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El cuento de la Reforma de la Ley de Seguridad Vial
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

El cuento de la Reforma de la Ley de Seguridad Vial

Hace ya unos cuantos meses que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, comparecía tras el Consejo de Ministros junto a la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya

Hace ya unos cuantos meses que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, comparecía tras el Consejo de Ministros junto a la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para anunciar la aprobación del Anteproyecto de Reforma de la Ley de Seguridad Vial. Y desde entonces el recorrido de este proyecto es realmente penoso, primero la citada aprobación, luego los cambios introducidos por el Congreso y ahora ha pasado ya al Senado para su ratificación.

Cuando el ministro apareció ante los medios contó una serie de cosas llamativas. La primera de todas y la principal falta de precisión sobre los famosos 130 km/h. Y hacía hincapié en algo que es falso. No se va a subir la velocidad a esos 130 km/h, sino que en algún momento, en un tramo concreto, siempre que haya dos paneles de control, se podrá subir a ese valor puntualmente. Pero el límite en las carreteras españolas, después de su aprobación, será el de 120 km/h.

Vamos, es el mismo caso que si se dice que a partir de ahora se podrá rebasar, en algunos casos, un semáforo en rojo. Eso es cierto, porque cuando hay un atasco, un agente puede hacer que los coches pasen el semáforo en rojo para aligerar el tráfico, pero de ahí a decir que se va a permitir pasar un semáforo en rojo… Pues con los 130 km/h va a ser igual.

Yo cuando pase, si alguna vez lo llego a ver con mis ojos, bajo un panel que me autorice ir a 130 km/h no voy a aumentar mi velocidad, porque si por un casual está el helicóptero con el radar Pegasus por allí, ¿cómo se va a enterar el agente del helicóptero de que en ese momento ha cambiado la velocidad legal? Y lo peor, que si llega la multa y uno recurre porque está en su derecho, la respuesta al recurso será “el agente se ratifica” o “el cinemómetro tiene la homologación correspondiente”.

Yo les aconsejo, por ello, que nunca superen los 120 km/h. Ni siquiera circulen a 125 km/h, porque aunque el margen de error legal permita en una zona de 120 km/h ir a 125, la Guardia Civil ya no siempre aplica ese margen de error legal.

Pero el ministro habló de más cosas importantes, al menos para él: la primera era duplicar la sanción económica, hasta 1.000 euros, a los conductores que dieran positivo en alcohol. Esa propuesta ha sido muy bien acogida por los usuarios de la carretera y según un estudio de una asociación de conductores, el 80% de los encuestados se mostró a favor de esta medida. Pues el Congreso ha cambiado este apartado del proyecto y solo se duplicará la sanción por positivo en alcohol a los que superen el doble de la tasa legal, es decir más de 0,5 g/l, cuando el valor máximo permitido es de 0,25 g/l.

La otra medida estrella es la obligatoriedad del casco para los menores de 18 años en ciudad. Yo no monto en bicicleta, pero me parece muy bueno y muy respetable que se use cada día más este medio de transporte en ciudad. Pero no entiendo que si está demostrado que un casco protege y evita muchas lesiones graves, por qué no se hace obligatorio. También en este caso el ministro ha quedado un poco mal, porque después de anunciar el tope de los 18 años para la obligatoriedad del casco, ahora ha llegado el Congreso y se lo ha cambiado a 16 años.

Eso fue de lo que habló el ministro y de lo que se sigue hablando, pero en realidad la reforma es profunda y tiene muchos más cambios… pero todos a peor para los conductores. No se dice nunca que la velocidad en todos los tramos de carretera no desdoblados pasa de 100 a 90 km/h. Y tampoco se habla de la más que previsible limitación a 30 e incluso a 20 km/h en la mayor parte de las calles de todas las ciudades españolas.

También hay un aspecto muy importante de pérdida de garantías para los conductores en un país que es, en otros muchos casos, garantista en extremo. En este sentido, desde la asociación de defensa de los conductores Automovilistas Europeos Asociados, AEA, se advierte de la nueva redacción dada al Art. 76 de la Ley de Seguridad Vial, relativo a la notificación de las denuncias.

En él se añade una nueva causa legal para justificar que la notificación de la denuncia se realice en un momento posterior a la comisión de la infracción (vamos, que no se pare al conductor infractor) cuando el agente denunciante se encuentre realizando labores de regulación del tráfico y carezca de medios para proceder al seguimiento del vehículo”.

Para AEA resulta sorprendente la aprobación “exprés” de este artículo, que es copia literal del Art. 99 d) de la Ordenanza de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, declarado nulo por una sentencia de 8/3/12 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y que está pendiente de pronunciamiento judicial por parte del Tribunal Supremo.

“Y esta modificación de la ley –señala el presidente de AEA, Mario Arnaldo- no tiene nada que ver con la seguridad vial sino con la facilidad de recaudar más multas mediante la imposición indiscriminada de sanciones sin ninguna garantía y con la posibilidad de que el Ayuntamiento de Madrid (y otros ayuntamientos) tengan que anular y devolver cientos de miles de multas impuestas ilegalmente durante años”.

Yo no soy un experto en leyes, como sí lo es Mario Arnaldo, pero si finalmente la reforma de la Ley de Seguridad Vial se aprueba así, todos los conductores sin excepción estaremos pendientes cada día de recibir en nuestra casa una sanción de tráfico. Una sanción por lo primero que se les ocurra y sin ninguna prueba. Bueno, en realidad sí hay excepciones: que uno sea Policía Municipal, Guardia Civil o juez, ministro, director general o Presidente del Gobierno o de una Comunidad Autónoma. Vivan las garantías legales, pero solo para los políticos o los policías y no para los ciudadanos normales.

Y los agentes desaparecerán del mapa, porque su único trabajo será entonces coger un cuaderno y un bolígrafo y empezarán a apuntar: “éste no ha puesto el intermitente”, “éste iba hablando por el móvil” (aunque no se tenga móvil), “éste iba manejando el navegador” (aunque el coche no tenga navegador y solo tenga una radio que de momento creo que no está prohibido manejar), “éste ha pisado una raya continua” (aunque no haya una raya continua)…

Les decía que esta Reforma de la Ley de Seguridad Vial es un cuento, pero no les he dicho el título, es el cuento de la lechera para el Gobierno, que va a llenar las arcas a costa de los conductores de coches y motos, y para los alcaldes, que van a tapar en solo unos meses los pufos económicos que llevan años generando con sus errores o en algunos casos con lo que hay en los bolsillos de sus amigos.

Hace ya unos cuantos meses que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, comparecía tras el Consejo de Ministros junto a la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para anunciar la aprobación del Anteproyecto de Reforma de la Ley de Seguridad Vial. Y desde entonces el recorrido de este proyecto es realmente penoso, primero la citada aprobación, luego los cambios introducidos por el Congreso y ahora ha pasado ya al Senado para su ratificación.