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El diésel, el niño malcriado de la UE
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

El diésel, el niño malcriado de la UE

El escándalo Volkswagen ha destapado otro mayor: la contaminación de las ciudades europeas, causada por los millones de vehículos muy contaminantes pero legales según la normativa europea

Foto: El nudo de Manoteras en Madrid
El nudo de Manoteras en Madrid

El escándalo Volkswagen y sus motores trucados ha creado un gran revuelvo en el sector de la automoción a nivel mundial. En estos momentos cientos de juzgados de todo el mundo estudian demandas colectivas y hasta la propia Audiencia Nacional ha tomado cartas en el asunto. Está claro que Volkswagen ha cometido un grave error y va a pagar por ello.

Pero este escándalo ha destapado otro mucho mayor, que es el de la elevada contaminación de las ciudades europeas, causada no por los 8,5 millones de coches trucados de Volkswagen, sino por las decenas de millones de vehículos muy contaminantes pero supuestamente legales según la normativa europea. Y en este caso, los únicos culpables son Europa y sus órganos rectores.

La Unión Europea es el único mercado global que lleva años apostando por los motores de gasóleo, cuando todos los demás, Estados Unidos, Asia o Japón, siempre han preferido los de gasolina. Pero Europa, desde principios de los años ochenta, ha presionado a los fabricantes para hacer versiones diesel, las más contaminantes de todas las alternativas disponibles.

Hoy en día los fabricantes producen coches de muchos tipos y para diferentes carburantes. Hay vehículos de gasolina, de gasóleo, de bioetanol, de Gas Licuado de Petróleo (GLP), de gas natural (GNC), hay híbridos gasolina/eléctricos, diésel/eléctricos, hay coches 100% eléctricos y los más avanzados vehículos de hidrogeno, que es el futuro del automóvil.

De todas estas alternativas, la peor sin duda es la del gasóleo, porque es la que más sustancias contaminantes emite al entorno, los peligrosos óxidos nitrosos, los compuestos de azufre, las partículas sólidas y el monóxido de carbono. Solo hay un aspecto en el que el uso del gasóleo es menos malo que el de la gasolina, en las emisiones de CO2. Estas son importantes, porque son responsables del efecto invernadero, pero no son contaminantes como las otras.

Este es el primer error, y creo que grave, que ha cometido Europa a través de sus órganos de representación, llámese Comisión Europa, o Parlamento Europeo, o Foro de Expertos de Automoción. Pero hay otro que es todavía más grave y que creo que no tiene ningún sentido, el de las normativas anticontaminación.

Un coche, por su propia naturaleza, es algo que se mueve por una carretera, o por una calle, o por un camino. Pues las pruebas de contaminación impuestas por la Unión Europea se hacen en un laboratorio, con el coche parado en unas condiciones óptimas, sin peligros, ni cambios de velocidad. Y con ello se consiguen unas cifras muy buenas, pero falsas.

A lo largo de los últimos 30 años, Europa ha alardeado frente al resto del mundo de tener las normas anticontaminación más estrictas, las famosas Euro4, Euro5… pero eso es una gran mentira. Y es que un coche perfectamente legal y homologado puede multiplicar por cuatro sus cifras de homologación en unas condiciones de uso normales.

Un coche nuevo matriculado desde el 1 de septiembre de 2015 tiene que cumplir la 'estricta' norma Euro6, por la que sus emisiones de óxidos nitrosos deben estar por debajo de 0,008 gramos por kilómetro. Pero la realidad es que la mayor parte de los coches legales, y no hablo ya de los de Volkswagen que están trucados, superan los 0,02 g/km, es decir que multiplican por 3 y hasta por 4 el valor máximo legal.

O dicho de una manera bastante más dura, un coche actual, legal y homologado por la Unión Europea, en realidad no cumpliría la normativa Euro4, que se puso en marcha en el año 2005 y habría que recurrir a la anterior, la Euro3, que data del año 2000. Es decir, que el caso Volkswagen ha levantado otro escándalo bastante mayor, que es el fraude de los organismos comunitarios a todos los ciudadanos europeos.

