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Durante años los fabricantes de automóviles han puesto en marcha alianzas, acuerdos de colaboración y demás con el objetivo de sanear sus cuentas, reducir costes y

Durante años los fabricantes de automóviles han puesto en marcha alianzas, acuerdos de colaboración y demás con el objetivo de sanear sus cuentas, reducir costes y conseguir mejorar sus ventas. Unos han ido mejor y otros peor.

Actualmente hay muchos acuerdos que están dando sus frutos. Mitsubishi ya fabrica para el grupo PSA dos modelos, el eléctrico i-MIEV y el derivado del todocamino Outlander, al que pronto se sumarán las variantes del ASX, el todocamino compacto.

De la misma forma los acuerdos entre PSA y BMW para el desarrollo y producción de motores o los que el grupo Fiat mantiene con Suzuki tras el fracaso en los acuerdos entre la compañía nipona  y el todopoderoso grupo alemán Volkswagen.

Sin embargo, el último foco de atención en torno a los acuerdos entre grandes empresas del sector del automóvil pasa por el grupo Daimler y la alianza Renault Nissan.

Durante años, los fabricantes generalistas se han obcecado en tratar de hacer modelos para competir con los fabricantes de lujo, y básicamente con Mercedes, Audi o BMW. Lo han hecho y han pagado su error con unas cuantiosas pérdidas que se han llevado parte de los beneficios de su negocio fundamental, vender coches normales y asequibles.  

Modelos como el Renault Safrane, el Peugeot 607 o el Ford Scorpio, fueron claros ejemplos de este error generalizado. Como lo han sido más recientemente los Renault Vel Satis o  Citroën C6. Incluso la marca Volkswagen cayó en ese error con el Phaeton, una idea de Ferdinand Piech de un modelo que se sitúa en lo más alto de la gama del fabricante y que compite  con el Audi A8.

Renault ha encontrado un nuevo camino para solucionar este problema y es contar con la ayuda de Mercedes para desarrollar su nuevo coche grande y lujoso para competir, precisamente, contra la propia Mercedes, o Audi o BMW.

Los acuerdos entre Renault y Daimler van a  llevar al desarrollo de varios proyectos como la nueva generación del Smart, que compartirá su plataforma con el nuevo Twingo de Renault, o el nuevo Renault grande que tendrá su base en una plataforma de Mercedes. De la misma forma, también para Nissan supondrá una ayuda de cara al desarrollo de nuevos modelos, y de momento un futuro modelo de Infiniti, la marca de lujo de Nissan, podría contar con la plataforma de Mercedes.

En este sentido también se enmarca la fusión del grupo norteamericano Chrysler en el entramado de Fiat. Este empieza a dar sus primeros pasos y parecen ser bastante firmes. El primer ejemplo es el Dodge Dart, un coche completamente nuevo pero basado en la plataforma del Alfa Romeo Giulietta que se presentó en el pasado Salón de Detroit.

Este modelo tiene que romper no solo con una nueva forma de producir coches, sino con la forma de ser de los conductores americanos, acostumbrados durante años a coches grandes y con potentes motores que ahora empiezan a ver con buenos ojos coches más pequeños, con motores menos potentes y mucho más eficientes. Incluso coches de gasóleo.

La necesidad de reducir los costes de desarrollo y de producción de nuevos modelos han hecho que los grandes grupos industriales del sector del automóvil se pongan a desarrollar acuerdos con el objetivo de abaratar costes. Los compradores de coches sin duda agradecerán estos acuerdos. 

Durante años los fabricantes de automóviles han puesto en marcha alianzas, acuerdos de colaboración y demás con el objetivo de sanear sus cuentas, reducir costes y conseguir mejorar sus ventas. Unos han ido mejor y otros peor.