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¿Una bomba nuclear de Arabia Saudí? Ni siquiera ha fabricado un coche
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¿Una bomba nuclear de Arabia Saudí? Ni siquiera ha fabricado un coche

Arabia Saudí no fabricará un arma nuclear. Arabia Saudí no puede fabricar un arma nuclear. En pleno año 2015, Arabia Saudí ni siquiera ha fabricado un coche

Foto: Saudíes se arremolinan ante la tumba del rey Abdalá, en Riad, tras la muerte del monarca, el 23 de enero de 2015. (Reuters)
Saudíes se arremolinan ante la tumba del rey Abdalá, en Riad, tras la muerte del monarca, el 23 de enero de 2015. (Reuters)

De varios aspectos desconcertantes del futuro de Oriente Medio, una carrera de armas nucleares estaría en cabeza. Para alimentar esta inquietud, Arabia Saudí ha estado insinuando periódicamente que, si las ambiciones nucleares de Irán no son contenidas, ella misma sólo podrá obtener armas nucleares. La semana pasada, el embajador saudí en Londres realizó una amenaza explícita, advirtiendo que “todas las opciones estarán sobre la mesa”.

¡Ah, por favor! Arabia Saudí no fabricará una herramienta nuclear. Arabia Saudí no puede fabricar un arma nuclear. Arabia Saudí ni siquiera ha fabricado un coche (se espera que en el año 2017, después de mucho esfuerzo, el país pueda crear su primer automóvil).

Arabia Saudí puede cavar fosas subterráneas y bombear el petróleo, pero no mucho más. Los ingresos del petróleo suponen cerca del 45% de su PIB, una cifra asombrosamente alta, mucho mayor que la de los petroestados como Nigeria y Venezuela. Constituye casi el 90% de los ingresos totales del Gobierno saudita. A pesar de décadas de enorme inversión realizada por el Ejecutivo, generosos subsidios y energía barata, la producción supone menos de un 10% del PIB del país.

¿Dónde entrenaría Arabia Saudí a los científicos para trabajar en su programa secreto? El sistema educativo del país está atrasado, es disfuncional y ha sido entregado en gran parte a sus dirigentes religiosos, puritanos y reaccionarios. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el país se encuentra en el puesto 73º en la calidad de su enseñanza de matemáticas y ciencias; una clasificación abismalmente baja para un estado rico. A pesar de 36 años de sanciones y una riqueza per cápita mucho menor, Irán ostenta una clasificación mucho mejor, en el puesto 44.

¿Y quién trabajaría en la supuesta industria nuclear de Arabia Saudí? En un libro penetrante, Karen Elliott House, antiguo periodista del diario The Wall Street Journal, describe el mercado laboral del país: “Una de cada tres personas en Arabia Saudí es extranjera. Dos de cada tres personas con trabajo en cualquier área son extranjeras. Además, en el débil sector privado de Arabia Saudí, íntegramente nueve de cada 10 personas que poseen trabajo no son saudíes... Arabia Saudí, en resumen, es una sociedad en la cual demasiados hombres no desean trabajar en puestos para los cuales están calificados, en donde a las mujeres, en general, no se les permite trabajar, y en la que, como resultado, la mayor parte del trabajo es realizado por extranjeros”.

Nada de esto sugiere que el Reino se encuentra en peligro de colapsar. Al contrario. Pese a que el gasto público sigue aumentando y a que los ingresos del petróleo han decaído, las finanzas del régimen son fuertes. La familia real ha utilizado hábilmente el patrocinio, la política, la religión y la represión para mantener al país estable e inamovible. Sin embargo, esto ha traído como consecuencia un sistema de estancamiento para sus ciudadanos, con una elite dorada que gobierna por encima del común de los mortales, y que dispone de sumas de dinero casi inimaginables.

Pánico frente a Irán

La creciente firmeza de Arabia Saudí ha sido interpretada como estratégica. De hecho, es una respuesta emocional y de pánico frente a Irán, alimentada en gran medida, por un tradicional fanatismo antichií. Es una estrategia de farsa de resentimiento. En octubre de 2013, después de haber gastado millones de dólares y años en una campaña para obtener un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, rechazó abruptamente el puesto en el último minuto, señalando que estaba molesto por la política de los Estados Unidos en su región.

Su ofensiva aérea en Yemen, que es su activismo internacional más reciente, ha supuesto un grave fracaso. Bruce Riedel, antiguo asistente de la Casa Blanca, dice que el daño a los civiles y la infraestructura física “han creado una animosidad considerable entre los yemeníes y sus ricos vecinos del Golfo, que envenenará las relaciones por años. Los yemeníes siempre expresaron resentimiento hacia sus hermanos ricos; ahora muchos querrán venganza”. Señala que la campaña aérea está siendo dirigida por el nuevo ministro de Defensa, el hijo del rey, de 29 años, que no posee experiencia alguna en asuntos militares o en mucho más.

¿No podría Arabia Saudí simplemente comprar una bomba nuclear? Eso es altamente improbable. De realizarse, tendría que ser en secreto, bajo la amenaza de sanciones, represalia e intercepción occidental. Arabia Saudí depende en gran parte de los extranjeros y de sus empresas para que la ayuden con su industria energética, a construir su infraestructura, para que compren su petróleo y vendan sus bienes y servicios. Si estuviese aislada como Irán o Corea del Norte, su sistema económico entero colapsaría.

Se suele afirmar que Pakistán vendería armas nucleares a los saudíes. Además, es cierto que estos han rescatado a Pakistán varias veces. Sin embargo, el Gobierno en Islamabad es absolutamente consciente de que tal acuerdo lo convertiría en una paria, y tendría que enfrentarse a sanciones por sí mismo. Es muy improbable que se arriesgue, aunque fuera para complacer a su “protector” en Riad. En abril, Pakistán rechazó varias peticiones saudíes para unirse a la campaña aérea en Yemen.

Así que permítanme hacer una predicción: sin importar lo que suceda con el programa nuclear de Irán, dentro de diez años Arabia Saudí no tendrá armas nucleares. Porque no puede.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

De varios aspectos desconcertantes del futuro de Oriente Medio, una carrera de armas nucleares estaría en cabeza. Para alimentar esta inquietud, Arabia Saudí ha estado insinuando periódicamente que, si las ambiciones nucleares de Irán no son contenidas, ella misma sólo podrá obtener armas nucleares. La semana pasada, el embajador saudí en Londres realizó una amenaza explícita, advirtiendo que “todas las opciones estarán sobre la mesa”.

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