Expertos de los Estados miembros y de la CE decidieron en una reunión del Comité Técnico de Vehículos de Motor celebrada el pasado día 28 en Bruselas alargar los plazos legales para que los fabricantes adapten sus coches a nuevas normativas más duras en las que se incluyan pruebas en carretera. Los fabricantes tienen 24 meses de plazo para lograr que sus modelos cumplan los límites actuales pero con un margen del 110% de ampliación al añadir alguna prueba real. Es decir, que a partir del 1 de septiembre de 2017 no se podrá vender un coche nuevo que emita más de 0,0168 g/km de NOx, cuando el límite actual es de 0,008.

Esta es una medida que favorece a los países fabricantes y en concreto a España, pero también a los usuarios. Si desde mañana se prohibiera el motor diesel, plantas enteras tendrían que cerrar, miles de empleados se irían a la calle, la oferta de coches disponibles se reduciría y los precios de adquisición subirían mucho. Sería el caos automovilístico.

Pero visto el grave problema que se ha creado con el tema de los motores diesel, y ya con la tregua para que los fabricantes y los usuarios puedan adaptarse bien a las nuevas normas, creo que ahora los expertos debería trabajar de día y de noche en buscar alternativas al diesel, cualquiera, la que sea pero a ser posible la mejor, para los próximos años. Por ejemplo, ¿por qué no miran hacia el gas natural, que sin necesidad de una gran infraestructura es una de las mejores alternativas? O directamente que apuesten por el coche eléctrico. Cualquier cosa antes que seguir indefinidamente con el diesel.

Otro ejemplo de las malas actuaciones comunitarias: El pasado día 27, también en Bruselas, el Parlamento Europeo aprobaba una ley sobre internet que según se puede leer en Teknautas "es un texto tan abstracto que las operadoras podrán hacer prácticamente lo que quieran" y que deja en manos de los operadores de las telecomunicaciones poner en marcha el internet de dos velocidades, precisamente lo que se quería evitar.

La única razón de seguir apostando por el gasóleo y no cambiarlo por Gas Natural o por electricidad o por hidrógeno es la de apoyar los intereses de las grandes petroleras, que tienen que seguir vendiendo su gasóleo a los europeos, aunque las ciudades se llenen de contaminación. O los de las grandes compañías de telecomunicaciones que tienen que hacer su agosto a costa de los bolsillos de los ciudadanos, con el roaming o con el internet a dos velocidades. Mientras que Bruselas se plantee como principal objetivo defender los intereses de las grandes empresas frente a los ciudadanos las cosas no van a mejorar en Europa.

El Parlamento Europeo hacía público la semana pasada un acuerdo en el que pedía que se investigara a fondo el caso Volkswagen para buscar responsabilidades y pedía a la CE que elaborara un informe antes de marzo de 2016. También se mostraba a favor de la petición realizada por la Comisión Europea para que los países endurezcan los controles aleatorios en vehículos para evitar que se repitan casos como el de Volkswagen.

Más que el caso Volkswagen yo les pediría que examinaran el caso Diésel en general, el por qué Europa ha apostado por el peor carburante posible, el por qué la Comisión Europea ha decidido que las pruebas de homologación de un coche haya que hacerlas en un laboratorio y sobre todo el por qué cara al futuro, los europeos vamos a tener que seguir con el diésel cuando poco a poco se pueden aplicar alternativas mejores y mucho más baratas para los ciudadanos.

El escándalo Volkswagen y sus motores trucados ha creado un gran revuelvo en el sector de la automoción a nivel mundial. En estos momentos cientos de juzgados de todo el mundo estudian demandas colectivas y hasta la propia Audiencia Nacional ha tomado cartas en el asunto. Está claro que Volkswagen ha cometido un grave error y va a pagar por ello.

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