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El matrimonio homosexual enfrenta a Cameron con sus filas
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Celia Maza

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El matrimonio homosexual enfrenta a Cameron con sus filas

“No apoyo el matrimonio homosexual a pesar de ser Conservador. Apoyo el matrimonio homosexual porque soy Conservador”. La frase la dijo David Cameron

“No apoyo el matrimonio homosexual a pesar de ser Conservador. Apoyo el matrimonio homosexual porque soy Conservador”. La frase la dijo David Cameron en la última conferencia del partido, el pasado mes de octubre. La dijo y no todo el público aplaudió. En las gradas quedaban y aún quedan muchos “tories” de la vieja escuela. Han tenido que amoldarse a algunas políticas que no les convencían del todo con el fin de hacer un lavado de cara a la formación y ganar las elecciones, pero con el matrimonio gay no están dispuestos a hacer concesiones.

Su presión consiguió hace un año que el Gobierno de coalición aparcara el asunto en un rincón. Pero ahora el primer ministro les ha plantado cara dando el pistoletazo de salida a un periodo consultivo de 12 semanas antes de llevar a la Cámara de los Comunes su propuesta. El objetivo: que las parejas del mismo sexo puedan casarse antes de los próximos comicios en 2015.

Se trata de un cambio histórico e impensable hace tan sólo unos años que viniera de la mano de un Gobierno conservador. Fueron los “tories” quienes aprobaron en 1998 el “Acta 28". La normativa, impulsada por Margaret Thatcher, prohibía promover la homosexualidad como aceptable. No fue derogada hasta 2003 y aunque nunca llevó a detenciones, sí provocó el cierre de muchas asociaciones que temían ser perseguidas por la ley.

Ahora, las “uniones civiles” entre dos hombres o entre dos mujeres son legales en Reino Unido. En 2005 se concedieron a lesbianas, gays y bisexuales derechos, protecciones y responsabilidades que se les había negado en el pasado. Desde entonces más de 1.400.000 parejas del mismo sexo han pasado por el registro civil. En la vida cotidiana, muchas personas llaman a este tipo de enlaces “bodas gay” y muchos de los “contrayentes” se consideran casados. Pero el problema es que no lo están. Y, con el convencimiento de que “el Estado no debe perpetuar la discriminación y los prejuicios”, el Ejecutivo quiere modificar la ley. En este caso, la terminología es clave. Lo es para los colectivos gays y lo es para la Iglesia que, con el argumento de que el matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer, ha comenzado su propia cruzada.

Cruzada de la Iglesia

El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, se ha convertido en la primera víctima. La máxima autoridad de la Iglesia anglicana, con permiso de la reina Isabel II (que es cabeza de la Iglesia de Inglaterra), el viernes anunció que dejaría su cargo a finales de este año. A pesar de que en su comunicado no mencionó las bodas gays el tema de la homosexualidad siempre ha dividido a su congregación. Ya en su día los anglicanos no pudieron ocultar  las desavenencias con el nombramiento de mujeres obispas y parece que ahora la amenaza de cisma vuelve a sobrevolar sus templos.

Hasta ahora, Rowan Williams se ha mostrado a favor de que las leyes eviten la discriminación de las personas homosexuales, pero en su opinión eso no faculta a los legisladores para llevar a cabo cambios que considera “culturales”. Debido a la presión de sus fieles y de muchos de sus sacerdotes, en septiembre de 2010 tuvo que aceptar que clérigos abiertamente homosexuales fueran nombrados obispos. Quería mantener como fuera la unidad del anglicanismo. Eso sí, puso sus reglas: los obispos gays tienen que mantenerse célibes, una obligación que no existe para sus compañeros heterosexuales.

Considerando que su antecesor, George Carey, llegó a denominar el matrimonio entre personas del mismo sexo como “vandalismo civilizado” se podría decir incluso que la postura de Williams es hasta moderada. Pero muchos clérigos ya se han revelado.

Es el caso del nuevo deán de la catedral de San Pablo. El reverendo David Ison no sólo se ha mostrado a favor del matrimonio homosexual, sino que ha dicho que en su anterior cargo como decano de la catedral de Bradford llevó a cabo ceremonias para orar por las parejas gays y está dispuesto a hacer los mismo en el templo donde Carlos y Diana se dieron el “sí, quiero”.

Por su parte, en la Iglesia Católica –minoritaria en las islas-, la respuesta tampoco se ha hecho esperar. El arzobispo Vincent Nichols, líder de la Iglesia de Roma en Inglaterra y Gales, y el arzobispo Peter Smith han redactado una carta abogando por el “matrimonio tradicional”. La misiva se va a leer este fin de semana en 2.500 templos para pedir a los fieles movilización. Con la excepción de 2006 -cuando el gobierno propuso imponer cuotas sobre la admisión a las escuelas católicas-, la Iglesia Católica nunca había tomado parte tan activa en un debate político. De acuerdo con los planes del Gobierno, ninguna iglesia, mezquita, templo, sinagoga u otro tipo de lugar religioso se verá obligado a celebrar ceremonias de matrimonio entre homosexuales. De hecho, no se permitirán incluso si así lo desean, ya que el matrimonio religioso entre una pareja gay seguirá siendo ilegal. Las Iglesias podrán seguir predicando que el matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer, sin temor de ser demandadas. 

“Las autoridades religiosas no tienen nada que temer. Pero el Estado tiene claramente un papel en la definición de lo que es y no es un matrimonio legalmente reconocido”, matizó Theresa May, responsable de Interior.

Hasta ahora, Cameron ha dejado que sean sus ministros los que capeen el temporal. Él ha estado muy ocupado tomando perritos calientes con Obama para fortalecer la “relación especial” entre los dos países. El viaje estaba pensado para potenciar su imagen, pero el arresto –por segunda vez- de su amiga Rebekah Brooks, exdirectora del The Sun, empañó un poco la bienvenida ofrecida en la Casa Blanca.

Lo cierto es que el asunto de las escuchas ilegales del tabloide no ha sentado nada bien a la popularidad del primer ministro, que día sí y día también tiene que leer noticias que evidencian su cercana relación con el imperio de Murdoch. De ahí que el asunto del matrimonio homosexual sea tan delicado. Al líder “tory” ya se le ha atragantado la reforma Sanitaria –atrapada desde hace meses cual pelota de ping-pong entre la Cámara de los Comunes y los Lores- y otra derrota en Westminster le pondría en grandes aprietos. La jugada es por tanto arriesgada, pero no podía retrasarse por más tiempo porque un debate de este tipo antes de unas elecciones no era viable. Sobre todo teniendo en cuenta que se juega la mayoría absoluta que no pudo lograr en mayo de 2010.

Con todo, la propuesta conseguirá luz verde debido a que cuenta con el apoyo de Laboristas y Liberal Demócratas. La opinión pública también parece estar a favor. Según las encuestas, el matrimonio gay tiene el apoyo de un 45 por ciento de la población frente a un 36 por ciento que lo rechaza.

El problema es cómo saldrá parado Cameron de cara a sus filas. Para evitar una revuelta interna, el líder conservador dará libertad de voto a sus diputados. Peter Bone ya han manifestado públicamente que votarán en contra y no será el único. El hecho de que el debate haya creado tal confrontación con la Iglesia es algo que los “tories” de la vieja escuela, los mismos que no le aplaudieron en la última conferencia del partido, no olvidarán fácilmente.