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El nuevo aeropuerto de Berlín: una chapuza sin fin
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

El nuevo aeropuerto de Berlín: una chapuza sin fin

  Dicen los clásicos que, desde la reunificación, Alemania ya no es lo que era. Que las chapuzas, los trapicheos y la desaparición o el mal

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Dicen los clásicos que, desde la reunificación, Alemania ya no es lo que era. Que las chapuzas, los trapicheos y la desaparición o el mal uso de los dineros públicos han crecido al ritmo del nuevo coloso que nacía con la desaparición del Muro. El nuevo aeropuerto internacional de Berlín-Brandenburgo Willy Brandt es un buen ejemplo de ello.

Berlín necesitaba un aeropuerto acorde con su nuevo status de capital de la gran potencia política y económica en que se ha convertido la República Federal. Mientras estuvo dividida, la ciudad dispuso de tres aeropuertos: Tempelhof, el histórico edificio de la época nazi cerrado en el 2008, Tegel y Schönefeld, que se fusionarían en el nuevo Willy Brandt. En consecuencia, el Ministerio de Transportes y los Länder de Berlín y Brandenburgo (que es la región que rodea a Berlín, una ciudad- estado) pusieron en marcha un proyecto de construcción que está siendo un desastre sin aparente remedio. Tres veces se ha tenido que aplazar la inauguración por problemas técnicos graves. El último, el sistema de detección de incendios, tan lamentablemente realizado que va a obligar a destruir parte de la obra ya realizada y que lanza una sombra de duda bastante razonable sobre la fecha prevista de inauguración: el 27 de octubre del año 2013. Apenas un mes después de la celebración de las elecciones generales.

Estos atrasos, así como las dificultades inherentes a este tipo de infraestructuras, han originado una explosión de los costes previstos: de los 2.800 millones presupuestados en un primer momento se ha pasado a 4.500 millones en la actualidad. Esto, con ser malo, no es lo peor. La sociedad creada para desarrollar el proyecto tiene dinero sólo hasta el 31 de enero y depende absolutamente de ayudas que deben ser aprobadas por el Bundestag, el Parlamento Federal, y la Unión Europea. Si esas subvenciones no llegan a tiempo habrá llegado el momento de la declaración de insolvencia.

Todas las compañías aéreas que operan en suelo alemán se han visto afectadas por estos atrasos ya que habían hecho sus planes de traslado pensando en la inauguración prevista para este mes de junio. Todas han perdido dinero, pero sólo Air Berlin se plantea presentar una demanda ante los tribunales. Otro tanto pretende la Deutsche Bahn, la compañía nacional de ferrocarriles, responsable de la comunicación del aeropuerto y el centro de la ciudad con sus trenes de cercanías que enlazan con el metro y con líneas regionales o de larga distancia.

¿Typisch Berlin?

El tema de los atrasos parece ser una maldición berlinesa: las obras en la ciudad suelen eternizarse. Otro ejemplo es el saneamiento de la Staatsoper en la avenida Unter der Linden, tarea que debería finalizar en 2013 pero que concluirá, en el mejor de los casos, dos años después, con el correspondiente aumento de unos costes fijados en unos 265 millones de euros.

Lo mismo se puede decir del Hotel Waldorf Astoria en la calle Joachimstaler, frente a la estación del Zoo y la famosa Iglesia del Recuerdo: ha sufrido cuatro retrasos en la fecha de inauguración tras los cuatro años invertidos en la construcción de un edificio de 118 metros de alto. Se supone que abre en diciembre, una vez comprobado que todo funciona a la perfección. Pero parece que el sistema de detección de incendios sigue dando problemas. Berlín no es Alemania, pero Alemania ya no es lo que fue…

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Dicen los clásicos que, desde la reunificación, Alemania ya no es lo que era. Que las chapuzas, los trapicheos y la desaparición o el mal uso de los dineros públicos han crecido al ritmo del nuevo coloso que nacía con la desaparición del Muro. El nuevo aeropuerto internacional de Berlín-Brandenburgo Willy Brandt es un buen ejemplo de ello.