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Todo a babor: Obama se olvida del giro hacia Asia

Su política está completamente centrada en Oriente Medio: negociar con Irán, enviar fuerzas a Irak, apoyar los ataques en Yemen, trabajar con los rebeldes sirios… ¿Qué sucedió con el giro hacia Asia?

Foto: Trabajadores pintan la bandera del Partido Comunista Chino en un mueso de Jiaxing, en la provincia de Zhejiang (Reuters).
Trabajadores pintan la bandera del Partido Comunista Chino en un mueso de Jiaxing, en la provincia de Zhejiang (Reuters).

La política exterior de la Administración de Obama está completamente centrada en el Oriente Medio: negociar el acuerdo con Irán, enviar fuerzas especiales a Irak, apoyar los ataques aéreos sauditas en Yemen, trabajar con los rebeldes sirios… ¿Qué sucedió con el giro hacia Asia?

Recuerde, el argumento básico detrás del giro era que Estados Unidos invirtió en exceso en Oriente Medio, una región propensa a las crisis y cada vez menos importante para el interés nacional estadounidense. Asia, por otro lado, es el futuro. De las cuatro economías más grandes del mundo, tres se encuentran en dicho continente, si se mide por la paridad del poder adquisitivo. Como el último líder de Singapur, Lee Kuan Yew, me dijo a menudo: "Estados Unidos seguirá siendo la potencia dominante del mundo en el Siglo XXI solo si es el poder dominante en el Pacífico".

Y, sin embargo, Estados Unidos se ha metido una vez más hasta el cuello en el pantano de Oriente Medio. El presidente Obama y el secretario de Estado, John Kerry, pasan poco tiempo en Asia. Se han anunciado muy pocas iniciativas realmente novedosas. Y el Acuerdo Estratégico Transpacífico, un pacto comercial que estaba en el centro del giro (asiático), se enfrenta a la oposición del Congreso, principalmente por parte del partido del propio presidente. El Gobierno ha presionado con dureza para conseguir que sus aliados más cercanos despreciaran al Asian Infrastructure Investment Bank de China, solo para ser rechazado por todo el mundo -incluso por Gran Bretaña-.

La futura estabilidad del mundo no dependerá de si los rebeldes houthis ganan o pierden en Yemen (el país ha estado en conflicto casi de forma constante desde 1962); la determinará la forma en que la superpotencia de la actualidad trate con la que está surgiendo, China. Ta y como ha señalado Graham Allison, de Harvard, de los quince casos desde el año 1.500 en los que se ha producido esta transición, el resultado en once ocasiones fue una guerra.

La mayor parte de la atención del giro asiático se ha centrado en disuadir a China. Este es un componente necesario e importante en el intento por mantener la paz y la estabilidad. Es por eso que Estados Unidos ha ampliado su cooperación de seguridad con Japón, Australia, Filipinas y otros países.

Sin embargo, una nueva obra académica excelente (¿La Siguiente Gran Guerra?: Las raíces de la Primera Guerra Mundial y el riesgo del conflicto China-Estados Unidos, co-editado por Richard Rosecrance y Steven Miller) destaca que, además de disuasión, Estados Unidos también tiene que trabajar duro en la cooperación -para integrar a China en el sistema global-.

En esta materia, Washington recibe malas calificaciones hasta el momento. China es actualmente la segunda mayor economía del mundo -en realidad la primera si la medimos por paridad de poder adquisitivo-. Y, sin embargo, su proporción de votos en el FMI es equivalente a la de los Países Bajos y Bélgica juntos. El Congreso de Estados Unidos -debido principalmente a la oposición republicana- se niega a aprobar una legislación que cambie esto, a pesar de que no reducirá la cuota de votación de Estados Unidos en el FMI.

La oposición del Gobierno de Obama para el Asian Infrastructure Bank puede calificarse, sencillamente, como una estupidez. El banco es una forma más de financiar proyectos de infraestructuras en Asia -donde la necesidad de más dinero para este tipo de proyectos es inmensa-. Si China no puede establecer un banco regional para financiar puentes, ¿qué influencia está legítimamente permitida? Por supuesto, después de haber optado por oponerse al banco, la Administración terminó después con el peor de los escenarios: el ser derrotado en una lucha mal escogida.

China tiene una estrategia por el momento: el desarrollo económico dentro del sistema internacional y una esfera de influencia constantemente creciente en la región. En una entrevista el Financial Times, el primer ministro chino Li Keqiang sonaba muy conciliador y cooperativo. Y, sin embargo, su Gobierno está reclamando tierras y la construcción de una pista de aterrizaje en las disputadas Islas Spratly, creando lo que el Pentágono ha definido como "hechos sobre el agua", según el New York Times.

Washington tiene un puño de hierro. Continúa siendo el poder dominante en la fijación de reglas de una manera que, en realidad, nunca ha existido en la historia. Militarmente, juega en su propia liga. Cuenta con más de 50 aliados mientras que China cuenta con Corea del Norte. Pero algo de esto también puede causar problemas. Rosecrance señala que los aliados pueden ser tanto una bendición como una complicación. Fueron los pequeños aliados que hacían cosas absurdas los que arrastraron a las grandes potencias a la Primera Guerra Mundial I. La imprudencia de un imperio de los Habsburgo en declive bien pudo ser la causa más importante de esa guerra. ¿Podría un Japón que se desliza lentamente hacia abajo (y tiene una relación hostil con China) jugar un papel similar en el futuro? Rosecrance solo advierte que EEUU debe tener en cuenta que sus intereses no son idénticos a los de sus aliados.

La Administración Obama tiene que empezar a creer en su propia gran estrategia. Dejen el feudo iraquí y saudí, dejen que Yemen continúe en su guerra civil de cinco décadas, dejen que Irán desperdicie sus recursos en Siria… Washington debería centrar sus energías, atención y esfuerzos en Asia.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

La política exterior de la Administración de Obama está completamente centrada en el Oriente Medio: negociar el acuerdo con Irán, enviar fuerzas especiales a Irak, apoyar los ataques aéreos sauditas en Yemen, trabajar con los rebeldes sirios… ¿Qué sucedió con el giro hacia Asia?

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