Es noticia
¿Será un joven hispano el salvador del ‘Viejo y Glorioso partido’?
  1. Mundo
  2. Crónicas del Imperio
José Antonio Gurpegui

Crónicas del Imperio

Por

¿Será un joven hispano el salvador del ‘Viejo y Glorioso partido’?

  ¡Qué paradojas tiene la historia! En la convención republicana de Tampa en agosto del año

 

¡Qué paradojas tiene la historia! En la convención republicana de Tampa en agosto del año pasado el joven senador hispano Marco Rubio habló justo después de Clint Eastwood, quien escenificó una imaginaria conversación con Obama, representado por un taburete vacío. El original y renovador discurso de Rubio nominando candidato a Mitt Romney pasó prácticamente desapercibido. Y, ahora, el mismo senador eleva a la categoría de acontecimiento un acto generalmente intrascendente tanto para el público como para los medios de comunicación: la respuesta del partido en la oposición a las palabras del presidente en el discurso del Estado de la Unión.

Y no ha sido precisamente por sus palabras, sino por la anécdota de interrumpir su alocución para beber agua directamente de una  botella, digamos que de forma poco estética y ortodoxa. La imagen se ha mostrado en todos los informativos del mundo, son centenares el número de entradas en Youtube recogiendo el momento con cientos de miles de visitas, y todos y cada uno de los grandes showmen de las cadenas norteamericanas han parodiado el gesto (y, como estamos en América, ya se han puesto a la venta botellines con su nombre a 25 dólares). 

Las aspiraciones de Rubio pasan por ocupar el espacio del centro conservador que está abandonando Obama. Para ello tendrá que evitar ser identificado con los postulados del ‘Tea Party’

Llamativo resulta que los dos grandes diarios de Estados Unidos presenten puntos de vista radicalmente distintos: Maureen Dowd en el New York Times lo vio "sediento, tembloroso y sudoroso"; en cambio, para Jennifer Rubin, en su blog del Washington Post, estuvo "relajado y efectista", concluyendo que por fin el GOP ha encontrado "una persona dinámica para liderar una agenda más positiva y un conservadurismo con mayor sentido común". El impacto y repercusión de la anécdota ha sido, en definitiva, muy superior al que tuvo la reciente portada del Time, que le consideraba “El Salvador Republicano".

¿Será esto cierto? Su nombre ya sonó para acompañar a Romney en las presidenciales del año pasado. En cuanto al futuro, Rubio es ciertamente "omnipresente", como lo calificó Dowd, pues aparece en todas las apuestas. Una página de Facebook promueve su candidatura junto a Jeb Bush  -JebBushMarcoRubio2016-, quien fuera su mentor cuando en 2010 derrotó al mismísimo gobernador de Florida, Charlie Crist, en la lucha por un puesto en el Senado tras la vacante de Mel Martínez. La legislatura acaba de comenzar y resulta aventurado preconizar quiénes estarán en la salida, tanto en las primarias de Iowa a comienzos de 2016 como en el sprint final de septiembre. Ya sugerí, tras conocerse el resultado electoral, un ticket republicano Ryan-Rubio... y sigo apostando 10 dólares por ello.

“Yo no heredé dinero de mis padres”

Más allá del episodio “watergate” (como ya ha sido bautizado), la respuesta de Rubio a Obama no estuvo conceptual ni escénicamente a la altura de su intervención al nominar a Romney, pero, sin duda, ha sido tremendamente efectiva. No dejó pasar esta oportunidad única y la convirtió en una carta de presentación biográfica e ideológica muy en la línea de Obama. Marcaba distancias  presentándose como un político distinto al acaudalado Romney al referirse a sus orígenes en una humilde familia de clase media de emigrantes cubanos: "No heredé dinero de mis padres. Pero heredé algo mucho mejor: la verdadera oportunidad de cumplir mis sueños". ¿A quién recuerda esta retórica? También pulverizó la recurrente identificación de los ricos con los republicanos, utilizada por Obama, al asegurar que "continúo viviendo en el mismo vecindario de clase trabajadora. Mis vecinos no son millonarios".

En una intervención de apenas 15 minutos, el segundo acto estuvo marcado por la exposición de sus principios republicanos, dirigidos principalmente a su propio partido. Cuestionó los fundamentos conceptuales de Obama respecto al gobierno y el modelo económico: "Presidentes de ambos partidos -desde John F. Kennedy hasta Ronald Reagan- asumieron que la prosperidad de nuestra clase media se fundamenta en nuestra economía de libre mercado. ¿Y el presidente Obama? Cree que es la causa de nuestros problemas". Un ataque directo a la línea de flotación utilizando, de nuevo, argumentos de clara dinámica presidencial.

Obviar la reforma migratoria

Analíticamente fue tan importante lo dicho como lo omitido, pues apenas si se refirió a la reforma migratoria, en la que tiene un claro protagonismo. Se trata de un delicado asunto que en estos momentos resulta conveniente obviar; grabar su alocución también en español, por primera vez en la historia, es mérito más que suficiente para contentar a la población hispana. Si, finalmente, se convierte en artífice de la mencionada reforma tendrá mucho ganado; pero quién sabe, lo mismo Obama no está dispuesto a consentir esa muesca en su fusil y sube el listón a una altura imposible de aceptar por un republicano. El tiempo lo dirá.

Más allá de su intervención, no todo son parabienes en este dulce momento de Marco Rubio. En su día se censuró el oportunismo de referirse a su familia como "refugiados" cuando llegaron a Estados Unidos tres años antes de que los barbudos entraran en La Habana; también está la cuestión de algunos gastos personales pagados con la tarjeta de crédito del partido sin que lo declarará a Hacienda. Asuntos que, al menos en Estados Unidos, pueden resultar capitales. Pero las aspiraciones de Rubio pasan por ocupar el espacio del centro conservador que está abandonando Obama. Para ello tendrá que evitar ser identificado con los postulados del Tea Party, con quien tradicionalmente ha sido relacionado -fue conocido como Príncipe del Tea Party- aunque nunca se ha manifestado como miembro del grupo.

De momento, Marco Rubio asume el papel de buque insignia republicano en el obligado reposicionamiento respecto a la población hispana. Acepta gustoso ejercer de alfil, pero mucho me temo que tiene un ojo puesto en la desierta casilla de este tablero al que le falta un rey. Si la lectura republicana de los resultados en las últimas elecciones asume que la derrota tuvo que ver con temas sociales más que económicos y, dentro de tres años, la percepción es la misma, bien pudiéramos encontrarnos ante el candidato que se enfrentará a… ¿Hillary Clinton?

 

Partido Republicano