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Desmontando las dudas sobre Shakespeare
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Celia Maza

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Desmontando las dudas sobre Shakespeare

Ser o no ser… esa ya no es la cuestión. Ahora la pregunta clave es: ¿Fue realmente Shakespeare quien escribió Hamlet? Más de

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Ser o no ser… esa ya no es la cuestión. Ahora la pregunta clave es: ¿Fue realmente Shakespeare quien escribió Hamlet? Más de cuatro siglos después del nacimiento del dramaturgo, la autoría de sus obras sigue siendo gran motivo de debate. Es más, los escépticos han conseguido más protagonismo que nunca y, en vista de que las dudas que siembran ganan cada día más adeptos, los académicos han decidido actuar.

Coincidiendo con el cumpleaños del bardo y las celebraciones que este fin de semana se celebran en su pueblo natal, Stratford-upon-Avon, se publica Shakespeare más allá de la duda.  Evidencia, argumento, controversia, un libro elaborado por los 22 principales expertos en la materia de todo el mundo que pretende ser la evidencia definitiva para demostrar que sí son suyos los títulos que la historia le atribuye.

Desde la década de 1850, se han sugerido más de 77 nombres como posibles autores reales de sus textos. Los candidatos más populares a negros de Shakespeare siempre han sido Francis Bacon, Edward de Vere (el decimoséptimo conde de Oxford) y Christopher Marlowe, aunque también hay teorías de lo más extravagantes que apuntan hasta la misma reina Isabel I.

¿Pudo un hombre que no fue a la universidad escribir obras de tal nivel? ¿Pudo describir con tantos detalles Italia cuando nunca la visitó? ¿Por qué hay tantas firmas distintas del autor? ¿Robaba los guiones que luego presentaba como suyos? ¿Fue un genio o un simple bufón?  

Para acabar con las especulaciones, la obra de los académicos -coeditada por Paul Edmondson y Stanley Wells, del Shakespeare Birthplace Trust- ha planteado un enfoque que no se había abordado hasta ahora: estudiar a fondo a los supuestos “escritores reales que tanto defienden los detractores” y demostrar por qué es imposible que ellos sean los que estén detrás de historias como Romeo y Julieta.

“Las dudas son tan ridículas que esperábamos que se acabaran cayendo por su propio peso”, explica Edmondson a El Confidencial. “Pero nos quedamos completamente consternados cuando nos dimos cuenta de que al menos dos universidades ya están ofreciendo cursos sobre la autoría de Shakespeare. La Concordia University, en Portland, Oregon y la Universidad Brunnel, en Londres. Fue la gota que colmó el vaso y decidimos que había que hacer algo”, recalca.

Uno por uno, el experto tira por tierra los argumentos de los escépticos. He aquí sus claves:

Francis Bacon. “Era un filósofo y un estadista. Sus textos literarios eran terribles. En otras palabras, era un tipo y un estilo completamente diferente a Shakespeare”

Edward de Vere. “Murió en 1604, antes de que algunas de las obras fueran escritas.  Además, sus versos eran de formas métricas con largas filas de 12 o 14 sílabas. Ningún poema Shakespeare está escrito en estos medidores”

Christopher Marlowe. “Murió en 1593. Existe el informe del forense con 16 testigos para demostrarlo. Los escépticos dicen que todo fue un encubrimiento para huir de la herejía y que desapareció, pero continuó escribiendo. Es falso”.

La reina Isabel I. “Murió en 1603 y seguramente no tenía tiempo para escribir”.

“Una cosa es que Shakespeare colaborara con otros escritores y otra cosa es que robara sus textos para apropiárselos. Eso es ridículo”, zanja el experto.

Pero una vez desmontados estos fantasmas aún quedaban otros mitos por destruir, como por ejemplo, el de su educación. En este sentido, Carol Chillington Rutter, de la Universidad de Warwick, que también colabora en el libro, niega las teorías que sostienen que Shakespeare no pudo tener los conocimientos suficientes para haber escrito obras tan eruditas.

