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¡¡¡Pobres e incomprendidos alemanes!!!
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

¡¡¡Pobres e incomprendidos alemanes!!!

 Angela Merkel y, por extensión, Alemania, se están quedando solos con el juguete de la austeridad. Y las dudas acerca del método Merkel no vienen sólo

 

Angela Merkel y, por extensión, Alemania, se están quedando solos con el juguete de la austeridad. Y las dudas acerca del método Merkel no vienen sólo desde Bruselas o desde los países en crisis, sino que se empiezan a escuchar y a leer ya en medios intelectuales y periodísticos aquí. Pero lo que antes eran críticas europeas más o menos solapadas o difusas a ese Berlín que persigue ciegamente sus objetivos a 178 días de las elecciones generales, ahora son ya ataques personales a la canciller; y no vienen sólo de los indignados en las calles de Atenas o Madrid, sino de París y de un socio clave para la diplomacia alemana que está a punto de pedir el divorcio. 

El grito no lo ha dado François Hollande, una sombra de la esperanza que representó hace casi dos años, sino su partido, en un ataque frontal y sin anestesia contra la Cancillería Federal: “Hay que acabar con la inflexibilidad egoísta de Merkel que defiende exclusivamente los objetivos de los ahorradores alemanes, el superávit comercial alemán y su propio futuro político”.

Alemania se encuentra, en estos momentos, más a la defensiva que nunca. Se siente cada vez más aislada en Europa y sabe que sus mensajes no llegan a los ciudadanos que ven desmoronarse sus humildes existencias (por más que lo intenten embajadores como Reinhard Silberberg, el enviado en Madrid, en una columna publicada el viernes en El País). Sus élites no quieren que cambie un ápice la política económica actual, a pesar de que la recesión de los vecinos es un motivo creciente de preocupación y ya se está haciendo sentir en las exportaciones de dos colosos, como los balances anuales de Daimler y Volkswagen han demostrado esta misma semana. 

Merkel, sabedora del miedo ancestral de sus conciudadanos a la ruina económica y al cambio estructural, va a modificar muy poco su línea de actuaciónLos medios de comunicación, populistas o no, están utilizando estadísticas que la propia Merkel ha calificado -a posteriori- de “distorsionadas” para intentar demostrar que los españoles o los chipriotas son más ricos que los alemanes porque se compran un piso en lugar de hacer como ellos, vivir de alquiler, pero invirtiendo en fondos privados de pensiones y seguros de vida, comprando casas en Mallorca o la Toscana italiana o bien mandando sus ahorrillos a Suiza, como ha sido el caso del presidente del Bayern, Ulli Hoeness, antiguo apóstol de la honestidad fiscal. Día a día se leen en los medios de comunicación -especialmente en los más próximos a la CDU- informaciones que demuestran -oh, sorpresa- que los alemanes tienen que trabajar más años para conseguir una pensión digna, que cada vez hay más abueletes pensionistas que vuelven al trabajo… y no precisamente porque se aburran en casa, o que los ayuntamientos alemanes están tan arruinados que se cierran instalaciones deportivas, no pueden restaurar escuelas e institutos o no hay dinero para limpiar los restos de meadas en los alrededores de las estaciones de metro o ferrocarril que a menudo apestan, especialmente en Berlín.

Ya nadie se puede creer las declaraciones rutinarias de la canciller, que promete crecimiento como premio a la austeridad, porque ni siquiera en Alemania las cosas van como estaba previsto. El Gobierno cree que este año el PIB va a aumentar un 0,5%, pero también reconoce que la estabilidad económica está amenazada por la recesión de los socios. Por segundo mes consecutivo, el índice Ifo de confianza empresarial ha descendido, y el consumo interno sigue sin aumentar porque los alemanes están inquietos por su futuro y por las crecientes protestas de sus vecinos del Sur. 

“Nosotros -piensan- también sufrimos reformas dolorosas en el pasado y nos tuvimos que aguantar”. Y, encima, acaba de nacer un partido, Alternativa para Alemania, que propone desmontar la zona euro -empezando por los países en crisis- y critica a Merkel por poner en peligro las cartillas de ahorro de los pensionistas y de la clase trabajadora germana con los planes de rescate. Alternativa está creciendo semana tras semana y, de seguir empeorando las cosas, va a robarle a la CDU de Merkel apoyos claves para conseguir una mayoría confortable el 22 de septiembre. 

Nada ni nadie obligan a Merkel a cambiar de rumbo

Lo peor no es que Merkel salga o no reelegida. Lo peor del caso es que, aunque ella se vaya, deja tras de sí su herencia, que va a cambiar a Europa para siempreEn estas circunstancias, con una cita con las urnas al comienzo del otoño y con el aliento del Bundesbank y del creciente sector euroescéptico detrás del cogote, a Merkel el crecimiento o el hundimiento de sus socios le es bastante indiferente, aunque haga declaraciones retóricas de cara a la galería cuando la situación lo exige. Sabedora del miedo ancestral de sus conciudadanos a la ruina económica y al cambio estructural, va a modificar muy poco su línea de actuación. ¿Por qué debería hacerlo, si con su doctrina de dureza y de indefinición táctica le ha ido estupendamente? ¿Por qué, además, cuando ningún líder europeo -y tal vez líder es una palabra inadecuada para algunos dirigentes y primeros ministros- se atreve a toserle o a contradecirle en cualquier encuentro bilateral o cumbre europea? Merkel está pensando en su reelección, no en los seis millones de parados en España. Y sus expertos le dicen que, macroeconómicamente, a Alemania le va todavía bien aunque a los demás les vaya fatal.

Lo peor no es que Merkel salga o no reelegida. Lo peor del caso es que, aunque ella se vaya, deja tras de sí su herencia, que va a cambiar a Europa para siempre. Con el pacto fiscal y la introducción en las constituciones del límite de la deuda estatal -aprobados tan alegremente en España, y sin apenas discusión- nos hemos condenado a nosotros mismos a una prisión de austeridad de por vida y a ver el crecimiento y el Estado de bienestar como reliquias de un pasado que, sin duda, fue mejor.