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La ilusión y realidad del 'sueño americano'
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José Antonio Gurpegui

Crónicas del Imperio

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La ilusión y realidad del 'sueño americano'

Se han estrenado en estas últimas semanas un par de películas que adaptan sendas novelas referenciales en la historia de la literatura norteamericana: El gran Gatsby, de

Se han estrenado en estas últimas semanas un par de películas que adaptan sendas novelas referenciales en la historia de la literatura norteamericana: El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald; y En el camino, de J. Kerouac. Dos obras que reflejaban de forma bastante fidedigna la sociedad americana del momento de su publicación. En el caso de Fitzgerald el marco narrativo son los 'alegres años veinte' posteriores a la Gran Guerra; Kerouac, por su parte, intenta reflejar el rebelde ambiente juvenil de la generación de posguerra tras la II Guerra Mundial.

Más allá de aspectos inherentes a la crítica literaria, y salvando las tres décadas transcurridas entre las dos obras, ambas se sustentan y estructuran en torno a un mismo principio, el anhelado 'sueño americano'. Un sueño construido sobre los dos pilares constitutivos de la esencia social norteamericana desde los Padres Fundadores: la posibilidad de cualquier ciudadano para progresar socialmente -tema fundamental en Gatsby-, y la libertad individual -sustancia argumental de En el camino-. Incluso en las llamadas 'adaptaciones libres para la pantalla' se respetan los principios narrativos constitutivos de cualquier novela u obra de teatro en cuestión. Así lo asume y entiende Jack Clayton en su fabulosa versión de El gran Gatsby del 74, con un insuperable Redford y la no menos arrolladora Farrow. Es precisamente la falacia del cacareado 'sueño' lo que finalmente descubre y desencanta al narrador, Nick Carraway. La historia de amor entre Jay y Daisy es el motor de la acción, pero el alma reside en Nick. Conceptualmente, un personaje similar a Willy Loman en La muerte de un viajante de Arthur Miller, la otra gran obra estructurada en torno a la quimera del 'sueño americano'.

¿Convertirá Obama su particular “sueño” en realidad o no pasará de ser mera ilusión?Seymour Chatman, en el recientemente traducido Historia y discurso: la historia narrativa en la novela y el cine (RBA, 2013), expone la noción del “punto de vista de interés” entre otros puntos de interés, de manera que en la particular lectura de un texto se “puede utilizar la misma narración como vindicación, expiación, explicación, racionalización, condenación, o lo que sea” (214). Y es la impresión que me ha quedado tras las recientes versiones de Baz Luhrmann (con guion del propio Lurhrmann y Craig Pearce) y Walter Salles (con guion de Russell Banks). El Gatsby que nos presenta Lurhmann se reduce a una infantil y obsesiva historia de amor; el Camino de Salles también parece ignorar la rebeldía y cuestionamiento social del contestatario Moriarty (basado en Neal Cassady) retratándolo como un ególatra drogadicto obsesionado por el sexo. No salen mejor parados los narradores de las dos novelas. Nick Carraway -encarnación del propio lector- es reducido al papel de bobalicón mamporrero; Sal Paradise (alter ego de Kerouac) ya no busca un/el significado a/de su vida, sino que es un impresionable inmaduro atenazado por las circunstancias.

Me pregunto si estas dos adaptaciones representan una metáfora de la deriva que está tomando la propia sociedad norteamericana, o incluso de la propia presidencia de Obama. Ningún otro presidente norteamericano como él ha llegado a encarnar y revitalizar el 'sueño americano'. No me refiero precisamente a su biografía personal, que también, sino a las expectativas que despertó en su primera campaña electoral. El fin de la guerra, la recuperación económica, las reformas migratorias y sanitarias, el cierre de Guantánamo, el control de armas… eran algunas de las promesas que encandilaron a plebeyos y patricios, hasta el punto de llegar a concederle el Premio Nobel

Resultaría injusto afirmar que nada de lo prometido ha terminado o terminará por ser realidad. Estoy convencido -o quiero estarlo- de que finalmente clausurará Guantánamo; mal que bien logró sacar adelante un sucedáneo de reforma sanitaria; también apuesto por una reforma migratoria que no tardará en ser aprobada legalizando a más de diez millones de emigrantes… Sin embargo, su currículum se está emborronando -enfangando pudieran entender algunos- con temas a priori inesperados como las escuchas a Associated Press o la justificación del uso de drones, que representan la antítesis del significante expuesto por James T. Adams en su referenciado The Epic of America (1931), donde se utiliza por primera vez la terminología de 'sueño americano'. La obra resultaba ser el contrapunto al determinismo y fatalismo naturalista al asumir que los Estados Unidos son la nación donde el individuo es capaz de forjar su propio futuro. Pero al mismo tiempo Adams sugería que el atractivo que los Estados Unidos tenían para los emigrantes europeos tenía tanto o más que ver con la “ilusión” que con la “realidad”. ¿Convertirá Obama su particular 'sueño' en realidad o no pasará de ser mera ilusión?

Se han estrenado en estas últimas semanas un par de películas que adaptan sendas novelas referenciales en la historia de la literatura norteamericana: El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald; y En el camino, de J. Kerouac. Dos obras que reflejaban de forma bastante fidedigna la sociedad americana del momento de su publicación. En el caso de Fitzgerald el marco narrativo son los 'alegres años veinte' posteriores a la Gran Guerra; Kerouac, por su parte, intenta reflejar el rebelde ambiente juvenil de la generación de posguerra tras la II Guerra Mundial.