La académica defiende que, a pesar de no haber ido a la universidad, el bardo acudió de niño a la escuela en la que se impartía el “riguroso método isabelino”, donde los niños podían traducir del latín al inglés y viceversa. “Podían reconocer los tropos retóricos más intrincados y figuras como metáfora, alegoría e hipérbole, en definitiva, un nivel y un tipo de lectura propia de hoy en día de los títulos universitarios que estudian a los clásicos”. 

La primera persona que dudó de la autenticidad del escritor inglés fue una mujer americana llamada Delia Bacon que en la década de 1850 publicó un libro en el que daba a entender que las obras fueron elaboradas en colaboración con otros autores. En concreto decía que las obras de teatro eran de Francis Bacon. “En aquel momento la novela policiaca estaba en pleno auge y las teorías alternativas de Darwin sobre el universo hacían posibles otras metáforas de conocimiento e interpretación”, señala Edmondson.

Pero la bola fue creciendo y se hizo aún más grande en 2011 con el estreno de la polémica película Anonymous que retrata al dramaturgo como un simple bufón y al conde de Oxford como el verdadero autor de los textos. En la cinta aparecía Mark Rylance, precisamente uno de sus mayores detractores. “¿Cómo se explica que un dramaturgo que escenifica 14 de sus 37 obras de teatro en Italia nunca hubiera viajado hasta allí y tuviera un conocimiento tan exacto del terreno?”, plantea el intérprete.

Edmondson contesta que todo se trata del “poder de la imaginación”. “Dame 30 segundos y soy capaz de inventarme una historia en México cuando nunca he estado allí”, dice. Además, recalca que en las obras de Shakespeare hay errores que evidencian de sus conocimientos geográficos eran muy pobres. Por ejemplo, ve posible que los dos caballeros de Verona viajen a Padua por el mar (cuando no se puede) o escribe una obra de teatro ambientada en Venecia sin mencionar los canales. Sobre la polémica con sus seis firmas diferentes, el académico señala que la ortografía de los nombres variaba continuamente en ese periodo por lo que “no hay nada inusual”.

Por otra parte, otros expertos como John Hamill, presidente de la Shakespeare Oxford Society, señalan que las dudas sobre su autoría surgen porque el hombre que nació en Stratford llamado Shakespeare puede que no fuera el dramaturgo que triunfó en Londres. "El Shakespeare de Stratford era un hombre de negocios. No se sabe su relación con el autor y no hay evidencias de que tuviera una producción literaria. Tampoco existen menciones a este personaje por parte de los dramaturgos de la época", explica.

El experto señala que estas dudas sobre la identidad de ambos personajes se remontan al siglo XVI.  "Por ejemplo, un crítico de la época mencionó un autor que se llamaba a sí mismo Shakes-peare, con un guión cuyo uso era común entre los autores que usaban un seudónimo. Pero el debate en serio empezó en el siglo XIX cuando varios autores y actores ingleses , alemanes, y americanos empezaron a cuestionar públicamente que el Shakespeare de Stratford fuera el famoso escrito. Entre los que dudaban de ellos destacan Tennyson, Dickens, Mark Twain, Sigmund Freud, Orson Welles, Sir Derek Jacobi y Jeremy Irons, entre otros. Todos mencionaban que no hay nada en la vida del hombre de Stratord que se reflejara en las obras del escritor", explica Hamill. Ademas, el experto subraya que las obras nunca hacen referencia a dicha ciudad y que el dialecto de inglés que usa en las obras no es de esa zona, sino de Londres o del este de Inglaterra.

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Ser o no ser… esa ya no es la cuestión. Ahora la pregunta clave es: ¿Fue realmente Shakespeare quien escribió Hamlet? Más de cuatro siglos después del nacimiento del dramaturgo, la autoría de sus obras sigue siendo gran motivo de debate. Es más, los escépticos han conseguido más protagonismo que nunca y, en vista de que las dudas que siembran ganan cada día más adeptos, los académicos han decidido actuar.