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Cita Merkel-Hollande en Berlín: y, de postre, crecimiento
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

Cita Merkel-Hollande en Berlín: y, de postre, crecimiento

Europa y el euro se tambalean, los ciudadanos en el continente se dividen cada vez más entre los asustados, los indignados y los que preparan ya

Europa y el euro se tambalean, los ciudadanos en el continente se dividen cada vez más entre los asustados, los indignados y los que preparan ya las barricadas; las Bolsas se desploman un día sí y otro también pero la Cancillería de Berlín parece vivir en un planeta propio y sin turbulencias, confortada por los buenos resultados económicos que aumentan a medida que se incrementa también la miseria y la depresión de los vecinos. “No esperen resultados concretos del encuentro entre Merkel y Hollande... Se trata -precisan los portavoces de la Kanzlerin - de una primera toma de contacto entre ambos dirigentes”. Ciertamente la cita va a ser austera, tras las pompas por la mañana en el Elíseo: saludo, “con los brazos abiertos”, Merkel dixit, y honores militares a las seis y media de la tarde, rueda de prensa a las ocho menos cuarto, cena y regreso a París esa misma noche para el flamante presidente de Francia.

Muy probablemente nos vamos a quedar con las ganas de saber cuánto han podido aproximar posturas Merkel y Hollande en esta  primera cita. Ciertamente, en la mente de la primera ministra está ocupando cada vez más espacio la idea del crecimiento, pero no como fruto del autoconvencimiento, sino de la presión exterior, del efecto Hollande y, como no, del mensaje que ha llegado desde Renania este domingo, donde los socialdemócratas, en coalición con los Verdes, desde hace dos años están demostrando que escuchan más a quienes más necesitan. “Ninguno de nosotros en el partido democristiano tiene nada en contra del crecimiento –precisaba ayer Merkel-. La pregunta es qué es lo que supone ese crecimiento para los presupuestos y el déficit de nuestros países”.

Así pues, Hollande llega ya con una cierta ventaja. Berlín ya acepta sin problemas ese Pacto de Crecimiento paralelo al Pacto Fiscal, y ahora París tiene que mover ficha diciendo claro y alto que los alemanes, pobrecitos, no tienen que ser los únicos que paguen la factura. “¿Y para qué tenemos el Banco Central Europeo?” dirá Monsieur Hollande. ¿Por qué encasillarlo sólo y exclusivamente en el papel de guardia de la porra de la inflación? ¿Por qué no dejarle ejercer también como supervisor general de la Banca Europea obligándole a que deje fluir el crédito que tan generosamente ha llegado desde Frankfurt? ¿Por qué no liberar ya esos excedentes que existen en Bruselas –que son dinero de todos- y por qué no hacer trabajar más al Banco Europeo de Inversiones?

Una Merkel más frágil y con menos ínfulas

La canciller no va a decir ‘sí’ a todo lo que le plantee Hollande, pero también es cierto que ya no le va a poder decir tampoco a todo ‘no’. Sutilmente, algo ha cambiado en los últimos días en torno a la figura de Angela Merkel. Ya no es la ‘canciller de hierro’ de meses pasados. Empiezan a aparecer artículos y comentarios en los que surgen los primeros nombres de quienes podrían sucederle al frente de la CDU. Hay quienes hacen ya las primeras especulaciones sobre su futuro porque se piensa que ya ha llegado a su cénit y, a partir de ahora, sólo queda la cuesta abajo como en el tango. Y es en este momento en el que tiene que tejer la nueva complicidad con Hollande, quien se encuentra, justamente, en los primeros momentos de su travesía por la cumbre.La canciller no va a decir ‘sí’ a todo lo que le plantee Hollande, pero también es cierto que ya no le va a poder decir tampoco a todo ‘no’. Sutilmente, algo ha cambiado en los últimos días en torno a la figura de Angela Merkel. Ya no es la ‘canciller de hierro’ de meses pasados.

Merkel tiene que negociar con Hollande no sólo cómo hacer una tortilla sin huevos, o un crecimiento sin gasto, sino qué hacer para que Europa en su conjunto no naufrague. Lenta, pero muy conscientemente, los alemanes se están dando cuenta de que el proyecto de Unión Monetaria que ellos pusieron en marcha, sencillamente, no funciona. Por eso ahora dan por hecho que Grecia se va, y que es mejor para todos. Y reconocen que hubo chapuzas múltiples, que se admitió lo inadmisible, además de las cuentas trucadas de Grecia o Italia, que se construyó la mentira de que la convergencia financiera vendría de la mano de la convergencia política. Es ahora, en estos momentos de máxima crisis, cuando Merkel con Hollande tienen que intentar enmendar este entuerto, buscar juntos ese diseño de Europa, o de mini- Europa, o de una Europa del Norte y otra del Sur, en la que no se conjugue única y exclusivamente el verbo ‘ahorrar’. Y es Merkel quien tendrá que enfrentarse al Bundesbank, y a su propio partido, y a sus socios liberales y anunciarles que hay que cambiar el rumbo. No de manera dramática, ni radical, pero sí clara y decidida.

La presión de la oposición socialista alemana, envalentonada con el triunfo en Renania, no va a ceder. Hoy mismo van a presentar su ultimátum a Merkel: sin un plan creíble de crecimiento para Europa, sin un impuesto europeo para las transacciones europeas, sin un mayor control para los bancos y los agentes financieros, Alemania no podrá ratificar el Pacto Fiscal de Merkel. No sólo los socialdemócratas, sino los Verdes y el Partido de la Izquierda tumbarán el proyecto en las dos Cámaras del Parlamento. Merkel está obligada a ceder. Ante Hollande y ante el SPD. 

Europa y el euro se tambalean, los ciudadanos en el continente se dividen cada vez más entre los asustados, los indignados y los que preparan ya las barricadas; las Bolsas se desploman un día sí y otro también pero la Cancillería de Berlín parece vivir en un planeta propio y sin turbulencias, confortada por los buenos resultados económicos que aumentan a medida que se incrementa también la miseria y la depresión de los vecinos. “No esperen resultados concretos del encuentro entre Merkel y Hollande... Se trata -precisan los portavoces de la Kanzlerin - de una primera toma de contacto entre ambos dirigentes”. Ciertamente la cita va a ser austera, tras las pompas por la mañana en el Elíseo: saludo, “con los brazos abiertos”, Merkel dixit, y honores militares a las seis y media de la tarde, rueda de prensa a las ocho menos cuarto, cena y regreso a París esa misma noche para el flamante presidente de Francia.

Angela Merkel