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EEUU sigue dominando pero debe permanecer fuerte

Pese al dominio estadounidense, otros países ganan terreno. Y aunque el PIB no lo es todo, es un reflejo de la realidad: ningún país puede imponer su voluntad al resto

Foto: Ceremonia de homenaje a las víctimas de los ataques de 1993 contra el World Trade Center, en Nueva York (Reuters).
Ceremonia de homenaje a las víctimas de los ataques de 1993 contra el World Trade Center, en Nueva York (Reuters).

Las posturas de Donald Trump respecto a las políticas públicas han cambiado a lo largo de los años, meses, incluso días. La semana pasada, pudo expresar dos pensamientos contradictorios en una sola oración: “No deseo tener pistolas en las aulas, aunque en algunos casos las maestras deberían tenerlas, francamente”. Sin embargo, ha sido absolutamente consistente en un tema: “Este país es un infierno. Estamos empeorando rápidamente”. Esta noción de un país en deterioro está en el epicentro de la campaña de Trump y en su mensaje: lograr que Estados Unidos sea grande otra vez

De hecho, cada vez resulta más claro que, en los últimos años, Estados Unidos ha reforzado su posición como la potencia económica, tecnológica, militar y política más importante del mundo. El país domina prácticamente todas las industrias principales, desde redes sociales hasta telefonía móvil, nanotecnología y biotecnología, como nunca antes. Se ha transformado a sí mismo en una superpotencia energética, en el mayor productor de petróleo y gas del mundo, mientras también avanza en la vanguardia de la revolución tecnológica verde. Y es demográficamente vibrante, aunque todos sus pares económicos principales (Japón, Europa e incluso China) se enfrentan al declive demográfico

Joshua Cooper Ramo, autor de un libro inteligente -'The Seventh Sense' (El séptimo sentido)- argumenta que en una era de redes sociales, el ganador generalmente se lo lleva todo. Señala que hay nueve plataformas de tecnología globales (Google Chrome, Microsoft Office, Facebook, etcétera) que son utilizadas por más de mil millones de personas. Todas dominan sus mercados respectivos y todas son estadounidenses. El dólar se utiliza actualmente con más frecuencia para transacciones financieras internacionales que 20 años atrás. 

China posee una influencia creciente en el mundo, tal como demuestra el Banco Asiático de Inversión. Poderes regionales en ascenso, como Arabia Saudí y Turquía, defienden sus propios intereses en el Oriente Medio y a menudo trastocan los esfuerzos estadounidenses

En un par de ensayos, los eruditos Stephen Brooks y William Wohlforth señalan que China es lo más parecido que tiene Estados Unidos a un rival creciente pero solo en una medida, el PIB. Brooks y Wohlforth afirman que una medida mejor y más extensa de poder económico es la “riqueza inclusiva”. Esto es la suma “del capital manufacturado (calles, edificios, máquinas y equipamiento), capital humano (habilidades, educación, salud) y capital natural (recursos del subsuelo, ecosistemas, la atmósfera)” de una nación. La riqueza inclusiva de Estados Unidos alcanza casi los 144.000 millones en 2010, 4,5 veces los 32.000 millones de China. 

China se encuentra muy por detrás de Estados Unidos en su habilidad para sumar valor a los bienes y crear nuevos productos. Brooks y Wohlforth apuntan que la mitad de las exportaciones de China, son partes importadas al gigante, reunidas allí, y luego exportadas al extranjero, en su mayoría para las multinacionales occidentales. Los autores también sugieren que los pagos por la propiedad intelectual son una medida clave de la fuerza tecnológica. En 2013, China recibió menos de 1.000 millones, mientras Estados Unidos recibió 128.000 millones. En el año 2012, Estados Unidos registró siete veces patentes “triádicas”, aquellas otorgadas en Estados Unidos, Europa y Japón. 

En el ámbito militar y político, el dominio es incluso más desequilibrado. Hay varias maneras para medir esto, pero tomemos solamente una: la forma más potente de proyección de fuerzas, los portaaviones. Estados Unidos opera diez. China actualmente posee uno, una nave ucraniana de segunda mano que debió retro-adaptar. En el ámbito de la guerra de la alta tecnología (drones, aviones invisibles), el liderazgo de Washington es aún mayor. Y tal vez es más importante que Estados Unidos tiene una red de aliados alrededor del mundo y en realidad está adquiriendo nuevos y relevantes como India y Vietnam. Mientras tanto, China posee un aliado militar: Corea del Norte

La complejidad del sistema internacional actual es que, a pesar de este dominio estadounidense, otros países han ganado terreno. En el año 1990, la participación de China en el PIB mundial era del 1,7%. Hoy en día, es un 15%. Los países en desarrollo, en su conjunto, han ido desde cerca del 20% de la economía mundial a un 40% en el mismo período. Y aunque el PIB no lo es todo, es un reflejo de la realidad de que ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede imponer su voluntad en el resto

Intenté describir este escenario emergente en mi libro de 2008, “The Post-American World”, en el cual escribí: “Washington todavía no posee un rival verdadero, y no lo tendrá por un largo tiempo, pero se enfrenta un número creciente de restricciones”. China posee una influencia creciente en el mundo, tal como pudo observarse en su habilidad para crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura el año pasado, por encima de las objeciones de Washington. Poderes regionales en ascenso, como Arabia Saudí y Turquía, defienden sus propios intereses en el Oriente Medio y a menudo trastocan los esfuerzos estadounidenses. Incluso Pakistán, un aliado y beneficiario de la ayuda, desafía silenciosamente a Estados Unidos en Afganistán al soportar a los talibanes. 

La realidad es que Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial, pero solo puede alcanzar sus objetivos si determina sus intereses ampliamente, trabaja con otros y crea una red de cooperación. Eso, desafortunadamente, no encaja en un sombrero de campaña

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2016, The Washington Post Writers Group

Las posturas de Donald Trump respecto a las políticas públicas han cambiado a lo largo de los años, meses, incluso días. La semana pasada, pudo expresar dos pensamientos contradictorios en una sola oración: “No deseo tener pistolas en las aulas, aunque en algunos casos las maestras deberían tenerlas, francamente”. Sin embargo, ha sido absolutamente consistente en un tema: “Este país es un infierno. Estamos empeorando rápidamente”. Esta noción de un país en deterioro está en el epicentro de la campaña de Trump y en su mensaje: lograr que Estados Unidos sea grande otra vez

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