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Pekín levanta la censura a los contenidos porno en internet
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Ángel Villarino

Historias de Asia

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Pekín levanta la censura a los contenidos porno en internet

¿Se trata de un error, de una trampa, de una válvula de escape ante las crecientes frustraciones sexuales? Los internautas chinos se asoman estos días con

¿Se trata de un error, de una trampa, de una válvula de escape ante las crecientes frustraciones sexuales? Los internautas chinos se asoman estos días con asombro y cierta prudencia por la última grieta que le ha salido a la Gran Cibermuralla, el aparato de censura más sofisticado del mundo. Desde hace ya varias semanas, cientos de páginas pornográficas han dejado de estar prohibidas para la cibercomunidad china, la más grande del mundo, cercana ya a los 400 millones de usuarios.

 

“Un pequeño paso para la Red, un gran paso para los varones”, se decía en un foro, donde cientos de usuarios anónimos compartían sus descubrimientos. Se iban anotando con sorpresa nombres y enlaces de sitios repletos de fotos, vídeos y relatos de sexo, tanto en chino como en inglés u otros idiomas. Recobrada la calma, superado el alboroto y el entusiasmo inicial, la mayoría se hacía la misma pregunta: “Pero, ¿por qué nos lo están permitiendo?”.

Activistas, expertos y cibernautas se devanan los sesos en busca de una respuesta convincente. Sobra decir que las autoridades chinas ni siquiera lo han reconocido y que es improbable que hagan comentarios al respecto, teniendo en cuenta que la ley china persigue la pornografía sin descanso desde que triunfó la revolución maoísta. La lucha contra los “contenidos obscenos” ha sido, de hecho, uno de los frentes de ciber-batalla más cacareados por el régimen, y una de las justificaciones más recurrentes de los burócratas. “Ayudar a los padres a proteger a sus hijos de contenidos perniciosos” era y es uno de los grandes argumentos a favor de la censura de la Red china.

Es más, Pekín ha seguido defendiendo su postura incluso después de levantar parcialmente el bloqueo. Sin ir más lejos, en el llamado Libro Blanco, un documento oficial sobre la Red china publicado esta misma semana, se justifica “la persecución” de delitos como la divulgación de “material obsceno y pornografía”. Pero es que, además, la batalla que libra el moralismo comunista chino ha llegado incluso a radicalizarse en los últimos meses, llevando incluso al arresto de consumidores de pornografía, acusados de almacenar en sus ordenadores demasiadas escenas subidas de tono.

La decisión es tan extraña que durante los primeros días se valoró como un simple error. Algunos, más desconfiados, pensaron incluso que podría tratarse de una trampa, una idea un tanto ridícula: ni siquiera el Ejército con más soldados del mundo, el chino, sería capaz de hacer frente a las legiones que estos días han curioseado conectándose a páginas prohibidas. Visitar páginas porno es, además, un delito que miles de chinos llevan años cometiendo cotidianamente, utilizando programas que permiten sortear la censura.

Han surgido también hipótesis muy técnicas, como la que aseguraba que el Gobierno quería centrar sus esfuerzos censores en el aniversario de la matanza de Tiananmen, el 4 de junio. Sin embargo, la fecha ha pasado y la pornografía sigue siendo accesible. No faltó quien relacionó el asunto con la reciente campaña policial contra burdeles y salas de masajes. Se estaría intentando compensar, dicen, a los clientes habituales. Alejados a la fuerza de la prostitución, al menos disponen de una vía de escape en el porno.

Frustración sexual masculina

La teoría más probable es que el Gobierno chino quiera bajarle la temperatura a un país donde la frustración sexual masculina es una cuestión estadística. A causa de la tradicional preferencia por los hijos varones en la sociedad china, potenciada en las últimas décadas por ecografías y abortos selectivos, en las calles del gigante asiático ya hay alrededor de un 10% más de hombres que de mujeres. No es de extrañar que una de las principales preocupaciones de los jóvenes sea encontrar pareja. Las previsiones demográficas anuncian un país en el que habrá decenas de millones de varones solteros, un escenario que podría aumentar la inestabilidad social, la verdadera preocupación central del Gobierno.

Así, y sin salir del ámbito de los rumores, hay quien relaciona esta bocanada de porno libre con la cadena de infanticidios cometidos por desequilibrados en escuelas, los suicidios en fábricas y otros episodios de crónica negra que no han llegado al extranjero pero han provocado pavor en China. Por ejemplo, el de un empleado de seguridad que se suicidó después de matar a tiros a tres jueces y herir a otros tres en la provincia de Hunan. Según se supo después, el tal Zhu Jun, divorciado, vivía con sus padres y se quejaba frecuentemente de sus fracasos amorosos. Una vez más, la definición más gráfica de lo que estaría buscando el Gobierno chino la ofrece un internauta. “Tienen miedo a una avalancha de salidos”.

Mientras tanto, contenidos políticos, webs de asociaciones humanitarias y páginas aparentemente tan inofensivas como Youtube o Facebook siguen estando prohibidas. Algunas voces, como la de la sexóloga Li Yinhe, creen que el Gobierno no tardará en volver a bloquear los contenidos pornográficos. Una razón más, dicen los internautas, para explorar a fondo las nuevas posibilidades de la red china.

¿Se trata de un error, de una trampa, de una válvula de escape ante las crecientes frustraciones sexuales? Los internautas chinos se asoman estos días con asombro y cierta prudencia por la última grieta que le ha salido a la Gran Cibermuralla, el aparato de censura más sofisticado del mundo. Desde hace ya varias semanas, cientos de páginas pornográficas han dejado de estar prohibidas para la cibercomunidad china, la más grande del mundo, cercana ya a los 400 millones de usuarios.