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Bruselas y Grecia: prohibido hablar de su salida de la eurozona
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

Bruselas y Grecia: prohibido hablar de su salida de la eurozona

Todos aquellos que quieran acabar definitivamente con Europa y machacar el futuro de  España no tienen más que seguir hablando de la inminente salida de Grecia

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Todos aquellos que quieran acabar definitivamente con Europa y machacar el futuro de  España no tienen más que seguir hablando de la inminente salida de Grecia de la eurozona. Parecen no ser conscientes de que ese pequeño país cuna de la democracia puede ser también su tumba y la de un proyecto de solidaridad y bienestar para todo un continente. Y, sorprendentemente, algunas de esas voces vienen directamente de Bruselas. No de otra manera se pueden interpretar las declaraciones del comisario de Comercio, Karel De Gucht, a un periódico belga señalando que tanto la Comisión como el Banco Central Europeo tienen planes de emergencia para esa eventualidad. Es evidente que en algunos despachos se estará ya trabajando acerca de esta hipótesis, pero también es cierto que el señor De Gucht ha metido la pata hasta el fondo y que su colega Oli Rehn, el encargado de los temas económicos, ha tenido que negar ayer rotundamente la existencia de esos planes.

Tampoco estuvo muy fino el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, este miércoles en el acto de despedida a José Manuel González-Páramo en Frankfurt, cuando afirmó que “no es el BCE quien decidirá sobre la salida de Grecia… continuaremos con nuestra política de mantenimiento de la estabilidad de precios a medio plazo (…) pero quiero subrayar que nuestra preferencia es que Grecia permanezca en la eurozona”. Inmediatamente, algunos medios de comunicación interpretaron estas palabras como que Draghi daba más o menos por hecho que los helenos darían la espalda a Frankfurt y a Europa.

Dentro de la esquizofrenia habitual en cuestiones europeas, para algunos -también aquí en Alemania- resulta irresistible la tentación de echar del Club a aquellos que nunca debieron de ser admitidos. Lejos de sus mentes queda el admitir que tan culpables son los corruptos griegos como los negligentes alemanes, franceses, austriacos u holandeses que les rieron las gracias e hicieron la vista gorda durante años. Mucho más lejos aún el plantearse ponerse a trabajar, y con carácter de emergencia, para corregir los errores del pasado, hacer una Unión Monetaria, Económica, Política y Fiscal de verdad y reconocer que en esta familia europea no se puede dejar caer a nadie por mucho que éste haya pecado. Y, sobre todo, como se hace en las familias sensatas, hay que lavar los trapos sucios de puertas adentro, y muy discretamente. No hay que dar oportunidades al enemigo.

Expertos apuntan a que esa salida supondrá para la economía global más o menos lo mismo que la caída de Lehman Brothers en 2008. Pero el problema no es sólo la salida: con la marcha de Grecia podría morir en paralelo todo el proyecto europeo y, sobre todo, el sueño de la moneda única

Una salida llena de peligros para todos

Y, hablando de enemigos, desde Londres ya se pone sobre la mesa la factura de la salida de Grecia de la zona euro: un billón de dólares si se hace mal, 300.000 millones si es una partida ‘ordenada’ (datos del Centre for Economic and Business Research). Otros expertos apuntan a que esa salida, por las bravas o no, supondrá para la economía global más o menos lo mismo que la caída de Lehman Brothers en 2008. Pero el problema no es sólo la salida: con la marcha de Grecia podría morir en paralelo todo el proyecto europeo y, sobre todo, el sueño de la moneda única. Algo por lo que, muy probablemente, los británicos no derramarían muchas lágrimas…

