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Merkel y la Europa del Hambre
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

Merkel y la Europa del Hambre

En los últimos doscientos años Grecia se ha declarado en bancarrota cinco veces. La última en 1964. Quizá la próxima no se haga esperar. Nadie lo

En los últimos doscientos años Grecia se ha declarado en bancarrota cinco veces. La última en 1964. Quizá la próxima no se haga esperar. Nadie lo quiere admitir claramente, pero la idea está en la mente de muchos dirigentes europeos, por más que sus lenguas digan lo contrario. Ya no se trata de creer o no lo que dicen los políticos helenos .que están en puertas de unas elecciones generales dentro de un par de meses y, en consecuencia, en lo que piensan es en posicionarse lo mejor posible para ganar esos comicios-, sino de ver lo que están haciendo en la práctica. Muchos parlamentarios están sacando o han sacado ya fuera de su país todos sus ahorros. Se habla de 16.000 millones de euros depositados en cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales. Millonarios griegos están comprando casas y mansiones para ellos y sus hijos en Berlín, Londres y otras capitales europeas. Las élites económicas griegas no hablan ni esperan nada de los paquetes de rescate europeos. Se rescatan a sí mismas sin ayudas externas.

Junto a estos hechos, la dura realidad en la calle que está relatando con crudeza, entre otros, el escritor de novelas policíacas Petros Markaris (“Con el agua al cuello”, su último libro publicado en España ): los suicidios diarios, las familias que viven en cajas de cartón en las calles, descensos generales de sueldo de un 22%, el miedo de los funcionarios que hasta ahora se sentían seguros a perder esos puestos de trabajo redundantes -se habla de cien mil- y que la troika eliminará de un plumazo. El sufrimiento psicológico de esos ciudadanos que han perdido no sólo el control de sus vidas y de su futuro sino que se sienten colonizados por potencias e instancias foráneas que venden su solidaridad muy cara. Ellos -caso de que vayan a votar- no lo harán por los partidos que hablen de más austeridad y de seguir sometiéndose a las órdenes de Bruselas y Berlín.

Los paquetes de ayuda han fracasado

Las medidas de ajuste aplicadas hasta ahora no han hecho a Grecia más competitiva, sino que la han hundido más, y por eso los inversores y los ricos huyen de allí

Pero, además del dato humano, está la realidad económica. Desde que se descubrió el agujero griego y se cerró el primer paquete de ayudas, en mayo de 2010, las cosas allí no sólo no han mejorado, sino que han ido a peor. Grecia no ha estado ni estará en condiciones de autofinanciarse ni en diez ni en veinte años. Es ilusorio pensar que de aquí al 2020 su deuda pública va a caer del 160% del PIB actual al 120%. Las medidas de ajuste aplicadas hasta ahora no han hecho a Grecia más competitiva, sino que la han hundido más, y por eso los inversores y los ricos huyen de allí. Con las medidas actuales y con la escasa persecución del fraude fiscal, es imposible que aumente la recaudación de impuestos y que se cree riqueza o puestos de trabajo.

Tarde o temprano los griegos dirán ¡basta! Tal vez a esto se refería el ministro del Interior alemán, Friedrich, cuando declaraba a Der Spiegel que no se trata de expulsar a Atenas de la Unión Europea sino de poner las condiciones para que ellos cojan el canasto de las chufas y den el portazo. Hacia allí vamos, por más que el Parlamento alemán haya aprobado el segundo paquete de rescate para Grecia. 130.000 millones de euros, de los que la República Federal pagará 35.000 millones, 440 euros por cada ciudadano de este país. Serán como una gota de agua en el desierto... Ayer en el Bundestag la canciller tuvo que escuchar las duras críticas del socialdemócrata Peer Steinbrück -su ministro de Finanzas en la Gran Coalición- quien le reprochó que con su obsesión por el déficit, su negativa a los eurobonos y a aumentar el Fondo Permanente de Rescate y su falta de decisión a la hora de obligar al sector privado a que participe en el rescate de Grecia está dando a luz una Europa del Hambre.

Salvar a Europa de Angela Merkel

Los alemanes también están a punto de decir ¡basta! No se creen tampoco la palabrería oficial y  ven que a pesar de tantos paquetes de ayuda y de tanto dinero puesto sobre la mesa las cosas no han mejorado en Grecia en estos dos años y el efecto contagio no ha desaparecido. Un 62% no quiere ese segundo paquete de ayuda a Atenas. Muy pocos tienen presente que la reunificación alemana se hizo a base de inyectar dinero a espuertas, sin importar los límites de déficit y de deuda pública. Entonces nadie hablaba de austeridad sino de inundar la Alemania oriental de millones de euros para igualarla lo antes posible a los Länder occidentales.

Esta rabia, esa indignación y esa sensación de que las cosas se están haciendo mal no sólo la proclama la oposición de socialdemócratas y verdes o el populista Bild Zeitung, que se autoerige en el defensor del alemán de a pie. Cada vez hay más expertos que no ven ningún sentido a lanzar dinero a un abismo sin fondo y que no se resignan a que a este segundo paquete de rescate siga un tercero y luego un cuarto. Se habla de elegir entre deflación o cirugía radical. Y cada vez se oyen más voces que proclaman que hay que combinar austeridad con medidas de estímulo que ayuden a los griegos y al resto de los europeos a salir del hoyo.

Hay una expresión alemana que afirma que es mejor un fin con horror que un horror sin fin... Hoy por hoy, estamos en  esta secuencia de los horrores sin fin, que continúa precisamente por el pánico de que las cosas se pongan aún más crudas. No se puede seguir bailándole el agua y diciéndole siempre sí a todo lo propuesto por una Angela Merkel que se ha puesto las orejeras para no ver el desastre que está provocando su política monotemática de la austeridad. Se trata de salvar al euro para salvar a Europa. Pero tal vez haya llegado el momento de salvar también a Europa de las obsesiones de la canciller alemana.

En los últimos doscientos años Grecia se ha declarado en bancarrota cinco veces. La última en 1964. Quizá la próxima no se haga esperar. Nadie lo quiere admitir claramente, pero la idea está en la mente de muchos dirigentes europeos, por más que sus lenguas digan lo contrario. Ya no se trata de creer o no lo que dicen los políticos helenos .que están en puertas de unas elecciones generales dentro de un par de meses y, en consecuencia, en lo que piensan es en posicionarse lo mejor posible para ganar esos comicios-, sino de ver lo que están haciendo en la práctica. Muchos parlamentarios están sacando o han sacado ya fuera de su país todos sus ahorros. Se habla de 16.000 millones de euros depositados en cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales. Millonarios griegos están comprando casas y mansiones para ellos y sus hijos en Berlín, Londres y otras capitales europeas. Las élites económicas griegas no hablan ni esperan nada de los paquetes de rescate europeos. Se rescatan a sí mismas sin ayudas externas.

Angela Merkel