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Carlos Cancela

Buscar soluciones a la contaminación

Cada año, cuando llega el invierno, las ciudades más importantes se encuentran, como por sorpresa, con el problema de la contaminación. Es algo que llega siempre

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Cada año, cuando llega el invierno, las ciudades más importantes se encuentran, como por sorpresa, con el problema de la contaminación. Es algo que llega siempre en diciembre, cuando el frio obliga a usar más la calefacción y la ausencia de precipitaciones hace que la 'boina'se instale sobre Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades. Todos los años son los mismos problemas y también siempre las mismas soluciones, ninguna.

Antes de acabar el año pasado la alcaldesa de París encontró la solución ideal, prohibir el tráfico de los vehículos diesel a partir de 2020. Lo mismo podía haber prohibido el tráfico rodado en la ciudad, o el uso de la calefacción, pero no, se centró en los coches diesel. Y supongo que sería solo para los particulares y no para los coches de policía o las furgonetas de reparto.

En el caso de Madrid han aparecido dos posturas diferentes, a cual más interesante. La del candidato del partido socialista a la Alcaldía de Madrid, Antonio Carmona, es la de prohibir, o al menos limitar el tráfico de los vehículos diesel a partir de 2020. Lo más curioso es que Carmona ha exigido medias inmediatas al ayuntamiento.

Aún más curioso es que el Gobierno subvenciona el uso del diesel con los impuestos. Hacer un litro de gasóleo es más caro que uno de gasolina. Sin embargo, debido a los impuestos que se aplican a cada combustible, el gasóleo cuesta más barato al usuario. Es decir, que el Gobierno favorece que los españoles usen un combustible supuestamente más contaminante.

Por su parte, la alcaldesa saliente de Madrid, Ana Botella, ha hecho otra propuesta un poco diferente a la de Carmona, la de pedir a los fabricantes que hagan coches más limpios. Sin comentarios.

El sector del automóvil es el primer inversor europeo en I+D+I, por delante de sectores muy tecnológicos como la aviación, la industria farmacéutica o las telecomunicaciones. No hay un sector que gaste más dinero que el del automóvil en desarrollar nueva tecnología y en estar preparado para los retos del futuro, y el principal de todos es reducir la contaminación.

Se habla mucho de la contaminación de los coches diesel. Sobre todo de los óxidos nitrosos. Es cierto, pero las normativas anticontaminación de la Unión Europa, las famosas Euro-4, Euro-5 o Euro-6, son las más estrictas del mundo y son de obligado cumplimiento. Desde el año 1990 las emisiones de óxidos nitrosos de los motores diesel se han rebajado en un 98%. Sí, han leído bien, un 98%. Y las emisiones de partículas no quemadas, otro importante factor de riesgo, se han reducido en un 99% desde 1990 gracias a estas normativas anticontaminación. Pero Ana Botella pide coches más limpios.

En este momento, con la última normativa vigente en la Unión Europea, un coche diesel tiene un límite máximo de emisiones de 80 mg por kilómetro de óxidos nitrosos. Y desde el 1 de enero no se puede vender ningún coche nuevo diesel que no cumpla este límite. Pero hasta ahora, la anterior normativa fijaba ese límite en 180 mg/km. Un dato más, ahora ya no se puede vender ningún coche diesel nuevo que emita más de 80 mg/km de NOx, pero es que en el caso de un coche de gasolina el límite máximo es de 60 mg/km.

Yo me pregunto si Anne Hidalgo, o si Carmona conocen estos datos que son los oficiales de la normativa Euro-6, que es de obligado cumplimiento para poder vender coches nuevos en Europa. ¿No sería mejor prohibir circular a un coche con diez años, sea de gasolina o gasóleo, antes que hacerlo con un vehículo diesel más moderno?

Hay muchas alternativas para reducir la contaminación, pero hay que implicarse con ellas. No vale con echar todos los nombres de las nuevas tecnologías en un bombo, sacar uno y decir Madrid apuesta por el coche eléctrico, por ejemplo. O por el gas natural o por la bicicleta.

El coche eléctrico es una muy buena alternativa con cero emisiones en su utilización en la ciudad. Es el sistema perfecto, pero requiere una infraestructura de enchufes que no hay y que nadie quiere poner. Con el híbrido enchufable ocurre casi lo mismo, pero es una tecnología mucho más interesante aún que la del eléctrico, porque el coche, cuando se agotan las baterías, no se queda parado.

Hay una alternativa muy buena, que es la del coche de gas. Son coches de gasolina o gasóleo, pero adaptados para utilizar gas natural o gas licuado de petróleo. Rebajan notablemente el consumo y las emisiones, pero casi no hay surtidores. Por ejemplo, un coche de gasolina transformado para uso de gas natural (GNC) consume un 50% menos en precio que uno de gasolina y las emisiones de NOx se rebajan hasta un 80%.

La alternativa de la moto es también muy buena, reduce los atascos y permite una circulación más fluida, lo que juega a favor de la reducción de la contaminación. Pero hay que apoyar la moto, poner más zonas para aparcarlas y estudiar su nivel impositivo.

Y he dejado para el final la bicicleta. Es una alternativa genial para muchas ciudades, en España y en muchos países del mundo. Pero como ocurre con el resto de los sistemas, hay que apostar por ello. Y cuando digo apostar no me refiero a decir que “apostamos por la bicicleta” en un discurso grandilocuente del alcalde.

No, en realidad me refiero a preparar carriles bici. Esta es la única manera de que la bicicleta sea un medio seguro de transporte en Madrid. Llenar las calles de miles de bicicletas y miles de señales de bicicleta pintadas en el suelo de las calles no creo que sea la solución.

Cada año, cuando llega el invierno, las ciudades más importantes se encuentran, como por sorpresa, con el problema de la contaminación. Es algo que llega siempre en diciembre, cuando el frio obliga a usar más la calefacción y la ausencia de precipitaciones hace que la 'boina'se instale sobre Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades. Todos los años son los mismos problemas y también siempre las mismas soluciones, ninguna.

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