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¿Hasta cuándo ignoraremos el sufrimiento de Siria?

EEUU se ha convertido en una vergüenza internacional. Ha prometido aceptar a 10.000 sirios pero en 2015 recibió a 2.192. Gracias a su distancia del conflicto, puede ser selectivo

Foto: Civiles y miembros de la defensa civil buscan supervivientes tras un bombardeo ruso en Idlib, Siria, el 30 de mayo de 2016. (Reuters)
Civiles y miembros de la defensa civil buscan supervivientes tras un bombardeo ruso en Idlib, Siria, el 30 de mayo de 2016. (Reuters)

Cuando la guerra en Siria se tornó más intensa y se extendió por sus fronteras, me mostré escéptico acerca de que fuera posible una solución militar estadounidense a los complejos problemas políticos y religiosos en el centro de la crisis. Sigo siendo escéptico y me alegra que la Administración Obama haya sido reacia a participar en una intervención a gran escala. Pero me entristece el que no se haya comprometido a una acción humanitaria a gran escala. La distinción es importante.

Durante la mayor parte de los últimos 75 años, Estados Unidos ha sido el 'humanitario' del mundo. Ha proveído la mayor ayuda al extranjero y recibido a la mayoría de los refugiados. Durante décadas, EEUU recibió cerca del 50% del número total de aquellos que fueron reasentados en tierras extranjeras. Ya no más. La ayuda estadounidense en la crisis siria se ha igualado a la de la Unión Europea, y ninguna de las dos 'potencias' está haciendo lo suficiente.

En cuanto a los refugiados, Estados Unidos se ha convertido en una vergüenza internacional. Ha prometido aceptar a 10.000 sirios pero el año pasado recibió solamente a 2.192 y está luchando para recibir a más, a pesar de que, gracias a su distancia del conflicto, puede ser selectivo. Mientras tanto, Canadá, con una población de alrededor de una décima parte de la de EEUU, ya ha reasentado a 25.000 sirios. Alemania ha afrontado la llegada de cientos de miles de refugiados que buscan asilo y ha prometido reasentar a más de 40.000.

Sin embargo, algunos de los países más pobres están poniendo en evidencia a los más ricos del mundo. El Líbano actualmente alberga más de un millón de refugiados registrados, conformando un cuarto de la población del país. Jordania no se queda muy atrás, con alrededor de 650.000. Y Turquía hospeda a cerca de tres millones. Estos países necesitan ayuda en una escala totalmente diferente a la que están recibiendo.

Además, tradicionalmente, Washington ha tomado la delantera en establecer la agenda para la acción humanitaria, acorralar a otros países para que realicen donaciones, aceptar refugiados y proveer fuerzas para operaciones destinadas al mantenimiento de la paz. Hoy en día, la Administración está actuando en algunos de estos ámbitos. No obstante, aún no es proporcional a la inmensidad del sufrimiento.

Siria es una tragedia humana de proporciones épicas. Aproximadamente 400.000 personas han muerto, 6,5 millones son desplazados internos y casi cinco millones han huido del país. Algunos dirán que esta es precisamente la razón por la que deberíamos enviar más tropas, bombardear más blancos y establecer zonas seguras en el país. Pero esto presupone que tenemos un socio local con quien trabajar y, más crucial, que hay algún orden político que podríamos ayudar a establecer que sería efectivo y legítimo a los ojos de los sirios. Sin esos ingredientes, la intervención militar extranjera se convierte en un caos y en una ocupación colonial.

Sin embargo, lo que sí puede hacer Washington es intentar responder a la crisis con una serie de esfuerzos humanitarios parejos a la magnitud de la tragedia. El presidente Obama debería dirigirse al público estadounidense y describir el sufrimiento humanitario, recordarnos las mejores tradiciones de nuestra nación y urgir al Congreso que lo apoye a proveer más ayuda, a recibir más refugiados y apuntar a mayores esfuerzos colaborativos a nivel internacional. Debería nombrar a George W. Bush y a Bill Clinton como los embajadores especiales del país para la acción humanitaria en Siria.

Donald Trump lo criticará. Los republicanos aumentarán el espectro del terrorismo. No obstante, están equivocados y Trump debería decirlo. Los estadounidenses siempre han sido cautelosos al aceptar refugiados. Una gran mayoría se opuso a hospedar a alemanes (judíos) en la década de 1930 e, incluso, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya sabíamos acerca del Holocausto. El 55% se opuso a recibir a los húngaros tras la invasión soviética en 1956, y el 57% a aceptar a la 'tripulación' de Indochina tras la caída de Saigón en 1975. No obstante, los líderes estadounidenses insistieron y todos estos grupos fueron aceptados, asimilados y se han convertido en partes vitales de la sociedad estadounidense.

Obama no se está postulando, como hace cuatro años, para la reelección. Ha sido audaz en otras áreas, al proponer políticas que sabe que el Congreso rechazará con la esperanza de cambiar el debate. ¿Por qué no en la única mayor fuente de sufrimiento humanitario en el mundo ahora?

El problema no afecta solo al derecho político o a la Administración Obama. ¿Dónde está Bernie Sanders, que está muy preocupado acerca de los estadounidenses que no pueden pagar las universidades, pero parece en gran medida indiferente a los sirios que no logran mantenerse vivos? ¿Dónde están las estrellas de rock del mundo, que alguna vez cantaron 'We are the World' (Somos el mundo) y escenificaron un concierto benéfico en vivo para luchar contra la pobreza en África? Millones de hombres, mujeres y niños sirios están huyendo de sus casas, viviendo entre la mugre y perdiendo sus vidas. ¿Dónde estamos todos?

*La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2016, The Washington Post Writers Group

Cuando la guerra en Siria se tornó más intensa y se extendió por sus fronteras, me mostré escéptico acerca de que fuera posible una solución militar estadounidense a los complejos problemas políticos y religiosos en el centro de la crisis. Sigo siendo escéptico y me alegra que la Administración Obama haya sido reacia a participar en una intervención a gran escala. Pero me entristece el que no se haya comprometido a una acción humanitaria a gran escala. La distinción es importante.

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