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Las lecciones que nos deja el atropello mortal al Guardia Civil en Barbastro
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Las lecciones que nos deja el atropello mortal al Guardia Civil en Barbastro

El pasado jueves, un agente de la Guardia Civil de Tráfico fue arrollado en un control de drogas establecido en la localidad oscense. El conductor, de 17, se dio a la fuga

Foto: Imagen del funeral de José Antonio Pérez, el Guardia Civil atropellado (Javier Blasco/Efe)
Imagen del funeral de José Antonio Pérez, el Guardia Civil atropellado (Javier Blasco/Efe)

El pasado jueves, un agente de la Guardia Civil de Tráfico fue arrollado en un control de drogas en la localidad oscense de Barbastro, y como consecuencia del mismo falleció. Lo peor es que el accidente no se produjo por falta de visibilidad, por una maniobra poco afortunada de su conductor, sino pura y simplemente fue un atropello provocado por un menor, de 17 años, sin carné de conducir y después de fumarse unos 'porritos'.

Dos chicos de 17 y 14 años y otras dos chicas de las mismas edades viajaban en el vehículo y al darles el alto para realizar un control de drogas, el conductor decidió atropellar al agente de la Guardia Civil y darse a la fuga.

Sentarse al volante de un automóvil, y desde esta columna se lo repetimos cada día, supone aceptar una serie de responsabilidades. Hay personas que conducen mejor y otras que están un poco menos sueltas al volante, pero lo que se debe exigir a todos los conductores es que intenten hacerlo lo mejor posible. En cualquier caso hay unas normas básicas que siempre deben cumplirse. Y una de ellas, quizá la más importante, es la de tolerancia cero con el consumo de alcohol y de drogas.

El ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, impuso a título póstumo la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo al agente fallecido, José Antonio Pérez, de 54 años de edad. En este acto destacó que en controles rutinarios como el que realizaba el agente fallecido se suelen registrar un 33% de positivos al consumo de drogas ilegales, porcentaje que se eleva al 58 % en los conductores que son detectados mientras cometen una infracción. En el caso de los conductores fallecidos o heridos en un accidente, la media de positivos a las pruebas de alcohol o de drogas ilegales se sitúa en un 40%.

La conducción de un vehículo de motor es algo peligroso por principio. Ponerse por una carretera a 120 km/h supone una actividad peligrosa porque el más mínimo despiste puede suponer un grave accidente. Pero hay una cosa aún mucho más grave: si uno se bebe 20 copas se puede morir de un coma etílico o si se fuman tres paquetes diarios de cigarrillos, hay más posibilidades de fallecer prematuramente. Pero el problema es que cuando uno coge el coche con dos copitas o un par de 'porritos' el peligro no es que se mate él solo, sino que puede matar a otras personas que circulan tranquilamente por esa misma carretera. Pero ellos no han bebido o no van 'emporrados'.

Una gran responsabilidad

Sentarse al volante de un vehículo es una gran responsabilidad y antes de hacerlo hay que plantearse muy seriamente si se está realmente preparado. El coche debe estar en las mejores condiciones de uso, pero sobre todo debe tener la ITV pasada, una garantía de que el vehículo está en buen estado. Y por supuesto con el seguro en regla. Al menos el seguro a terceros protegerá a los usuarios de los otros vehículos que se vean afectados en un siniestro con el nuestro.

El conductor también debe estar en las mejores condiciones antes de sentarse al volante y aceptar esa gran responsabilidad de conducir. Por supuesto, siempre con el carné de conducir en regla y con puntos para poder hacerlo. Vamos, lo contrario al caso del atropello del agente fallecido en Barbastro, en el que su conductor, de 17 años de edad, no tenía ni el permiso necesario. Y estar en las mejores condiciones físicas y mentales. Lo básico es no haber ingerido alcohol o drogas, porque es algo que está terminantemente prohibido por la ley, pero tampoco si uno está cansado, algo que no está sujeto a leyes. Cuando una persona no ha dormido bien, por ejemplo, no hay ninguna norma legal que le obligue a pararse o a no conducir. Pero eso forma parte de la responsabilidad del conductor. Hay que pensar que un conductor cansado que tiene más posibilidades de quedarse dormido, puede entonces chocar contra otro vehículo y los resultados irán a parar a su conciencia el resto de su vida.

El pasado jueves, un agente de la Guardia Civil de Tráfico fue arrollado en un control de drogas en la localidad oscense de Barbastro, y como consecuencia del mismo falleció. Lo peor es que el accidente no se produjo por falta de visibilidad, por una maniobra poco afortunada de su conductor, sino pura y simplemente fue un atropello provocado por un menor, de 17 años, sin carné de conducir y después de fumarse unos 'porritos'.

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