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Carlos Cancela

Llamadas a revisión, el problema o la solución

En las últimas semanas nuevamente se vuelve a hablar a diario de las llamadas a revisión de los automóviles. Y es que la semana pasada General

En las últimas semanas nuevamente se vuelve a hablar a diario de las llamadas a revisión de los automóviles. Y es que la semana pasada General Motors llamó a revisión a otros 2,4 millones de vehículos tras hacer lo propio hace un par de meses con otros 2,6 millones de vehículos. Y no eran los primeros. Hace solo unos días Ford también ha llamado a revisión a más de 1,5 millones de vehículos, básicamente en Estados Unidos.

Entre 2009 y 2010 fueron llamados a revisión más de 10 millones de vehículos de la marca Toyota y de su marca de lujo Lexus por un problema con el cable del acelerador que afectó principalmente a modelos americanos. Y hace dos años una nueva llamada afectó a otros 7,4 millones de unidades de la marca japonesa por un problema en los elevalunas.

Las de ahora, las de General Motors, son más graves porque afectan a un problema en el sistema de ignición y por ello plantea problemas de seguridad. La propia General Motors reveló ante un tribunal estadounidense que se enfrenta a 79 demandas individuales y 20 demandas colectivas por un defecto que según la compañía ha causado 13 muertos en Estados Unidos. Los gastos también son muy elevados y la compañía estima que pueden suponer 10.000 millones de dólares en indemnizaciones.

Y hace solo unos días GM pagó al Departamento de Transporte norteamericano la mayor multa civil en la historia del automóvil en Estados Unidos por retrasar durante años la llamada a revisión de millones de vehículos defectuosos. Una multa de 35 millones de dólares.

Las llamadas a revisión son una práctica habitual en el mundo del motor. Los coches están formados por miles de piezas, todas ellas suministradas por fabricantes externos, y eso hace que el control sea difícil de llevarlo hasta los más pequeños detalles del vehículo. La lucha de los fabricantes de automóviles por reducir los precios de sus vehículos para ser competitivos hace que cada vez se afine más la calidad y el coste de los componentes. Y también hace que, en ocasiones, sean los propios fabricantes de las piezas los que reducen en exceso la calidad, lo que puede provocar estos fallos.

Este tipo de campañas de llamada a revisión, siempre gratuitas para el cliente, suponen un elevado coste material para los fabricantes y de ahí que en ocasiones se retrase su puesta en marcha. Pero eso es lo que más ha molestado a las autoridades norteamericanas que han sancionado muy fuerte tanto a General Motors, como en su momento lo hicieron con Toyota, es el hecho de retrasar en exceso la llamada a revisión sabiendo que era necesaria y una vez detectado el fallo. Sobre todo cuando eran problemas que podían afectar a la seguridad del vehículo y de sus ocupantes.

La complejidad de un automóvil no se puede comparar con otros tipos de productos mucho más sencillos en su construcción y con un menor número de piezas y componentes para analizar. Por ello, es lógico, y también es bueno, que este tipo de revisiones se produzcan y los consumidores deberían estar muy satisfechos de que cuando se detecta un fallo en una pieza de su coche se hagan.

Y esto es válido aunque hayan pasado muchos años desde la compra, cuando el fabricante lo avisa y asume todos los costes de su reparación. El propietario del vehículo solo tiene que aguantar la molestia de tener que concertar una cita con su taller habitual de la marca y llevar su coche para que le hagan la reparación prevista.

En las últimas semanas nuevamente se vuelve a hablar a diario de las llamadas a revisión de los automóviles. Y es que la semana pasada General Motors llamó a revisión a otros 2,4 millones de vehículos tras hacer lo propio hace un par de meses con otros 2,6 millones de vehículos. Y no eran los primeros. Hace solo unos días Ford también ha llamado a revisión a más de 1,5 millones de vehículos, básicamente en Estados Unidos.

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