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Trump y el arte de la sucia mentira

Este ha sido el modelo de Trump durante toda su vida. Se jacta de sus empresas, de sus edificios, de sus libros, de sus mujeres... La mayor parte de ello es un mejunje de hipérboles y falsedades

Foto: Donald Trump saluda a los asistentes durante la convención nacional republicana de Cleveland (Reuters).
Donald Trump saluda a los asistentes durante la convención nacional republicana de Cleveland (Reuters).

Hace unos días, me pidieron en la CNN que explicara el último caso de Donald Trump diciendo algo manifiestamente falso para después justificarlo con un tweet hiriente y una entrevista indignante. Comenté que existe un patrón y que hay un término para una persona que hace este tipo de cosas: un "artista de la sucia mentira". Mi comentario provocó felicitaciones y críticas por parte de votantes de ambos bandos, pero no utilicé esas palabras por casualidad. Trump es muchas cosas, algunas de ellas oscuras y peligrosas, pero, en su corazón, es un artista de la mentira.

Harry Frankfurt, un eminente filósofo y antiguo profesor de Princeton, escribió un ensayo brillante en 1986 titulado "Sobre la sucia mentira" (el propio Frankfurt escribió sobre Trump y esta actitud, al igual que Jeet Heer y Eldar Sarajlic). En dicho ensayo, Frankfurt hacia una distinción crucial entre mentiras y "sucias mentiras": "Contar una mentira es un acto con un enfoque nítido. Está diseñado para insertar una falsedad particular en un punto específico... para inventar una mentira absoluta (quien la cuenta) debe pensar que sabe cuál es la verdad".

Pero alguien cautivado por la "sucia mentira", explicaba Frankfurt, "no está ni en el lado de la verdad ni en el lado de la falsedad. No mira en absoluto a los hechos... excepto cuando puede ser pertinente para sus intereses". El exprofesor de Princeton escribe que quienes cuentan "sucias mentiras" se centran "más en lo panorámico que en lo particular", y que "tienen más espacio para la improvisación, para el color, para un juego imaginativo. Es una cuestión menos de artesanía y más de arte".

Este ha sido el modelo de Donald Trump durante toda su vida. Se jacta -y se jacta y sigue jactándose- de sus empresas, de sus edificios, de sus libros, de sus mujeres... La mayor parte de ello es un mejunje de hipérboles y falsedades. Y, cuando es descubierto, actúa como el tipo que en un bar hace comentarios salvajes y que, cuando alguien le responde con la verdad, responde rápidamente: "¡Ya lo sabía!".

Observen el acontecimiento que impulsó su campaña política, el 'birtherism' (el movimiento que puso en duda que Obama hubiera nacido en Hawái). El magnate dijo en 2011 que había enviado investigadores y que "no podían creer lo que estaban descubriendo". Eso fue hace cinco años

Pensemos, por un instante, en el ejemplo más extraordinario, su no-relación con Vladimir Putin. En mayo de 2014, dirigiéndose al National Press Club, Trump dijo: "He estado en Rusia, he estado en Moscú recientemente y hablé, directa e indirectamente, con el presidente Putin, quien no pudo ser más amable". En noviembre de 2015, en un debate en la Fox, dijo de Putin: "Claro que lo conozco bien, porque los dos estuvimos en '60 Minutos' (un programa de televisión de la CBS)".

¿Realmente pensaba Trump que puedes decir algo como eso en directo en televisión y que nadie lo comprobaría? ¿Llegó a pensar que nadie se daría cuenta de que dicho programa de '60 Minutos' consistía en dos entrevistas separadas y pregrabadas, con Putin en Moscú y Trump en Nueva York? (según esa lógica, yo debería conocer muy bien a Franklin Roosevelt porque le he dedicado varios espacios en mi programa de televisión).

De hecho, Trump estaba "mintiendo suciamente". Se considera importante, una celebridad global, el tipo de hombre que debería o podría haber conocido a Putin. ¿Qué importa que realmente no lo haya conocido?.

Observen el acontecimiento que impulsó su campaña política, el 'birtherism' (el movimiento que puso en duda que Obama hubiera nacido en Hawái y que el propio Trump lideró). El magnate dijo en 2011 que había enviado investigadores a Hawái y que éstos "no podían creer lo que estaban descubriendo". Durante semanas, Trump siguió diciendo que había importantes novedades que pronto daría a conocer. Le dijo a George Stephanopoulos, "vamos a ver todo lo que pasa". Eso fue hace cinco años, en abril de 2011. No pasó nada.

De hecho, en primer lugar, parece muy improbable que Trump mandase investigadores a Hawái. En 2011, Salon pidió al abogado de Trump, Michael Cohen, algún detalle sobre dichas investigaciones. Cohen explicó que aquello era secreto. Lo mismo que ha dicho Trump sobre su plan para derrotar al Estado Islámico: que no puede revelarlo. También ha asegurado que tiene una estrategia para ganar con ventaja estados demócratas, pero no quiere concretar cuáles. Por supuesto, estas no son estrategias secretas. Son, simplemente, sucias mentiras.

Harry Frankfurt concluye que los mentirosos y los que dicen la verdad son sumamente conscientes de hechos y verdades. Solo están eligiendo jugar en lugares opuestos del mismo juego para servir a sus propios intereses. Sin embargo, el artista fanfarrón ha perdido toda conexión con la realidad. No presta atención a la verdad. “En virtud de esto”, escribe, “la charlatanería es un mayor enemigo de la verdad que las mentiras”.

Vemos las consecuencias. Mientras la charla disparatada continúa, la verdad y la realidad han desaparecido de esta campaña. Donald Trump ha acumulado tan vastas cantidades de su producto en el ámbito político que el hedor actual es abrumador e inaguantable.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2016, The Washington Post Writers Group

Hace unos días, me pidieron en la CNN que explicara el último caso de Donald Trump diciendo algo manifiestamente falso para después justificarlo con un tweet hiriente y una entrevista indignante. Comenté que existe un patrón y que hay un término para una persona que hace este tipo de cosas: un "artista de la sucia mentira". Mi comentario provocó felicitaciones y críticas por parte de votantes de ambos bandos, pero no utilicé esas palabras por casualidad. Trump es muchas cosas, algunas de ellas oscuras y peligrosas, pero, en su corazón, es un artista de la mentira.

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