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Mujeres en política: ante la duda hay que crucificarlas
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Mujeres en política: ante la duda hay que crucificarlas

Viviendo en el corazón de Europa resulta a menudo divertido escuchar cómo los periodistas españoles creen saber lo que se dice de nuestro país en la

Viviendo en el corazón de Europa resulta a menudo divertido escuchar cómo los periodistas españoles creen saber lo que se dice de nuestro país en la prensa extranjera. Al parecer, según algunos, el patinazo de la ministra Carme Chacón sobre la retirada de Kosovo ha sido analizado, comentado y editorializado en los periódicos europeos y norteamericanos, lo cual mostraría el interés con que el mundo sigue las evoluciones de la política que lidera, con más o menos acierto, José Luis Rodríguez Zapatero.

 

La realidad es bastante distinta, muy a nuestro pesar. España no está apenas presente en la prensa estadounidense, y tampoco es noticia de portada ni motivo de editorial en la prensa europea en general y alemana en particular. Esto tiene dos explicaciones. Una, la crisis de la prensa escrita, en la que las noticias de temas de internacional cada vez tienen menos espacio reservado. Dos, la escasa presencia internacional de nuestros líderes, que se traduce en un mínimo protagonismo en los medios de comunicación mundiales.

Dicho esto, el supuesto faux pas de nuestra ministra de Defensa sobre el asunto Kosovo tiene, en mi opinión, una carga añadida que no está en relación directa con el eco que haya tenido en los medios de comunicación fuera de España. El asunto de fondo es el placer extraordinario que se experimenta al hincarle el diente a una mujer que brilla en política. Con más o menos preparación, con más o menos apoyos del jefe máximo, con más o menos méritos propios. Lo que cuenta, en un mundo en el que los hombres políticos se sienten amenazados por las mujeres fuertes e inteligentes, es acabar con ellas cuanto antes, darles una cura de humildad y arrinconarlas en una esquina. Castigarlas por su atrevimiento. Aunque se trate de  un error menor, o de  un fallo de comunicación. Este es el mundo en el que se intenta acabar con una portavoz del PP en el Congreso engañándola y haciéndola posar como femme fatale y luego ridiculizándola en la primera plana de un periódico de tirada nacional.

Ellos no perdonan

Ellas, las mujeres políticas, no son tontas, saben dónde se meten y saben que pisan un terreno lleno de minas que a veces han colocado sus propios compañeros. Es el caso también de la canciller Merkel, aquí en Alemania, a la que atacan tirios y troyanos, desde todos los ángulos, y sobre todo, desde su propio partido. La acusan, todos al mismo tiempo, de ser demasiado ‘socialista’, de ser demasiado liberal, de ser tibia, de no lanzarse a seguir el ejemplo de Obama con sus innumerables planes de rescate, de ser protestante, divorciada y del Este en una democracia cristiana fundamentalmente renana y bávara. De dejarle el protagonismo europeo a Sarkozy, de no haber sido convocada todavía a la Casa Blanca, de ser demasiado complaciente con Rusia, o de ser demasiado Madame Non en Bruselas.

El caso es atacar a una mujer que está intentando -y consiguiendo- que Alemania sufra lo menos posible las consecuencias de una crisis que en otros países está siendo devastadora. Los varones no soportan que esta mujer conserve la calma y siga su camino, rechazando las demandas de estos señores tan listos de adelantar las elecciones.

Viviendo en el corazón de Europa resulta a menudo divertido escuchar cómo los periodistas españoles creen saber lo que se dice de nuestro país en la prensa extranjera. Al parecer, según algunos, el patinazo de la ministra Carme Chacón sobre la retirada de Kosovo ha sido analizado, comentado y editorializado en los periódicos europeos y norteamericanos, lo cual mostraría el interés con que el mundo sigue las evoluciones de la política que lidera, con más o menos acierto, José Luis Rodríguez Zapatero.

Carme Chacón