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Chère Angela, mejor no vengas
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

Chère Angela, mejor no vengas

Según el semanario 'Der Spiegel' , a la canciller le ha sentado francamente mal que Sarkozy haya cambiado de opinión y que ahora no quiera que

Según el semanario 'Der Spiegel' , a la canciller le ha sentado francamente mal que Sarkozy haya cambiado de opinión y que ahora no quiera que participe en los dos actos electorales que estaban previstos. “La campaña es cosa de los franceses” habría sido la explicación poco diplomática que habría dado el ocupante del Elíseo. Ahora, cuando las cosas se están poniendo realmente calientes y cuando Sarkozy empieza a cerrar distancias con Hollande, al menos de cara a la primera vuelta de los comicios, el 22 de abril, el presidente candidato a sucederse a sí mismo querría marcar distancias con Alemania, subrayando una independencia y una iniciativa política que hasta ahora han brillado por su ausencia. París ha sido siempre el segundo violín en esta orquesta anticrisis que ha organizado Merkel, por más que ésta no quisiera subrayar más de lo imprescindible su protagonismo. Ahora Sarkozy -“vuelve el hombre”- quiere marcar distancias echando mano del nacionalismo y de un populismo que no duda en atacar uno de los principios básicos de la Unión Europea: la libertad de circulación que establece el Tratado de Schengen.

La campaña será cosa de los franceses, pero el resultado final es cosa de todos los europeos. Y en él radican las esperanzas de quienes quieren ver el fin de esta Europa dominada por las fuerzas conservadoras. Sólo cuatro países (Dinamarca, Bélgica, Austria y Eslovaquia) tienen gobiernos progresistas, que representan apenas 25 millones de personas. Demasiado poco para impulsar un cambio de rumbo en todo el continente. Y también demasiadas diferencias entre unos socialistas y otros. Especialmente a uno y otro lado del Rhin.

Socialistas y socialistas...

La campaña será cosa de los franceses, pero el resultado final es cosa de todos los europeos. Y en él radican las esperanzas de quienes quieren ver el fin de esta Europa dominada por las fuerzas conservadorasA Hollande no le gusta el Pacto Fiscal de Merkel, pero el SPD sí que lo ha apoyado “por responsabilidad política”. Los socialdemócratas alemanes condicionan su voto positivo en la votación del Pacto Fiscal que debe tener lugar próximamente en el Parlamento Federal a que Merkel imponga en la Unión Europea el Impuesto de Transacciones Financieras, cosa en la que no ha avanzado gran cosa. Los hombres del SPD ven con escepticismo esa base imponible de un 75% para quienes ganen más de un millón de euros y tampoco pueden aplaudir que la gente se jubile a los 60 años cuando en la República Federal ellos mismos aprobaron el aumento progresivo de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años.

Europa va a seguir atravesando momentos difíciles durante varios años y esto lo saben los socialistas, por más que este fin de semana se las hayan prometido muy felices en el Cirque d´Hiver. Incluso si Hollande gana en Francia y empieza en Europa una nueva era socialdemócrata, habrá que seguir practicando políticas de austeridad. ¿Cómo se podrán poner en marcha en paralelo esos programas de promoción del crecimiento y del empleo juvenil? ¿Serán suficientes los fondos estructurales europeos que aún no han sido gastados? ¿Se pondrá a trabajar con más eficacia el Banco Europeo de Inversiones?

Y, como cada vez que la socialdemocracia se acerca a una posible victoria, la izquierda reaparece con fuerza. En este caso en la persona de Jean-Luc Mélenchon, un ex miembro del Partido Socialista francés que, proclamando una nueva toma de la Bastilla con su Frente de la Izquierda, puede robarle a Hollande hasta un 10% de votos, haciendo así más probable la victoria de Sarkozy, al menos en la primera vuelta de las elecciones. Sus argumentos reflejan la posición de alguien alejado de la realpolik: aumentos de impuestos para los ricos, los bancos y las empresas, subida del salario mínimo, fin de las políticas de austeridad. Propuestas muy similares a las del Partido de la Izquierda alemán, que representa a un 8% del electorado a nivel nacional, el de aquellos que se consideran perdedores de la globalización y de los excesos del capitalismo.

“La cólera no hace ganar”, se dice desde las filas de Hollande, quien no habla de conseguir votos “útiles” sino votos “eficaces” para poder mandar a Sarkozy cuanto antes a casa. Quedan cinco semanas para la primera vuelta de los comicios presidenciales en Francia y todavía quedan muchas cartas por jugar... excepto la de la canciller alemana.

Según el semanario 'Der Spiegel' , a la canciller le ha sentado francamente mal que Sarkozy haya cambiado de opinión y que ahora no quiera que participe en los dos actos electorales que estaban previstos. “La campaña es cosa de los franceses” habría sido la explicación poco diplomática que habría dado el ocupante del Elíseo. Ahora, cuando las cosas se están poniendo realmente calientes y cuando Sarkozy empieza a cerrar distancias con Hollande, al menos de cara a la primera vuelta de los comicios, el 22 de abril, el presidente candidato a sucederse a sí mismo querría marcar distancias con Alemania, subrayando una independencia y una iniciativa política que hasta ahora han brillado por su ausencia. París ha sido siempre el segundo violín en esta orquesta anticrisis que ha organizado Merkel, por más que ésta no quisiera subrayar más de lo imprescindible su protagonismo. Ahora Sarkozy -“vuelve el hombre”- quiere marcar distancias echando mano del nacionalismo y de un populismo que no duda en atacar uno de los principios básicos de la Unión Europea: la libertad de circulación que establece el Tratado de Schengen.

Angela Merkel