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Una vez más, Merkel se sale con la suya
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

Una vez más, Merkel se sale con la suya

 Nadie ha hablado de fracaso, aunque esta cumbre no se puede calificar de otra cosa. En los borradores que han circulado en Bruselas había muchas “x”

Ya lo dijo Merkel antes incluso de que se iniciara esta última cumbre de los líderes de la Unión Europea: no habría que asustarse si no se alcanzaba un acuerdo sobre los presupuestos europeos para los años 2014-2020, como finalmente ha ocurrido por las fuertes divergencias sobre el reparto del gasto. Un acuerdo que, para Berlín, no corre prisa. Sobre todo si se trata de poner más dinero sobre la mesa o de ver reducidas las rebajas que todos los países, también Alemania, intentan conseguir en sus aportaciones al fondo común.

Todo queda, pues, aplazado hasta febrero o tal vez marzo del año que viene, y se deja la responsabilidad de buscar una propuesta más de consenso al presidente del Consejo, Hermann van Rompuy, quien puede que intente cuadrar de nuevo el círculo de esos 27 países cada vez menos solidarios entre sí. Sus dos proyectos de presupuesto plurianual presentados en la cumbre no convencieron, pese a las mejoras para agricultura y cohesión, a ninguno de los socios de la Unión.

Más allá de la retórica de la señora Merkel (“Creo que superaremos las diferencias, porque además tenemos que actuar y decidir por unanimidad”) o de la de Mariano Rajoy (“Me voy contento y sorprendido favorablemente por el desarrollo del diálogo”) está claro que todos los líderes comunitarios se han ido a casa sabiendo que dejan los deberes sin hacer, que todo queda como estaba, de momento, pero que nadie ha perdido nada ni ganado nada tampoco. Se volverán a reunir en menos de un mes, en el Consejo Europeo de diciembre, pero ahí ya no hablarán de dinero o de fondos estructurales sino del diseño de esa nueva Europa que está naciendo a base de toques de escalpelo germano.

Nadie ha querido condenar a nadie. Incluso la canciller ha negado que haya habido amenazas por parte de David Cameron o del Gobierno danés, pero tal vez porque desde el principio minusvaloró el veto británico, considerándolo un bluff más de negociación. Volverán a la trinchera cuando se acerque la primavera y, entremedias, se sabrá qué  ha pasado con Grecia, si ha sido necesario un nuevo paquete de ayudas, además de los miles de millones actuales, o si ha sido posible realizar esa quita que esta vez va a recaer sobre los acreedores institucionales y públicos, es decir, sobre los contribuyentes europeos.

Cuando se haya hecho el reparto de lo que a cada país le va a costar el rescate a Grecia, entonces los más perjudicados, es decir, los más ricos, con Alemania en la cabeza, pedirán también contraprestaciones de cara a los presupuestos para los próximos siete años. Unos presupuestos que, no lo olvidemos, no sólo tienen que ser aprobados a 27, sino que tienen que pasar luego por el Parlamento Europeo que, eso sí,  puede tumbarlos por rácanos. Y ese veto sí que puede crear problemas muy serios en todas las sedes de gobierno de la Unión.

Nadie habla de fracaso

Así pues, nadie ha hablado de fracaso, aunque esta cumbre no se puede calificar de otra cosa. En los borradores que han circulado en Bruselas había muchas “x” y muchos puntos suspensivos en cada capítulo económico, hasta el punto de que los británicos han llegado a calificar de ‘chapuza’ las hojas con membrete del señor Van Rompuy, cuyo último borrador sobre un presupuesto cifrado en 973.000 millones (que suponen un recorte de 80.000 millones respecto a la propuesta inicial de la Comisión) ha quedado sobre la mesa. 

Pero nadie puede creer tampoco que las conversaciones hayan sido “positivas”, “constructivas” y que constituyan “una buena base para seguir avanzando”. No se ha avanzado nada, pero eso es justamente lo que había anunciado ya la señora Merkel horas antes de que subiera el telón de esta nueva y decepcionante farsa comunitaria.

Ya lo dijo Merkel antes incluso de que se iniciara esta última cumbre de los líderes de la Unión Europea: no habría que asustarse si no se alcanzaba un acuerdo sobre los presupuestos europeos para los años 2014-2020, como finalmente ha ocurrido por las fuertes divergencias sobre el reparto del gasto. Un acuerdo que, para Berlín, no corre prisa. Sobre todo si se trata de poner más dinero sobre la mesa o de ver reducidas las rebajas que todos los países, también Alemania, intentan conseguir en sus aportaciones al fondo común.

Angela Merkel