Es noticia
Astérix en el Elíseo resiste la embestida liberal
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez

Astérix en el Elíseo resiste la embestida liberal

El presidente galo resiste, como puede, en el Elíseo. La aldea francesa está más rodeada que nunca por los ejércitos del ordoliberalismo. La poción mágica que

El presidente galo resiste, como puede, en el Elíseo. La aldea francesa está más rodeada que nunca por los ejércitos del ordoliberalismo. La poción mágica que quedaba tras la victoria electoral parece que se está acabando con este año y que el asedio de las legiones enemigas (la agencia Moody's, The Economist, Financial Times, The Wall Street  Journal), así como la recesión de la mayoría de los países de la eurozona, impiden que lleguen refuerzos a una nación antes orgullosa que ha dejado de soñar y de sentirse uno de los grandes de Europa.

Tanto el ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, como su colega alemán, Wolfgang Schäuble, han intentado desdramatizar en las últimas horas la pérdida de la Triple A, intentando, especialmente Berlín, no achuchar mucho –al menos de cara a la galería- a este Astérix-Hollande que se encuentra de cara a la pared.

No es para menos. El diagnóstico que se leía estos días pasados en The Economist era fatal: “Una bomba de tiempo en el corazón de Europa”. Tampoco el FT se quedaba atrás: “Hollande, reacio a las reformas”. Muchos comentaristas parecían olvidar que el líder socialista lleva apenas seis meses como jefe del Estado y coincidían en señalar que la Francia anquilosada había perdido el pulso frente a una Alemania que había hecho las reformas años atrás. Pero es la misma Francia que no pudo cambiar tampoco al hiperactivo e hiperliberal Sarkozy.

De momento, Hollande se esfuerza por mostrar calma y no dar la impresión de que no se entiende con Merkel. “Lo que importa -afirmaba en la rueda de prensa del 13 de noviembre- no es lo que se dice acerca de nosotros, sino lo que de verdad nos decimos el uno al otro. Y no nos damos lecciones mutuamente”

Conviene recordar que Francia ya perdió la Triple A con Standard and Poor's en enero, es decir, aún con el presidente conservador, y que, tal vez por eso, los mercados han reaccionado poco a esta segunda degradación. Lo interesante es que Moody's ha movido ficha una semana después de que Hollande anunciara, en una multitudinaria y extensa rueda de prensa (dos horas de duración), que iba a tomar medidas concretas para reducir el déficit (4,5%), modificar la fiscalidad para aumentar la competitividad y relanzar el crecimiento (un 0,4 % en la actualidad), en línea con lo sugerido por Louis Gallois, exjefe de EADS y de los ferrocarriles franceses en su plan de choque para reavivar la economía gala.

Cuánto va a cambiar Hollande sin traicionar su programa y a sus electores es la gran pregunta que se hace la socialdemocracia europea, que se ve, como la aldea gala creada por los geniales Goscinny y Uderzo, acosada por unas fuerzas oscuras que ponen en peligro su identidad y su supervivencia.

Las lecciones de Merkel

Angela Merkel está, sin duda, muy preocupada por lo que ocurre al otro lado del Rhin. Si Francia se hunde, si pierde definitivamente credibilidad de cara a los mercados, si se extienden también allí las huelgas y las manifestaciones que se vieron la semana pasada en otros países del sur de Europa, el problema no se quedará sólo entre las paredes del Hexágono. La inquietud ha llegado hasta el punto que alguien filtró desde el Ministerio de Hacienda alemán que se había encargado a un grupo de expertos que prepararan una hoja de ruta de reformas para el gobierno francés. Una afrenta diplomática que fue desmentida después, pero que indica el grado de impaciencia y de presión que llega desde la Cancillería Federal.

De momento, Hollande se esfuerza por mostrar calma y no dar la impresión de que no se entiende con Merkel. “Lo que importa -afirmaba en la rueda de prensa del 13 de noviembre- no es lo que se dice acerca de nosotros, sino lo que de verdad nos decimos el uno al otro. Y no nos damos lecciones mutuamente”.

Hollande, en todo caso, se la juega como casi único representante y defensor en Europa de otro modo de salir de la crisis diferente del diktat alemán. La fórmula Merkel ha demostrado ya suficientemente que tiene efectos colaterales enormemente adversos para quienes no pertenecen al mundo de la gran empresa o el capital. La fórmula Hollande está aún pendiente de implementarse y de su efectividad y éxito depende buena parte del futuro de Europa, de esa Europa que se pregunta si existe una alternativa a la actual pesadilla económica y social.

El presidente galo resiste, como puede, en el Elíseo. La aldea francesa está más rodeada que nunca por los ejércitos del ordoliberalismo. La poción mágica que quedaba tras la victoria electoral parece que se está acabando con este año y que el asedio de las legiones enemigas (la agencia Moody's, The Economist, Financial Times, The Wall Street  Journal), así como la recesión de la mayoría de los países de la eurozona, impiden que lleguen refuerzos a una nación antes orgullosa que ha dejado de soñar y de sentirse uno de los grandes de Europa.