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De los parquímetros inteligentes al cierre al tráfico en solo siete meses
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

De los parquímetros inteligentes al cierre al tráfico en solo siete meses

El ayuntamiento de Madrid parece que ya tiene la solución definitiva a la contaminación en el centro de la ciudad: cerrar al tráfico la almendra central

El ayuntamiento de Madrid parece que ya tiene la solución definitiva a la contaminación en el centro de la ciudad: cerrar al tráfico la almendra central a partir del 1 de enero de 2015. Pero lo más curioso es que hace solo unos meses parecía lo mismo, que ya había solucionado el problema, con los parquímetros inteligentes puestos en marcha el 1 de junio pasado.

La pasada primavera comenzaba la instalación de cientos de parquímetros inteligentes, muy sofisticados por su conexión a internet y por el hecho de que al poner la matrícula de un coche, y en función de sus emisiones y su contaminación, aplicaba una tarifa u otra. Pero el sistema no ha debido funcionar muy bien en estos meses de verano porque el ayuntamiento ha tomado la decisión de aplicar un nuevo sistema que ya no requiere, al menos en el centro de la ciudad, de estos aparatos.

Cuando se tomó, hace solo unos meses, la decisión de emplear esta nueva tecnología de parquímetros inteligentes y de llenar con estos caros aparatos toda la ciudad, algún responsable haría todos los cálculos necesarios para hacer que la inversión fuera lo más rentable posible. ¿Y qué se va a hacer ahora con todos los parquímetros que se van a quitar desde el 1 de enero? Lo más probable es que se pague a la empresa que los instaló para que se los lleve nuevamente. ¡Buen negocio!

Ahora llega una nueva idea, la de cerrar el centro de la ciudad al tráfico rodado. Bueno, solo al tráfico privado, pero además los ciudadanos que son residentes y tienen su plaza de aparcamiento dentro de esa zona tienen derecho a entrar allí. Y sobre todo van a seguir teniendo derecho a circular todas las furgonetas y vehículos de reparto, los autobuses, los taxis, los autocares, ambulancias y vehículos de policía, entre otros.

Por ello, para poder detectar a los infractores y descartar cobrar a todos los que tienen derecho de circular por allí, hay que instalar un sofisticado sistema de control por cámaras, con un programa que permita separar estos vehículos de los que son infractores. El sistema, además, envía la multa automáticamente para ganar tiempo.

Esta nueva tecnología de cámaras y de sistema informático va a costar unos cuantos millones de euros. Pero ¿qué es esa inversión si se consigue que las calles del centro de la ciudad estén un poco más limpias? Bueno así es como deben pensar los responsables del ayuntamiento de Madrid, si es que hay alguno que le sea.

Para hacer que la inversión sea un poco menos costosa se ponen señales muy pequeñas y poco visibles al entrar en esa zona restringida y cada persona que venga de fuera y no conozca esta normativa, pues 200 euritos de “peaje” y arreglado. Cuando ya todo el mundo conozca bien las zonas donde está prohibido circular, se cambia el contorno de circulación limitada, se ponen las cámaras en otro sitio, y todo arreglado.

La pregunta que me hago es si realmente este sistema sirve para reducir la contaminación en el centro de la ciudad. La semana pasada se ha homologado el primer taxi 100% eléctrico, el Nissan Leaf, pero los taxis normales, los que contaminan, van a seguir rodando por el centro de la ciudad legalmente. ¿Han visto lo que echan por el tubo de escape las furgonetas y pequeños camiones de reparto? Pues estos vehículos van a seguir rodando por esa almendra central.

Las asociaciones de comerciantes han protestado por estas nuevas medidas porque van a limitar mucho la entrada en la ciudad de personas de otras zonas españolas. Y se han preguntado, como hemos hecho muchas veces desde esta columna, por qué no se hacen aparcamientos disuasorios antes de llegar a esas zonas prohibidas para que los ciudadanos puedan dejar su coche sin contaminar y sin ser multados. Pero no saldrían las cuentas de la partida de multas.

Y si con este nuevo sistema no se reduce la contaminación de una manera destacable, pues dentro de un par de años se pone en marcha un sistema de peajes para entrar en la ciudad, similar al que existe en la ciudad de Londres. Para ese día se quitan las cámaras instaladas para vigilar la entrada a la zona de circulación restringida, se contrata un nuevo y sofisticado servicio informático, se compran cientos de cámaras nuevas, se instalan pórticos.

El problema del tráfico en Madrid, como en todas las grandes ciudades, es difícil de solucionar. Por eso hay que enfocarlo de una manera global, poniendo los medios para que se solucione de una vez por todas. Ya hay una tecnología de coches eléctricos que no contaminan, pero hay que enchufarlos en algún sitio. Si el ayuntamiento instalara más enchufes se podrían utilizar coches de reparto o taxis con esa tecnología, y no los actuales que contaminan mucho.

El ayuntamiento de Madrid parece que ya tiene la solución definitiva a la contaminación en el centro de la ciudad: cerrar al tráfico la almendra central a partir del 1 de enero de 2015. Pero lo más curioso es que hace solo unos meses parecía lo mismo, que ya había solucionado el problema, con los parquímetros inteligentes puestos en marcha el 1 de junio pasado.

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