El coche eléctrico necesita mucha ayuda

Las ventas de coches eléctricos en el pasado mes de enero aumentaron un 195% en España. Es un dato sorprendente, pero lo es un poco menos si tenemos en cuenta que, en total, fueron 242 los vehículos de este tipo matriculados en nuestro país. Y las ventas totales de turismos más todoterreno ese mismo mes fueron de 76.885 unidades.

El petróleo, tras un año de drásticas caídas en el precio, se ha posicionado en el entorno de los 30 dólares y ni los analistas más optimistas hablan de que su precio pueda superar los 40 dólares durante este año. Eso ha hecho que el precio de los carburantes tradicionales, gasolina y diesel, haya bajado mucho (aunque en España menos que en los países de nuestro entorno). Por ello, la tensión sobre la necesidad de buscar alternativas a los combustibles fósiles se ha relajado mucho.

Hasta el año 2014, con el barril de petróleo por encima de 100 dólares, parecía que el petróleo se agotaba, que había que buscar alternativas a la gasolina y al gasóleo de forma urgente, porque se iba a parar el mundo. Pero con la nueva situación, con una excesiva oferta de petróleo, pocos usuarios se plantean ahora comprar un coche eléctrico.

Estamos en un momento clave para el futuro en el que los gobiernos deben apostar fuerte por las energías alternativas, por buscar fuentes de energía renovables menos contaminantes y, poco a poco, ir olvidándose del petróleo. Pero eso tiene que ir apoyado por ayudar de alguna manera ese cambio, con incentivos fiscales o desincentivando el consumo de los carburantes fósiles.

Un buen ejemplo lo encontramos en Alemania. Es el país más fuerte de la Unión Europea por su economía, pero también por su gran implicación en el sector del automóvil y por la fortaleza de su industria automovilística. Pese a que fabrican muchos coches Premium, de elevada potencia y con un nivel de emisiones muy elevado, sus ventas de coches eléctricos son bastante reducidas. En 2015 fueron 23.431 vehículos eléctricos dentro de un mercado de 3,2 millones de coches matriculados. Esta cifra contrasta con el caso de Noruega, donde ese mismo año se vendieron 33.721 coches 100% eléctricos, dentro de un mercado total que sumó solo 150.686 vehículos en 2015. En España la cifra total de eléctricos fue de 2.224 coches del total de 1.034.000 unidades vendidas en 2015.

La apuesta de Alemania

El Gobierno alemán ha anunciado la puesta en marcha de un plan dotado con 300 millones de euros para la puesta en servicio de 15.000 puntos de recarga, que a su vez serán gestionados por empresas privadas. Y estudia la puesta en marcha de un importante plan de ayudas para facilitar la compra de estos vehículos cero emisiones en su utilización. El ambicioso objetivo del Gobierno alemán es que en el año 2020 haya un millón de coches 100% eléctricos rodando por las carreteras alemanas.

En el caso de España, la apuesta del Gobierno, que en este momento está en funciones a la espera de un acuerdo entre partidos, es muy escasa en este sentido. Son muy pocos los puntos de recarga, crecen a un ritmo muy lento y las ayudas son bastante escasas. La dotación del Plan Movea es de 16,6 millones de euros para el año 2016.

Sin duda es una cifra escasa, porque en ella se incluye la ayuda para todo tipo de vehículos, desde bicicletas de pedaleo asistido hasta vehículos comerciales, y con ayudas que van de los 200 euros hasta los 20.000 euros. Pero también incluye este presupuesto una parte para la instalación de puntos de recarga.

Hay un detalle importante que hay que tener en cuenta y es que el automóvil es una fuente de contaminación en las ciudades, aunque no la única. Las emisiones de los vehículos diesel son en parte responsables de una atmósfera irrespirable que crea graves problemas a la salud. Según un estudio del Health Effects Institute de Boston, cada año mueren más de cinco millones de personas en todo el mundo como consecuencia d ela contaminación,. Y de ellos, el 50% fallecen en China o en la India.

Hay que buscar soluciones de manera urgente. No importa que ahora el petróleo esté barato y que los ciudadanos puedan pagar la gasolina al precio actual. Porque aunque si puedan pagar su consumo real, la sociedad no puede pagar los efectos de unas ciudades muy contaminadas. Y, por supuesto, la solución no es prohibir el tráfico de coches diesel en las ciudades como ha propuesto ya en Madrid.