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El descenso a los infiernos de Boris Becker
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Aurora Mínguez. Berlín

El descenso a los infiernos de Boris Becker

“En mi vida he hecho cosas que ningún otro alemán ha logrado hacer”, afirma a menudo el que fue durante años el número uno del tenis mundial

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En mi vida he hecho cosas que ningún otro alemán ha logrado hacer”, afirma a menudo el que fue durante años el número uno del tenis mundial. Pero, actualmente, muchos ciudadanos de la República Federal responderían que, a mucha honra, no han actuado como esta figura mediática, hoy obesa y casi ajena al sentido del ridículo, dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de conseguir dinero con el que hacer frente a sus numerosas deudas.

Hay quien dice que para lograr este fin está dispuesto a todo, incluso a participar en Gran Hermano si le pagan bien. De momento, acaba de presentar su biografía. Su segunda biografía, con 46 años de edad. El título es La vida no es un juego (Das Leben ist kein Spiel) y demuestra que Becker, en efecto, no se tomó la existencia demasiado en serio.

Mercedes, que le fichó hace 16 años como imagen, no sabe cómo quitárselo de encima, porque utiliza coches de la compañía más allá de lo que estipula su contrato, maltratándolos y cometiendo imprudencias que acaban en cuantiosas multas

Prueban estosus tres matrimonios, sus numerosas aventuras, incluida una hija engendrada en un encuentro sexual fugaz en un cuarto de escobas en Londres, susmúltiples negocios fallidos y sus amistades peligrosas. Boris Becker se considera una víctima de las mujeres, quienes, asegura, le han salido muy caras y se han acercado a él buscando sólo la fama.

Tampoco se ha manejado bien en el mundo de los negocios: su concesionaria de coches en Mecklenburg no progresa, sino que decrece en ventas año tras año. Mercedes, la firma de automóviles que le fichó hace 16 años como imagen, no sabe cómo quitárselo de encima, porque él está utilizando coches de la compañía más allá de lo que estipula su contrato, maltratándolos y cometiendo imprudencias que acaban en cuantiosas multas. Otras multinacionales, como Coca-Cola, el Deutsche Bank o Basf anularon hace ya tiempo los contratos publicitarios firmados con el extenista.

Aquella villa de lujo en Mallorca

El semanario alemán Focus se ha hecho eco además de los quebraderos de cabeza que le produce a Becker su residencia Son Coll en Mallorca. No sólo no ha pagado al cien por cien el préstamo quesolicitó para adquirirla en 1997, con lo cual ha quedado embargada, sino que se niega a ceder su propiedad a la compañía inmobiliaria que se la proporcionó. Está a la venta por un valor de 12,5 millones de euros. Tampoco ha pagado los gastos de la renovación de la finca (430.351 euros), ni el sueldo de los últimos doce meses del matrimonio que se ocupa de su mantenimiento desde hace trece años.

Muchos alemanes no entienden ni quieren entender los problemas privados del extenista, y mucho menos su pulso permanente con la Hacienda alemana. Becker ha ganado como deportista más de 25 millones de dólares, pero no ha sabido utilizar bien ese dinero y tampoco fue el más rápido en pasar por la ventanilla de los impuestos. En el año 2002 tuvo que pagar una multa de tres millones y medio de euros por evasión; ahora tiene que responder por otros tres millones más que le reclama el ministro Schäuble.

La última aventura laboral de Becker, jugador profesional de póquer e impulsor de una plataforma de juego online, tampoco ha salido bien. Eso no es lo peor: la compañía PokerStars, que ha prescindido de él, tiene ya un sustituto: Rafael Nadal.

En mi vida he hecho cosas que ningún otro alemán ha logrado hacer”, afirma a menudo el que fue durante años el número uno del tenis mundial. Pero, actualmente, muchos ciudadanos de la República Federal responderían que, a mucha honra, no han actuado como esta figura mediática, hoy obesa y casi ajena al sentido del ridículo, dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de conseguir dinero con el que hacer frente a sus numerosas deudas.

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