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Réplica española al embajador alemán
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José Zorrilla

Las tres voces

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Réplica española al embajador alemán

Estimado embajador. He leído con gran interés y preocupación su desahogo en El País de 26 de Abril titulado: “Desde

Estimado embajador. He leído con gran interés y preocupación su desahogo en El País de 26 de Abril titulado: “Desde la profunda amistad”

Créame si le digo que somos muchos los que estamos hartos de ver como se insulta a Alemania cuando el problema no es de país sino de concepto. La moneda es el resultado de instituciones políticas comunes, la voluntad en sentido contrario carece de recorrido. Ortega y Gasset ironizaba diciendo que la filosofía alemana era como un explorador que al llegar a la playa de un país virgen, se sentaba en la arena, tomaba un papel y un lápiz y empezaba a dibujar diciendo: “el país que voy a descubrir es así”.

Quizás con el euro pasa algo parecido. Por más que lo intentemos no puede hacer a España tan productiva como Alemania. ¡Qué más quisiéramos! Ni siquiera el marco pudo hacer a Vorpommern tan productiva como a Hesse. El núcleo del problema es ese, Sr. embajador. No podemos tener los instrumentos de un Estado sin ser un Estado. Y una vez que seamos un Estado, si es que llegamos a serlo, España no será tan productiva como Alemania. Pero Schlewig Holstein tampoco es ahora tan productiva como Baviera. Y ambas son Alemania. Se impone una advertencia adicional. Una moneda común sin instituciones comunes no solo no une sino que separa proactivamente. El retroceso del ideal europeo tiene poco que ver con sentimientos personales o nacionales. Es la consecuencia de aplicar una moneda común a un espacio que no lo es ni política ni económicamente. La alternativa está clara. Volver atrás o seguir adelante bajo nuevas reglas. Esta última es mi opción favorita.  

Somos muchos los que estamos hartos de ver como se insulta a Alemania cuando el problema no es de país sino de concepto

Verá embajador: por dos veces ha sonado el corazón del mundo en tierras del Dominio Alemán. La primera en Wittemberg en los albores de la Edad Moderna. La segunda en Koenisberg en la cumbre de la Ilustración. Llega ahora una tercera cita y esta vez no es religiosa ni filosófica sino política. Y de la decisión que tome Alemania dependerá el futuro de esta mitad de Occidente, madura ya para su decadencia, una vez que los EEUU han decidido que su orilla estratégica principal no es el Atlántico sino el Pacífico. 

Brandt de rodillas en el ghetto de Varsovia redimió a Alemania de las batallas de Peipus y Kursk y le abrió el corazón de la fortaleza más inexpugnable: el afecto de Rusia. Con Francia, que  ha invadido a Alemania muchas más veces de las que Alemania ha invadido a Francia, dicho sea de paso, supo invertir el paradigma y convertir los fundamentos de la guerra, el carbón y el acero, en prenda común de paz. 

Falta el Sur. No es el límite de Alemania el que hay entre católicos y protestantes o el que separa, en la misma Alemania a romanizados y germanos, sino el que hubo siempre entre el Este al que se conquista y el Sur al que se ama. Ese Sur que siempre añoran los poetas y al que se dirigen sus sueños desde las alas de pájaros herederos de las grullas sagradas de Ibicus. El Sur también puede y debe de ser alemán. Por primera vez en siglos Roma y Madrid no son disyuntivas a Moscú. No tienen porqué serlo si la lectura es generosa y de amplios horizontes. 

Ni tiene porqué ser un sueño, como el del Príncipe de Homburg, ni un anhelo como el de Hölderlin ni un viaje de ida y vuelta como el de Goethe. Esta es su casa, la casa de Alemania, como nuestro es su corazón, que no es la tierra sino el Rin. Así veo yo este tercer desafío. Hacer de todas las Vaterländer de Europa una única Heimat. Y siento no poder dar traducción española a estos términos porque no la tienen. Como no la tiene tampoco el ejercicio de coraje y liderazgo que Alemania está llamada a ejercer. Gute Reise!