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Los que se alegran de la victoria de Trump

El éxito del heterodoxo candidato republicano ha sido saludado a lo largo y ancho del planeta por numerosas fuerzas con una sola cosa en común: su interés por acabar con el orden existente

Foto: El presidente de Zimbabwe Robert Mugabe estrecha la mano de Vladímir Putin en Moscú, en mayo de 2015 (Reuters)
El presidente de Zimbabwe Robert Mugabe estrecha la mano de Vladímir Putin en Moscú, en mayo de 2015 (Reuters)

Gran parte del mundo está en estado de 'shock' por el éxito electoral de Donald Trump, pero los hay que están encantados. “Ha sido una victoria para las fuerzas que se oponen a la globalización, que luchan contra la inmigración ilegal y están en favor de estados étnicamente limpios”, declaró un portavoz de Amanecer Dorado, el partido de ultraderecha de Grecia, al que a veces es descrito como neonazi. Viktor Orban, el primer ministro húngaro que ha dicho que quiere construir un “estado iliberal” en su país, ha saludado los resultados como “grandes noticias”. El vicesecretario del ultraderechisa Frente Nacional francés, visto históricamente como un partido ultranacionalista y antisemita, estaba exultante también.

No se te puede juzgar por quién aprueba tus acciones, pero merece la pena intentar entender qué celebran los admiradores de Trump. En algunos casos, su atractivo es estar contra la corrección política.Beppe Grillo, el antiguo cómico que dirige el Movimiento Cinco Estrellas de Italia, ha señalado que como Trump, su partido ha sido considerado sexista y populista pero a la gente le ha dado igual. 'The Guardian', que ha recopilado muchas de estas respuestas, publica que Grillo apoyó a los partidarios de Trump por ser capaces de filtrar la información de los medios y enviar un enorme “que os j...” a los “masones, banqueros y corporaciones chinas”.

Para otros, es ese sentido de camaradería entre hombres fuertes a quienes no les importan los derechos humanos. El dictador sirio Bachar Al Asad ha asegurado que Trump es un “aliado natural”. Rodrigo Duterte, el autoritario líder de Filipinas, ha dicho de él: “A los dos nos gusta decir palabrotas, somos iguales”. Duterte ha sido hostil a Estados Unidos porque Washington ha criticado las ejecuciones extrajudiciales y los abusos de derechos humanos que han marcado su mandato. Robert Mugabe, que en sus 36 años en el poder en Zimbabue ha destruido la economía y las libertades de esa nación, también se ha mostrado esperanzado. Un editorial a página completa en un diario estatal alabó la elección del “poderoso Trump”, y el dictador de 92 años ha descrito a Trump como un “amigo”. Sin duda, Duterte y Mugabe esperan que una Administración Trump sea blanda con ellos.

Lo que une a los admiradores extranjeros de Trump es la idea de que el orden global existente está podrido y debería caer. Muchos de sus partidarios domésticos estarían de acuerdo. Todos los partidos europeos que celebran la victoria de Trump buscan la destrucción de la Unión Europea y, de forma más general, la comunidad occidental férreamente unida alrededor de valores e intereses compartidos. Casi todos son chocantemente prorrusos porque ven en la Rusia de Vladímir Putin un país que busca activamente erosionar el sistema internacional actual. Muchos de esos grupos reciben apoyo abierto o encubierto de Rusia y se benefician de la ciberguerra del Kremlin. “Todos necesitamos instrumentalizar juntos [la elección de Trump] para remodelar la relación transatlántica, y para acabar con los grandes conflictos en Ucrania y Siria junto a Rusia”, ha dicho Frauke Petry, líder del partido ultranacionalista Alternativa para Alemania, según el 'Guardian'.

¿Pero qué es esa globalización a la que se oponen estas personas? Después de 1945, tras una Gran Depresión y dos guerras mundiales, las naciones occidentales establecieron un sistema internacional que se caracterizaba por reglas que hacían honor a la soberanía nacional, permitían el florecimiento del comercio global, y promovían el respeto a los derechos humanos y las libertades. Este orden produjo el período de paz más prolongado de la historia entre los principales poderes del mundo, un crecimiento económico amplio que creó grandes clases medias en Occidente, el renacer de Europa, el desarrollo de los países pobres, la salida de la pobreza de cientos de millones de personas y la expansión de la libertad a lo largo del planeta.

El papel de EEUU en todo ello fue central. Estableció la agenda y proporcionó seguridad, lo que iba más allá de simplemente disuadir a la URSS y otros poderes agresivos. Radek Sikorski, el exministro de Exteriores de Polonia, explica: “La influencia de EEUU y sus compromisos han sido nuestra coraza de seguridad. Han permitido que las rivalidades nacionales de Europa siguieran dormidas. Si retiras esas garantías, Europa podría volverse muy inestable”. Y recuerden, la Unión Europea es el mayor mercado del mundo y el principal socio comercial de EEUU.

Para EEUU, “la globalización” ha producido enormes ventajas. Con solo el 5% de la población mundial, EEUU domina la economía global, desde la tecnología a la educación, pasando por las finanzas o las energías limpias. Uno de cada cinco empleos en Estados Unidos es resultado del comercio, y ese número crece rápidamente. EEUU mantiene la reserva de divisas del mundo, lo que le da una enorme ventaja económica.

Los beneficios del crecimiento y la globalización no han sido compartidos de forma igualitaria, y el ritmo del cambio causa ansiedad en todas partes. Pero hay razones para invertir en la gente, mejorar su capacidades e integrar mejor a las comunidades. No hay razones para destruir el sistema internacional más pacífico y productivo creado jamás en la historia de la humanidad.

Gran parte del mundo está en estado de 'shock' por el éxito electoral de Donald Trump, pero los hay que están encantados. “Ha sido una victoria para las fuerzas que se oponen a la globalización, que luchan contra la inmigración ilegal y están en favor de estados étnicamente limpios”, declaró un portavoz de Amanecer Dorado, el partido de ultraderecha de Grecia, al que a veces es descrito como neonazi. Viktor Orban, el primer ministro húngaro que ha dicho que quiere construir un “estado iliberal” en su país, ha saludado los resultados como “grandes noticias”. El vicesecretario del ultraderechisa Frente Nacional francés, visto históricamente como un partido ultranacionalista y antisemita, estaba exultante también.

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