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Señales de obras

En estos días de verano, se supone que con mucha gente fuera de sus lugares de origen disfrutando de unas merecidas vacaciones, proliferan las obras en

En estos días de verano, se supone que con mucha gente fuera de sus lugares de origen disfrutando de unas merecidas vacaciones, proliferan las obras en las carreteras y calles de nuestras ciudades. Esto, que puede provocar atascos y situaciones de peligro en algunos casos, crea también una grave situación de indefensión para los conductores.

Y les pongo un caso concreto. Imaginen que ustedes circulan por una carretera de segundo orden con una velocidad limitada a 90 km/h y que llegan a una zona en la que hay una señal de obras de color amarillo en la que se impone un límite de velocidad de 40 km/h.

La ley le obliga a reducir la velocidad hasta ese valor límite, hasta que aparezca una señal de fin de dicha limitación. Esta última es inexistente en el 99% de los casos. Si usted cumple con la señal al menos durante un kilómetro, todos los conductores que circulan por detrás empezarán a ponerse nerviosos e intentarán pasarle como sea. Unos lo harán porque saben que las obras se acabaron hace meses y otros porque pasan de los límites aunque haya obras.

Los encargados de las obras no son conscientes de que poner las señales bien, informar a los conductores de la situación de peligro creada por la existencia de obras con adelanto, es una cuestión de seguridad también para sus operarios. Por eso se ve a los trabajadores en mitad de la carretera sólo tres o cuatro metros después de la señal, como si el conductor fuera capaz de detener el vehículo de manera inmediata.

Pero hay otro problema más importante, el de los límites de velocidad y la posible sanción. Les he hablado varias veces en esta columna sobre las multas de velocidad porque es uno de los temas que más preocupa a todos los conductores. Les he hablado de situaciones concretas y varios lectores han comentado que lo que más les preocupa es esa señal de 30 km/h, muchas veces de obras, detrás de la cual puede haber un radar.

Dos son los organismos que se ven implicados en estos temas que son el ministerio de Fomento como encargado de las carreteras y el ministerio de Interior, con la Dirección General de Tráfico. La coordinación entre ambos desde siempre es muy limitada.

Hace años tuve acceso a una persona que había sido sancionada por circular más deprisa de lo que indicaba una señal de obras situada en la carretera N-II a la altura de Torija. Las obras habían terminado hacía meses, pero la señal seguía ahí.

El sancionado, después de muchas presiones, consiguió tener acceso al agente que le había impuesto la multa y su respuesta fue que después de meses de intentar que la Dirección General de Carreteras quitara una señal de obras en un tramo en el que no había obras, sus superiores les habían obligado a sancionar a los que superaran dicha velocidad límite.

Está claro que las normas hay que cumplirlas, y si hay un límite de 50km/h porque hay un colegio, pues bien. Lo que a mí me gustaría es poder conocer al responsable de carreteras encargado de la señalización de las mismas. Saber los criterios que se imponen desde allí para poner los límites en las carreteras. Y sobre todo, poder protestar, o reclamar, o como se quiera llamar, cuando uno no está de acuerdo con dichas limitaciones.

Y lo mismo ocurre en las ciudades. Por qué, cuando la velocidad en ciudad está limitada a 50 km/h, nos encontramos una calle de dos carriles en cada sentido, casi sin tráfico, con una muy buena visibilidad, en la que el ayuntamiento de turno (esta vez el de Madrid) ha decidido poner un 40 km/h. Lo mejor es que varias veces he visto un radar puesto para los más rápidos.

Y lo peor es que en ese mismo tramo circulan los autobuses de línea de la EMT y si el conductor cumple esa normativa de 40 km/h verá cómo el autobus, y también el resto de los vehículos, le pasarán materialmente por encima.

Hasta ahora, Alemania era el paraíso para los conductores por esas autopistas sin límites genéricos de velocidad, pero pronto se va a sumar al país germano otro país, Italia. La semana pasada el gobierno italiano ha puesto en marcha una nueva ley por la que aumenta los límites de velocidad hasta 150 km/h en las autopistas. Además, no se perderán puntos hasta que no se superen los 180 km/h, aunque sí habrá la correspondiente sanción económica entre los 151 y los 180 km/h. Lo mismo que nuestros 121 km/h, que tal y como están las arcas públicas pronto se quedarán en 100 o en menos.  

En estos días de verano, se supone que con mucha gente fuera de sus lugares de origen disfrutando de unas merecidas vacaciones, proliferan las obras en las carreteras y calles de nuestras ciudades. Esto, que puede provocar atascos y situaciones de peligro en algunos casos, crea también una grave situación de indefensión para los conductores.