Es noticia
Envidia sana
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez

Envidia sana

Dicen los sondeos que los españoles son los ciudadanos más europeístas del continente. Pero me temo que es un europeísmo de pega y, sobre todo, egoísta,

Dicen los sondeos que los españoles son los ciudadanos más europeístas del continente. Pero me temo que es un europeísmo de pega y, sobre todo, egoísta, basado en los beneficios materiales que ha supuesto la pertenencia de España a la Unión Europea, especialmente en la etapa previa a la de la Época de la Austeridad. Ahora pedimos a Europa que nos ayude a salir de la crisis en la que nos hemos metido, y al Banco Central Europeo que nos salve comprando deuda estatal. Europeísmo es, sobre todo, debatir en serio y a todos los niveles sobre el futuro de Europa, y contribuir a que éste sea lo más claro, eficaz y útil posible para esos más de 500 millones de personas que conviven en el Club de los 27, siempre en expansión y con cada vez más divisiones internas.

Europeísmo de verdad es el que se vive en Alemania. Hoy, por ejemplo, el Tribunal Constitucional se pronuncia por sexta vez sobre cuestiones europeas. Responde en esta ocasión a varios recursos presentados por diferentes instancias -una de ellas, una iniciativa popular con 12.000 firmas- en contra del Mecanismo Europeo de Estabilidad del Euro (sucesor del Fondo de Rescate Europeo actual) y sobre el Pacto Fiscal de Angela Merkel. Los recurrentes ven con preocupación el endeudamiento generado por los planes de rescate y las consecuencias de una política de austeridad excesiva. Y si el Constitucional admite hoy a trámite esos recursos, las ayudas a la banca española y todo lo relativo a rescates en general va a quedar en suspenso hasta que se dé a conocer la sentencia definitiva, probablemente a finales de este mes.

A lo largo de diferentes fallos (todos trascienden las fronteras de la República Federal y que afectan al proceso interminable de construcción e integración europeas), los magistrados constitucionales han definido y defendido los límites legales alemanes para todas las decisiones políticas que se toman en Bruselas, subrayando siempre la preeminencia del Bundestag alemán, que no debe ser, según Karlsruhe, una mera cámara que aprueba sin rechistar lo que deciden Merkel y sus amigos en Cumbres y conciliábulos varios.

En Alemania no se limitan ni las preguntas ni el tiempo destinado a estas ruedas de prensa. Nada que ver con las malas costumbres que se están imponiendo en España, donde las ruedas de prensa se han convertido en meras declaraciones sin preguntas

El Tribunal Constitucional, que aquí funciona con una celeridad, una independencia y una profundidad de análisis realmente extraordinaria y envidiable, es la instancia respetada y respetable a la que acuden los alemanes cuando ven sus derechos o sus condiciones de vida en peligro. Y, para algunos de ellos, Europa es algo amenazador en estos momentos. Pero Europa es además objeto de diálogo y de polémica constante: en talk shows en las televisiones públicas, en la prensa, en las universidades, en discusiones y foros, en la calle. La carta que el Frankfurter Allgemeine Zeitung publicaba el viernes firmada por 160 economistas (de la que dio cuenta este periódico ese mismo día) invitaba a los ciudadanos a que discutieran y se implicaran en esta nueva fase de la arquitectura europea y que defendieran sus derechos y sus ahorros.

También se ha implicado personalmente el recientemente elegido presidente federal, Joachim Gauck, quien este domingo, en una entrevista concedida a la segunda cadena de la televisión pública ZDF, pedía públicamente a la canciller Merkel que explicara más y mejor lo que había ocurrido en la última cumbre en Bruselas y, en general, las decisiones que se adoptan sobre el futuro de Europa. Y no será porque Merkel y su gobierno no se prodigan en declaraciones y comparecencias…

La canciller, antes de cada cumbre europea o internacional y en cualquier evento y asunto importante, interviene ante el Parlamento. No huye nunca de los micrófonos ni de los careos con la oposición; hace ruedas de prensa constantes con invitados extranjeros, concede entrevistas semanales, tiene un mensaje grabado en vídeo y colgado en internet cada sábado y recientemente ha puesto en marcha foros de discusión con ciudadanos normales y corrientes a los que a veces invita a personalidades relevantes que están de visita en Berlín, como ocurrió recientemente con los primeros ministros de Noruega y Gran Bretaña.

Otro tanto se puede decir de sus ministros. O de la Oficina del Portavoz del Gobierno. Todas las semanas, lunes, miércoles y viernes el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, y sus colegas de cada uno de los ministerios federales comparecen ante la prensa nacional e internacional acreditada en Berlín en la sala de la Bundespressekonferenz y se someten a duros interrogatorios sobre cualquier tema, sin censura alguna, por parte de los periodistas presentes, que no se conforman con preguntas vagas o contestaciones estilo salidas por los cerros de Úbeda.

No se limitan ni las preguntas ni el tiempo destinado a estas ruedas de prensa. Nada que ver con las malas costumbres que se están imponiendo en España, donde las ruedas de prensa se han convertido en meras declaraciones sin preguntas o donde se pactan previamente sólo un par de cuestiones con un par de redactores escogidos impidiendo a los demás el derecho a ejercer su trabajo. Un trabajo que consiste en defender el derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Sobre Europa y sobre todo lo demás.

Dicen los sondeos que los españoles son los ciudadanos más europeístas del continente. Pero me temo que es un europeísmo de pega y, sobre todo, egoísta, basado en los beneficios materiales que ha supuesto la pertenencia de España a la Unión Europea, especialmente en la etapa previa a la de la Época de la Austeridad. Ahora pedimos a Europa que nos ayude a salir de la crisis en la que nos hemos metido, y al Banco Central Europeo que nos salve comprando deuda estatal. Europeísmo es, sobre todo, debatir en serio y a todos los niveles sobre el futuro de Europa, y contribuir a que éste sea lo más claro, eficaz y útil posible para esos más de 500 millones de personas que conviven en el Club de los 27, siempre en expansión y con cada vez más divisiones internas.