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La transición retenida de China

En el año 2006, el erudito chino-americano Minxin Pei publicó un libro titulado China`s Trapped Transition (La transición retenida de China). En su obra, invocaba a

Foto: Jóvenes opositores durante las protestas de este domingo en el distrito financiero de Hong Kong (Reuters)
Jóvenes opositores durante las protestas de este domingo en el distrito financiero de Hong Kong (Reuters)

En el año 2006, el erudito chino-americano Minxin Pei publicó un libro titulado China's Trapped Transition (La transición retenida de China). En su obra, invocaba la mayor ley establecida en las ciencias políticas, esto es, que con el tiempo los países que crecen económicamente tienden a ser más democráticos (los estados ricos en petróleo son la excepción).  

Pei también señalaba que China ha logrado décadas de crecimiento y, sin embargo, sus ciudadanos prácticamente no han visto movimientos de apertura. En conversaciones privadas y públicas en torno a la publicación de su libro, predijo que los problemas comenzarían a aparecer dentro de seis o siete años, en otras palabras, ahora mismo. Entonces, le pregunté si lo que estamos presenciando en Hong Kong es una grave crisis.

‘Después de haber utilizado una fuerza excesiva, las autoridades de Hong Kong parecen haber adoptado una estrategia de esperar y permitir que las protestas se disipen’

La razón histórica de por qué China debería inclinarse hacia una mayor democracia es clara. Los expertos han sostenido que hay una “zona de transición” para los países autoritarios cuando esto sucede –entre 5.000 y 10.000 dólares PIB per cápita (en términos de poder adquisitivo)–. China se encuentra en la gama alta, con alrededor de 10.000 dólares. Dado el nivel económico, social y el desarrollo educacional en China, es extremadamente inusual que este país, entre las naciones asiáticas, prácticamente no haya presenciado ningún movimiento que camine hacia la reforma política.

Pei alega que esta anomalía en el gigante asiático tal vez pueda explicarse si se tiene en cuenta que las élites gobernantes han permanecido unidas, seguras y feroces respecto a su determinación de mantener un sistema monopartidista. Tal y como sucedió en Corea del Sur, Indonesia y, por supuesto, en la Unión Soviética bajo Mijaíl Gorbachov, tras la muerte de Chiang Ching-Kuo, las élites se separaron en Taiwán. Esta separación entre un ala reformista y un ala extremista no ha tenido lugar en China.

placeholder Un manifestante opositor con una máscara se sienta ante una barricada en el distrito financiero (Reuters).

Hay otra analogía respecto al caso soviético. La presión de una reforma en Rusia en 1980 fue real, pero limitada. Por el contrario, fue dominante en Polonia y en Checoslovaquia, los países más desarrollados económicamente bajo la influencia soviética. Y esto impuso una presión sobre el sistema entero y sobre Moscú. Hong Kong se asemeja a Europa del Este, un puesto avanzado rico pero no libre del imperio.

El dilema: reformas o represión sistemática

Pei advierte que es improbable que los eventos en Hong Kong se extiendan hacia el continente. “El sistema de control, apoyo y vigilancia en el continente es demasiado fuerte”, afirma (yo agregaría que hay un apoyo considerable al statu quo en China, que ha cuadruplicado los ingresos de una persona promedio en las últimas dos décadas). Sin embargo, el erudito manifiesta que el Partido Comunista podría desarrollar desavenencias en torno a cómo encarar las protestas y cómo asegurar que estas no ocurran en el continente. Si el partido tiene la intención de continuar con el camino de no realizar reformas, deberá prepararse para un programa de represión mucho más sistemático. “Y la situación se volverá más tensa dentro del partido si el crecimiento económico comienza a ralentizarse”, agrega Pei.

Dado el nivel económico, es extremadamente inusual que en China no haya surgido ningún movimiento reformista. La explicación es que las élites gobernantes han permanecido unidas respecto a su determinación de mantener un sistema monopartidista

El partido ya se encuentra en medio de algún conflicto interno. La purga del antiguo dirigente principal, Bo Xilai, podría ser la precursora de otras desavenencias. El presidente Xi Jinping parece todopoderoso y claramente está tratando de limpiar el partido y su imagen en el país. Sin embargo, su campaña anticorrupción está inevitablemente derribando figuras poderosas, creando miedos y tensiones y oponiendo facciones.

La solución para China es obvia: una reforma política. Esto ha sido considerado y defendido por varios líderes de peso dentro del partido, desde Li Rui y Zhao Ziyang hasta, más recientemente, Wen Jiabao. En dos entrevistas que le hice a Wen, premier de China desde 2002 hasta 2012 (la más reciente fue cuatro años atrás), insistió en que la reforma política debía seguir a la reforma económica. Dado que dicha reforma amenaza al monopolio del poder en el partido, esto nunca sucedió.

China no se convertirá en una democracia liberal al estilo occidental. Pero debería considerar el ejemplo de Singapur, una ciudad-estado asiática con un sistema monopartidista fuerte, pero también partidos de la oposición legalizados, elecciones razonablemente libres y tribunales realmente independientes. En su famosa visita a Singapur en noviembre del año 1978, el líder chino Deng Xiaoping aprendió acerca del sistema económico de este territorio, antes de comenzar las reformas en su país.  El presidente Xi Jinping obtendría grandes beneficios si realizase pronto un viaje similar a dicha isla.

(c) 2014, Washington Post Writers Group.

En el año 2006, el erudito chino-americano Minxin Pei publicó un libro titulado China's Trapped Transition (La transición retenida de China). En su obra, invocaba la mayor ley establecida en las ciencias políticas, esto es, que con el tiempo los países que crecen económicamente tienden a ser más democráticos (los estados ricos en petróleo son la excepción).  

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