Para empezar, no sabríamos ni cómo llevar a cabo esa salida. Los Tratados no contemplan esa posibilidad. Lo que estamos viendo en estos últimos días no es ya sólo una huída de capitales de los más ricos, sino la retirada de fondos por parte de ciudadanos normales, quienes temen que sus últimos ahorros puedan convertirse en nada si pasaran a ser ‘nuevos’ dracmas. El Banco Central Europeo ya ha mandado un mensaje a los bancos griegos amenazándoles con no proporcionarles más fondos de emergencia si ellos no frenan esa descapitalización masiva. Lo que podría venir después es aún más apocalíptico: parón económico total, más recortes aún de los ya dictados por Bruselas (porque el país se quedaría sin liquidez), mayor caída de ingresos, más paro en un país en el que en estos momentos hay más desempleados que gente con un puesto de trabajo y donde el subsidio de desempleo supone sólo 358 euros durante los doce meses posteriores al despido.

Ayudar a los griegos para que voten por permanecer en la eurozona

No se puede decir a los griegos “largaos, renunciad al euro, no queremos nada más con vosotros”, porque tampoco esto está en la normativa comunitaria. Lo que sí se puede hacer, y ahí de nuevo Alemania tiene un papel fundamental, es ofrecerles un menú irresistible para que voten a aquellos que les mantengan en la eurozona. Y eso quiere decir que se verán ‘invitados’ a votar con una pinza en la nariz por esos impresentables de Nueva Democracia y del PASOK aun sabiendo que ellos, en esa Grecia dominada por el bipartidismo, han sido los grandes responsables de la presente tragedia. Un sondeo de la cadena de televisión griega Alpha dado a conocer ayer apunta a una victoria de los conservadores de Samaras con un 26,1% (18,85 es lo que lograron el 6 de mayo), seguidos de los socialistas con un 14,9% (frente al 13,2 de hace dos semanas). Con estos datos lograrían 164 de los 300 escaños del Parlamento y, por tanto, una mayoría suficiente.

Cuando Merkel y Hollande regresen a Europa, después de las cumbres del G-8 en Camp David y de la OTAN en Chicago, tendrán que volver a hablar seriamente de Grecia. Y, como ya planteó Hollande el martes en Berlín, habrá que reconsiderar el calendario de cumplimientos de las cifras de déficit y de endeudamientos estatales no sólo para Grecia, sino para otros socios europeos con problemas. Y, poco a poco, Alemania tendrá que asumir lo que se presenta ya como inevitable: esa mayor UNIÓN con mayúsculas conducirá, más pronto que tarde, a alguna forma de eurobonos y de mutualización de la deuda. Lo resumía muy bien un artículo de portada del semanario Die Zeit: “Todos sacarán provecho si el rescate de Grecia se hace de manera que los griegos tengan una auténtica oportunidad de  sanear su economía (…) Europa no puede evitarle esa tarea, pero sí aligerarla. A través de plazos más largos para la reducción del déficit  y a través de más inversiones. El principio alemán de ‘ayudar a cambio de ahorrar’ era correcto en su origen. Sólo que se ha ahorrado mucho pero se ha ayudado muy poco.Y de esos resultados somos nosotros tan responsables como los griegos”.

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Todos aquellos que quieran acabar definitivamente con Europa y machacar el futuro de  España no tienen más que seguir hablando de la inminente salida de Grecia de la eurozona. Parecen no ser conscientes de que ese pequeño país cuna de la democracia puede ser también su tumba y la de un proyecto de solidaridad y bienestar para todo un continente. Y, sorprendentemente, algunas de esas voces vienen directamente de Bruselas. No de otra manera se pueden interpretar las declaraciones del comisario de Comercio, Karel De Gucht, a un periódico belga señalando que tanto la Comisión como el Banco Central Europeo tienen planes de emergencia para esa eventualidad. Es evidente que en algunos despachos se estará ya trabajando acerca de esta hipótesis, pero también es cierto que el señor De Gucht ha metido la pata hasta el fondo y que su colega Oli Rehn, el encargado de los temas económicos, ha tenido que negar ayer rotundamente la existencia de esos planes.