruebas que en ocasiones hacen las marcas de automóviles en las que se busca reducir los consumos de forma drástica. En esos casos se rueda al mínimo de vueltas necesario para evitar que se cale el motor.

Si a una conducción muy eficiente le añadimos un coche que sea poco consumidor, le sumamos unas ruedas de bajo coeficiente de rozamiento, le cerramos las ventanillas y le ajustamos el sistema de climatización en una temperatura razonable, tendremos un ejemplo de eficiencia y la posibilidad de reducir más de un 25% el consumo con respecto a otro usuario con un coche equivalente pero sin todos estos cuidados. O lo que es lo mismo, con el carburante de cuatro días usaremos el coche los cinco días laborables de la semana. Creo que merece la pena intentarlo.

El consumo de combustible sigue bajando en los últimos meses como consecuencia de la crisis, que hace que las familias convencionales puedan invertir cada día menos dinero en gasolina.

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