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Putin provoca desmayos

Dentro de unas décadas nos alegrará que Barack Obama haya elegido el camino de Eisenhower para obtener el poder mundial y no el de Vladimir Putin

Foto: El presidente ruso, Vladimir Putin, posa para las cámaras durante una jornada de pesca en  Krasnoyarsk, Siberia, el 20 de julio de 2013 (Reuters).
El presidente ruso, Vladimir Putin, posa para las cámaras durante una jornada de pesca en Krasnoyarsk, Siberia, el 20 de julio de 2013 (Reuters).

Vladimir Putin tiene embelesadosa los responsables de la política exterior de EEUU. Un columnista admira su“firmeza”, que lo ha colocado “en el asiento del conductor” en Oriente Medio. Mientras, un diplomático veterano apunta, con seriedad, que estamos en “el punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial para la influencia y el compromiso de los Estados Unidos en la región”. Y un erudito declara: “Desde el final de la Guerra Fría, hace un cuarto de siglo, nunca Rusia había sido tan asertiva ni Washington tan condescendiente".

Es cierto que ya ha transcurrido un cuarto de siglo desde que Moscú era altamenteintervencionista más alláde sus fronteras. La última vez que realizó este tipo de acciones, a fines de la década de los70 y 80, invadió Afganistán e intervino también en otros países. En aquel momento,los analistasaclamaron igualmente aquellas acciones como señalesde que los rusosestaban ganando la Guerra Fría. ¿Cómo funcionó aquellopara la Unión Soviética?

Las elites de la política exterior de Washington han desarrollado una actitud que confunde acciónconlogro. Asumen que cada crisis en el mundo puede y debeser resuelta por una reafirmación vigorosa de poder estadounidense, preferentemente poder militar. La incapacidad de hacerlo significa pasividad y produce debilidad. Según esta lógica, Rusia e Irán son los nuevos señores deOriente Medio.No parece importar que esos países estén tratando desesperadamente de reforzar a un aliado que está naufragando. Su cliente, los alauitas de Siria, son un régimen minoritario que representan menos del 15% de la población del país y que hacen frente auna serie de insurrecciones mortíferas, apoyadas por vastos sectores de la sociedad. Irán está drenando sus recursos en Siria. Además, si Moscú y Teherán, de alguna manera yen contra de lo esperado, ganan, se harán con Siria, que no es un premio, sino un hervidero. Estados Unidos ha estado en el “asiento del conductor” en Afganistán durante14 años. ¿Acaso elloha fortalecido a EEUU?

En las décadas de 1870 y 1880, los mayores poderes de Europa luchabanpara ganar influencia en África, las últimas tierras no reclamadas del mundo. Todas las naciones menos una: Alemania. Su canciller con mirada de acero, Otto von Bismarck, creía que tal intervención agotaríael poder de Alemania y desviaría su enfoque de sus desafíos estratégicos centrales. Cuando se le mostró un mapa del continente para tentarlo, él respondió: “su mapa de África está muy bien pero mi mapa de África yace en Europa. Aquí está Rusia y aquí está Francia y nosotros estamos en el medio. Ese es mi mapa de África”.

Imaginemos quelos intervencionistas de hoy en día e salieran con la suya,el presidente Obama intensificase suparticipación en la guerra y el régimen de Asad cayera. ¿Cuál sería el resultado? Aquí hay algunas pistas:Washington destituyó el régimen de Sadam Husein en Irak (el vecino de la casa de al lado de Siria, con muchas de las mismas tribus y divisiones sectarias); hizo mucho más en Irak de lo que cualquiera haya pedido por Siria, desplegar hasta 170.000 soldados sobreel terrenoy gastar cerca de 2.000 millones de dólares.Y, sin embargo, aquello terminó en una catástrofe humanitaria, con aproximadamente 4 millones de civiles desplazados y, al menos, 150.000 asesinados.

Washington destituyó al régimen de Muammar el Gadafi en Libia, pero eligió dejar la construcción de la nación para los locales. El resultado ha sido lo que 'The New Yorker'llama “un páramo desvastadopor la batalla”. En Yemen, Estados Unidos apoyó el cambio del gobierno y las nuevas elecciones:el resultado fue una guerra civil que está dividiendo al país. Aquellos que están tan seguros de que la intervención en Siria salvaría vidas, deberían al menos detenerse y sopesar las consecuencias humanitarias de las últimas tres experiencias.

En la biografía, brillante ycomprensiva, que escribió Niall Ferguson sobrela juventud de Henry Kissinger, me asombró cómo el ambiente actual se asemeja al de 1950. Ahora tenemos la idea de que esa década supone la máxima marca alcanzada por Estados Unidos pero, en ese tiempo, las elites de la política exterior norteamericanas se desesperaban porque Washington parecía paralizadofrente al activismo soviético.“Quince años más de (semejante) deterioro para nuestra posición en el mundo”, escribió Kissinger en el comienzo desu libro 'La necesidad de elegir', de 1961, "nos reduciría a una 'FortalezaEstados Unidos' en un mundo en el que nos habríamosconvertido en tremendamente irrelevantes”. Unos pocos años antes, en el libro que lanzó su carrera, 'Armas nucleares y política exterior', Kissinger había abogado el empleo táctico de armas nucleares para tener alguna herramienta pararesponder al activismo soviético. Y Kissinger fue uno de los más sobrios e inteligentes de todos.

En la década del 1950abundaron lo que parecen ser, en retrospectiva, propuestas altamente peligrosas diseñadas para demostrar el vigor de Estados Unidos, desde la destitución de Gamal Abdel Nasser de Egipto a confrontaciones militares en Hungría, hasta el uso de armas nucleares sobre Taiwán. Los expertos estaban escandalizados por el hecho de que Vietnam del Norte y Cuba se hubiesen convertido en satélittes comunistas mientras que Estados Unidos simplemente se sentabay observaba.

En medio de este clamor para la acción, un hombre, el presidente Dwight Eisenhower, mantuvo su frialdad, incluso después de que cayera su aprobación en las encuestas (La administración Kennedy/Johnsos terminócon la pasividad, especialmenteen Cuba y Vietnam, con resultados desastrosos). Creo que dentro de unas décadas nos alegrará queBarack Obama haya elegidoel camino de Eisenhower para obtener el poder mundial y no el de Putin.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

Vladimir Putin tiene embelesadosa los responsables de la política exterior de EEUU. Un columnista admira su“firmeza”, que lo ha colocado “en el asiento del conductor” en Oriente Medio. Mientras, un diplomático veterano apunta, con seriedad, que estamos en “el punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial para la influencia y el compromiso de los Estados Unidos en la región”. Y un erudito declara: “Desde el final de la Guerra Fría, hace un cuarto de siglo, nunca Rusia había sido tan asertiva ni Washington tan condescendiente".

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