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Carlos Cancela

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Alemania quiere escurrir el bulto

El Gobierno de Alemania parece que es el único que se ha puesto a investigar el escándalo de las emisiones contaminantes, pero lo hace de una manera un poco sesgada

Foto: Autostadt en Wolfsburg
Autostadt en Wolfsburg

Han pasado ya ocho meses desde aquel anuncio hecho por parte de Volkswagen de que había trucado los motores diesel de varios de sus modelos vendidos en Estados Unidos y también en Europa y otros mercados, pero las cosas siguen igual que entonces. Los coches siguen circulando con esos motores trucados y nadie hace nada. Es más, parece que a nadie le importa demasiado.

Los usuarios que tienen sus vehículos afectados por este trucaje de los motores siguen a la espera de que alguien les diga algo sobre cómo se van a reparar sus modelos y sobre qué va a ocurrir a partir de ahora con esos coches. Entre tanto, los que parece que no tienen el más mínimo problema son los responsables de la Comisión Europea, que desde el primer día han dicho que la “culpa” es de los países que son los que deben verificar que los vehículos fabricados en sus países cumplen las normas.

Una parte del problema del exceso de emisiones viene del empeño de Europa en apostar a tope por los coches diesel y por hacer todas las mediciones de homologación en un laboratorio. Pero ningún responsable europeo dice nada al respecto, a parte de las palabras huecas que siempre tienen los políticos en su boca, de “vamos a hacer” o “vamos a apostar por” o “vamos a llegar al fondo de la cuestión”.

Pero hacer, lo que se dice hacer, nada de nada. Tan solo van a aplicar unas nuevas mediciones para homologar los vehículos a partir de 2017. Y los que lo sufrimos cada día con la contaminación en nuestras ciudades somos los ciudadanos europeos, sus votantes y los que con nuestros impuestos pagamos su buen tren de vida.

El Gobierno de Alemania parece que es el único que se ha puesto a investigar este escándalo de las emisiones contaminantes, pero lo hace de una manera un poco sesgada. Y no parece que tenga mucho sentido que sea un gobierno de un país, que por cierto es el principal involucrado en el escándalo, el que determine qué marcas y de qué países son los vehículos que incumplen las normas.

En este sentido, en la pruebas realizadas por el Gobierno alemán se han incluido bastantes modelos alemanes pero también modelos de otras marcas extranjeras y entre ellas algún vehículo del Grupo Fiat. Por ello, y ante unas mediciones excesivas detectadas en algún modelo italiano, el responsable de transportes del gobierno alemán, Alexander Dobrindt, ha llamado a una reunión a los responsables del grupo Fiat.

Dobrindt, y todo el Gobierno alemán, se deben pensar que lo del automóvil es una cuestión solo de Alemania y que por ello les corresponde a ellos buscar las soluciones a este problema que parte de una manipulación del software de los motores del Grupo Volkswagen. Pero Fiat no va a asistir a esta reunión a la que también han sido llamados los responsables de otros fabricantes automovilísticos europeos.

En una carta de un abogado del grupo italiano, Fiat sostuvo que investigar si cumple con las normativas europeas sobre emisiones es algo que le compete solo a las autoridades italianas. Por su parte, Dobrindt criticó duramente la actitud de Fiat, a la que calificó de "incomprensible".

De momento, al menos que yo sepa, no hay ninguna prueba de que un solo fabricante europeo, a parte de las marcas del grupo Volkswagen, haya trucado sus motores de una manera ilegal. Por ello, lo que Alemania debe hacer es revisar bien todos los vehículos fabricados en Alemania y los de las otras marcas que, aunque se hayan fabricado en España, pertenecen a marcas del consorcio. Y olvidarse de lo que hacen otras marcas europeas.

La Comisión Europea establece unas normas de homologación de los vehículos, que por cierto ya se ha demostrado que son malas desde hace muchos años, pero cada uno de los países es responsable de verificar que los coches homologados y fabricados en su país cumplen con la normativa establecida. Es decir, que Alemania es responsable de que los modelos de Volkwagen, Audi, Skoda, Seat, Mercedes, Porsche o BMW cumplan con la normativa vigente, pero no tiene ninguna competencia para exigir o para comprobar que los modelos de otros países cumplen con las normas. Son las autoridades italianas las que deben verificar que los coches del grupo Fiat son legales, y las francesas que los Peugeot o Citroën lo son.

Han pasado ya ocho meses desde aquel anuncio hecho por parte de Volkswagen de que había trucado los motores diesel de varios de sus modelos vendidos en Estados Unidos y también en Europa y otros mercados, pero las cosas siguen igual que entonces. Los coches siguen circulando con esos motores trucados y nadie hace nada. Es más, parece que a nadie le importa demasiado.

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