Es noticia
Un mecanismo permanente de rescate que rescata poco
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez

Un mecanismo permanente de rescate que rescata poco

 La criatura va a ser bautizada hoy en Luxemburgo con los ministros de finanzas de la Eurozona como padrinos y miembros de su Consejo de Gobernadores.

 

La criatura va a ser bautizada hoy en Luxemburgo con los ministros de finanzas de la Eurozona como padrinos y miembros de su Consejo de Gobernadores. Pero el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) o fondo de rescate permanente va a rescatar, en principio, más bien poco. Porque, según quiere Alemania -con sus aliados Austria, Holanda y Finlandia- sólo se hará cargo de los problemas bancarios y las deudas que surjan a partir de su puesta en marcha, no de lo que ya está sobre la mesa. Dicho de otra manera, el MEDE será plenamente efectivo cuando funcione también ese organismo supervisor de los bancos de la Eurozona que a Berlín ahora no le corre ninguna prisa activar o sólo para los bancos que ella considera más indicados, es decir, los más grandes.

La traducción inmediata para España es que se puede olvidar de una recapitalización directa de sus bancos, que ese rescate bancario va a sumar más deuda pública y que, a pesar de los deseos de Madrid, Lisboa, Roma y Atenas, la Unión Europea sigue sin aplicar una de las más importantes conclusiones de la cumbre de finales de junio: la que establecía la urgencia de poner en marcha esa unión bancaria y ese organismo independiente supervisor del sector que parecían las condiciones sine qua non para que el MEDE se pudiera hacer cargo del rescate de los bancos más problemáticos y podridos de la Eurozona.

Del giro estratégico que se está produciendo en la Cancillería alemana destaca sobre todo un doble y contradictorio mensaje: apoyos verbales que no comprometen a nada, manifestaciones de comprensión por las dificultades que atraviesan los ciudadanos del sur de Europa, aplausos a los gobiernos que siguen aprobando los planes de austeridad siguiendo los deseos de Berlín y Bruselas y, por otra parte, cerrazón total a los llamamientos de los socios más atribulados para una mayor flexibilidad o para considerar, al menos, introducir matices en la receta merkeliana para salir de la crisis. Los nuevos fantasmas que rondan todos los rincones son  la inflación y el despojo de los ahorros de los alemanes, utilizados ya no sólo por la prensa más amarillista sino también por los medios más respetados. Der Spiegel en su edición de este lunes habla de “fría expropiación”  (“kalte Enteignung”) del capital y los depósitos de los ciudadanos de la República Federal gracias a la política expansiva de los bancos centrales de la Eurozona.

Los alemanes sólo quieren responder de aquello de lo que se sienten responsables. Por eso no quieren saber de nuevos rescates. Ni de España ni mucho menos de Italia. Quieren, sencillamente, que las cosas sigan como están, con ese crecimiento moderado del 0,9% que les augura el Fondo Monetario Internacional para este año  y para el siguiente. Y sin querer prestar demasiada atención a esos agoreros del instituto alemán IFO y de las Oficinas de Estadísticas de Francia e Italia que pronostican estanflación para el año entrante en el conjunto de la Eurozona.

Estos datos preocupan en America y Asia, y estarán sobre la mesa no sólo hoy en Luxemburgo sino en la reunión de otoño del FMI que se inicia este fin de semana en Tokio. Y por más que Wolfgang Schäuble, el ministro federal de Hacienda, intente demostrar en la capital japonesa  que las medidas de austeridad y los recortes están empezando a dar resultados, y que el déficit de la Eurozona va a quedar en este año en un 3,2%, la realidad ofrecerá un retrato algo menos rosa. Alemania frena en estos momentos los pasos que permitirían avanzar en reparar los defectos de la construcción europea, entre ellos la puesta en marcha realmente efectiva del Mecanismo Permanente de Rescate, y confía en que el efecto Draghi se mantenga en los mercados… Pero nadie cree que esa calma vaya a durar hasta la  celebración de las elecciones generales en Alemania.