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Cumbre del G8 en Reino Unido: dos días sin acuerdos... y sin acompañantes
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Celia Maza

Las manillas del Big -Ben

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Cumbre del G8 en Reino Unido: dos días sin acuerdos... y sin acompañantes

  David Cameron aún no se ha dado cuenta de lo importante que es aparecer en una foto con David Beckham. Desde que los políticos se

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David Cameron aún no se ha dado cuenta de lo importante que es aparecer en una foto con David Beckham. Desde que los políticos se han empeñado en romper relaciones con cantantes y celebrities, las cumbres internacionales ya no son lo que eran. Los conciertos y fuegos artificiales han dado paso a aburridas reuniones y partidas de golf que, para más inri, tienen que terminar con acuerdos, o al menos semicompromisos, para justificar al ciudadano el coste que suponen al erario. El valor de estas reuniones se ha cuestionado en los últimos años y la cita del próximo lunes y el martes del G8 en Irlanda del Norte no parece que vaya a despejar dudas.

Los líderes de las ocho potencias más industrializadas del mundo se concentrarán en el lujoso hotel Lough Erne, con Cameron como anfitrión. Pero el premier ha estado tan ocupado enseñando las dos Cámaras del Parlamento a Stephen Joseph Harper, su homólogo canadiense, y preparando su reunión con Vladimir Putin, que se ha olvidado de lo más importante: tomar un café con el exfutbolista convertido en estrella.

Beckham se unió el sábado pasado a Bill Gates y el director de cine Danny Boyle para instar al Gobierno a luchar contra el hambre en el mundo. Más de 45.000 personas se concentraron en Hyde Park por la causa, que además contaba con la bendición de Justin Welby, el arzobispo de Canterbury. 

Si el líder tory se hubiera dejado caer por allí, no sólo habría impulsado su imagen sino que habría limado asperezas con la Iglesia de Inglaterra tras su polémica ley del matrimonio homosexual. La foto le habría servido para modernizarse y acercarse al pueblo, quitando así la razón a las encuestas que aseguran que no está al tanto de los problemas de la calle. Pero no. En vez de eso, Cameron organizó una aburrida conferencia con hombres encorbatados para comprometerse a que para el año 2020, un total de 20 millones de niños de los países más pobres se hayan salvado de la malnutrición crónica.

En esto hay que reconocer que Cameron tiene que aprender mucho de Tony Blair. La última vez que el Reino Unido fue anfitrión de la cumbre del G8, en 2005, el laborista, que entonces estaba al frente del Ejecutivo, alcanzó uno de sus momentos de gloria posando con Bob Geldof y Bono. Los conciertos y festivales inundaron el país. La cumbre fue un auténtico éxito y los países se comprometieron a dedicar el 0,7% de su PIB al desarrollo. Hoy pocos cumplen su palabra, pero eso es lo de menos porque aquel año la reunión acaparó los titulares de todo el mundo. Geldof ha dicho que de todos los G8, el celebrado en Gleneagles fue el más significativo.

En esta ocasión, sin embargo, no habrá música que valga. Ni tampoco actuaciones estelares. Tan sólo una agenda centrada en tres temas: luchar contra los paraísos fiscales, impulsar negociaciones comerciales entre UE y EEUU y hacer progresos para acabar con el conflicto de Siria.

A día de hoy no se vislumbran acuerdos. Sobre todo en el primer punto, precisamente al que más importancia viene dando el tory en los últimos meses. Así que no hay duda. El martes, Cameron lamentará no haber celebrado un concierto con Geldof.

Paraísos fiscales y negociaciones con Estados Unidos

Los planes del primer ministro para llegar con los deberes hechos se han truncado a última hora con la resistencia de Bermuda, un territorio de soberanía británica, a firmar una convención internacional sobre intercambio de información fiscal con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El acuerdo -considerado una de las herramientas más eficaces para impedir la evasión fiscal- ha sido firmado por ya por 55 países.

Por otra parte, tampoco se puede obviar el caso de Gibraltar. Tan sólo unos días después de que el premier escribiera de su puño y letra una carta a los territorios de ultramar para que pusieran la "casa en orden", Fabián Picardo se ha plantado en la City gritando a los cuatro vientos los impuestos tan beneficiosos del Peñón. Su objetivo era convencer a los fondos de alto riesgo británicos para que trasladen sus oficinas del lujoso barrio de Mayfair a la Roca. Entre sus promesas, asegurar que el impuesto sobre la renta se limitaría a 30.000 libras esterlinas (35.100 euros) al año, independientemente de los millones que los hedge funds ganaran. 

Las negociaciones comerciales con EEUU tampoco parecen que vayan a terminar con pacto. Francia ha amenazado con bloquearlo si sus demandas para excluir a las industrias culturales como la música y el cine no se cumplen. Washington, Londres y Bruselas están apostando fuerte por un nuevo convenio trasatlántico, pero el presidente francés, François Hollande, ha hecho de l’exception culturelle una línea roja. El anfitrión intentará actuar como intermediario. Pero la relación con Hollande no es precisamente cercana. Más aún desde que Cameron invitara de forma privada a Sarkozy a comer recientemente en el número 10. ¿En qué estaba pensando su jefe de protocolo?

El conflicto sirio

Por último queda el conflicto sirio. El primer ministro británico hará todo lo posible por camelarse este domingo a Putin en un encuentro en Downing Street, aunque sabe de sobra que el presidente ruso es hueso duro de roer. Ambos líderes aseguran que comparten la necesidad de crear un gobierno de transición, pero reconocen amplias diferencias que aún les separan sobre cómo poner fin a la guerra. El hecho de que el primero de su apoyo a los rebeldes y el segundo se muestre al lado de Assad no facilita las cosas.

El líder tory continúa con su propósito de “capacitar, apoyar y ayudar a la oposición” aunque aclara que aún no se ha tomado “ninguna decisión para armarles”. Londres y París persuadieron a la UE de levantar el embargo de armas contra Siria, pero ambos se han comprometido a mantener a raya las entregas hasta agosto.

Desde que Cameron se comprometiera en la Cámara de los Comunes a celebrar un debate antes de tomar cualquier decisión sobre este asunto, los portavoces del Ejército y los ministerios son cautelosos a la hora de hacer declaraciones públicas. Con todo, se han llevado a cabo planes de contingencia y militares británicos y americanos ya están entrenando en Jordania a los miembros del Ejército Libre de Siria. Por lo tanto, pese al empeño de Barack Obama, el premier británico guarda distancias.

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David Cameron aún no se ha dado cuenta de lo importante que es aparecer en una foto con David Beckham. Desde que los políticos se han empeñado en romper relaciones con cantantes y celebrities, las cumbres internacionales ya no son lo que eran. Los conciertos y fuegos artificiales han dado paso a aburridas reuniones y partidas de golf que, para más inri, tienen que terminar con acuerdos, o al menos semicompromisos, para justificar al ciudadano el coste que suponen al erario. El valor de estas reuniones se ha cuestionado en los últimos años y la cita del próximo lunes y el martes del G8 en Irlanda del Norte no parece que vaya a despejar dudas.