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¿Sobrevivir al Euro? Irlanda se enfrenta al referéndum sobre el Tratado de Estabilidad
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Celia Maza

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¿Sobrevivir al Euro? Irlanda se enfrenta al referéndum sobre el Tratado de Estabilidad

Irlanda, Europa y el temido referéndum. Cada vez que los tres protagonistas comparten escena, Bruselas se echa a temblar. Pero el guión de la

Irlanda, Europa y el temido referéndum. Cada vez que los tres protagonistas comparten escena, Bruselas se echa a temblar. Pero el guión de la Constitución de la República es el que manda y, pese a los intentos de Enda Kenny por evitar la incómoda situación, los irlandeses acudirán finalmente hoy a las urnas para dar su veredicto al Tratado de Estabilidad.

Hay tensión. Tanto con el pacto de Niza como con el de Lisboa hicieron falta dos consultas para que el otrora Tigre Celta diera el texto por bueno, retrasando así toda la maquinaria comunitaria. Bien es cierto que un “no”, en este caso, no resultaría tan catastrófico, ya que sólo hace falta que doce países lo ratifiquen para que entre en vigor.

Eso no quita para que un rechazo ponga en cuestión el compromiso de la República con los ajustes pactados con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), haciendo casi imposible un segundo rescate. Por no hablar de los daños colaterales al ya malherido euro.

El responsable de Finanzas, Michael Noonan, ha advertido además de que un “no” obligaría al Gobierno a endurecer la política fiscal y presupuestaria en 2013, con más impuestos y más recortes.

El ministro recordó que, en tal caso, Irlanda no podría acceder a los fondos del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (ESM) cuando finalice en 2014 el rescate de la UE y el FMI, cuantificado en 85.000 millones de euros. El programa de ayuda ya obligó al Ejecutivo a presentar el pasado diciembre uno de los presupuestos generales más duros de su historia, con unas cuentas encaminadas a ahorrar 4.200 millones de euros durante 2012 para reducir su déficit hasta el 8,6 % del PIB.

Pero las advertencias no han hecho mella en los detractores del texto. En especial, en el Sinn Fein, que ha pedido hasta la saciedad a los irlandeses que rechacen el documento para evitar que se “perpetúen las políticas de austeridad de los Gobiernos comunitarios”.

La formación de Gerry Adams, considerada en su día el brazo político del ya inactivo IRA, nunca había contado con especial aceptación al otro lado de la frontera. Pero ha sabido beneficiarse de la crisis como ninguna otra y esta semana, coincidiendo peligrosamente con el plebiscito, se ha colocado como segundo partido más popular.

El apoyo del 24% duplica la cifra registrada por el Laborismo, socio minoritario del actual Gobierno de coalición. El Fine Gael, el partido del Taoiseach, sobrevive, de momento, con un 32%. Con una economía aún en recesión, una tasa de desempleo del 14% y un precio de la vivienda reducido a la mitad comparado con los meses anteriores a la crisis, no es impensable que la papeleta se utilice para castigar a Enda Kenny quien, por primera vez desde las elecciones de febrero de 2011, no tiene el apoyo mayoritario del pueblo.

Cómo sobrevivir sin el euro

Un pueblo, por cierto, que ya se ha buscado sus propias soluciones para “sobrevivir” sin el euro. Es el caso de Lipton, una pequeña aldea muy cerca de la frontera con Irlanda del Norte, donde los vecinos han vuelto a utilizar los “punt” anteriores al nacimiento del euro en un intento por impulsar la economía local. Alrededor de 285 millones de “punts” -guardados debajo del colchón, en la hucha a modo de recuerdo u olvidados en una caja de zapatos- siguen siendo moneda de curso legal. El mismo mecanismo, en este caso utilizando la peseta, fue empleado ya el año pasado en Mugardos, La Coruña.

La última encuesta publicada por The Irish Times daba al “sí” un 39% de apoyo, al “no” un 30%, a los indecisos un 22% y a los que no votarían un 9%. El porcentaje de los dubitativos había disminuido 17 puntos, pero como siempre ocurre en Irlanda son ellos los que tienen la última palabra y son ellos los que tendrán que valorar cuánto y en qué medida ha cambiado la Europa que firmó el Tratado en febrero y la Europa que existe hoy.

La aparición en escena de Francois Hollande no puede pasarse por alto. Su victoria en las presidenciales rompió el eje franco-alemán dejando a Angela Merkel sola como abanderada de la era de la austeridad porque el nuevo líder galo pide una reforma del tratado que incluya medidas de reactivación económica, como contrapeso al rigor presupuestario. La Canciller habría podido encontrar consuelo en Italia. El exministro de Relaciones Exteriores de Italia, Lamberto Dini, llegó a decir que había un plan secreto entre Mario Monti y Merkel para reemplazar el eje "Merkozy". El primer ministro italiano negó rotundamente tal información.

Por su parte, el responsable de Economía galo, Pierre Moscovici, insiste en que Francia no ratificará el tratado “sin un paquete de crecimiento”, mostrando así su solidaridad con la socialdemocracia alemana, que intenta aplazar en el Bundestag la votación del pacto fiscal tal y como fue concebido por Merkel y Sarkozy.

En este sentido, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, dejó muy claro que no habría renegociación. Por su parte, el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, contestó con un simple “sí” cuando se le preguntó si podría haber un pacto económico adicional que no sólo se refiera a la austeridad. En respuesta a la misma pregunta, Barroso explicó: “Si te refieres a un contrato político: sí”. Sin embargo, el jefe de la Comisión dio un rotundo “no” cuando se le preguntó si tal pacto de crecimiento implicaría medidas financiadas a través de nuevas deudas. En Irlanda, el debate hizo que se planteara aplazar el plebiscito, pero el “Taoiseach” se negó a modificar el calendario.

La relativa tranquilidad de Cameron

En la zona euro, la tensión se prolongará hasta saber los resultados, previstos para el viernes. David Cameron, sin embargo, mirará el escenario plácidamente desde su sillón acordándose de todos los problemas que le generó el Tratado de Lisboa a Gordon Brown, quien tuvo que mandar al entonces ministro de Exteriores David Miliband para evitar así salir en la foto de grupo.

Desde un principio, el “premier”, seguido luego por el checo Petr Necas, se negó a sumarse al pacto concentrándose en los intereses de la City. Fue la primera prueba de lo poco que se quiere arrimar a Bruselas en caso de que el euro sucumba. La segunda, la ofreció este fin de semana, cuando se supo que el Reino Unido está estudiando un plan de contingencia con el fin de evitar un aumento de la inmigración proveniente de aquellos países que ya ven cómo el agua va entrando en su camarote.

Aunque los británicos paguen orgullosos su té en libras, si la moneda única colapsa, la tormenta no les va a dejar al margen. Es más, situaría al Reino Unido en el centro del huracán, ya que los billetes con la cara de Isabel II podrían verse como el mejor salvavidas ante el hundimiento del barco. Y ya se sabe que si el bote tiene demasiado peso, tarde o temprano también acaba volcando. 

Irlanda, Europa y el temido referéndum. Cada vez que los tres protagonistas comparten escena, Bruselas se echa a temblar. Pero el guión de la Constitución de la República es el que manda y, pese a los intentos de Enda Kenny por evitar la incómoda situación, los irlandeses acudirán finalmente hoy a las urnas para dar su veredicto al Tratado de Estabilidad.