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Siria: ¿hemos perdido Oriente Medio?
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José Zorrilla

Las tres voces

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Siria: ¿hemos perdido Oriente Medio?

Cuando Francia recibe el mandato colonial de Siria (San Remo, 1920) tras haber llegado a un acuerdo con Inglaterra para repartirse el petróleo de Mosul, rompe

Cuando Francia recibe el mandato colonial de Siria (San Remo, 1920) tras haber llegado a un acuerdo con Inglaterra para repartirse el petróleo de Mosul, rompe el territorio en dos partes: Líbano, cristiano, y Siria, musulmana. Para gobernar esta última, Francia se apoya en la minoría alauita, perseguida tradicionalmente por la mayoría suní, y organiza sus FFAA, Policía y Administración con esos efectivos, lo que le garantiza el control del país.

Haffed el Assad administra ese acervo hasta los ochenta, época en que se produce la rebelión de los Hermanos Musulmanes. Haffed los derrota con una triple estrategia: utiliza para la represión las unidades militares más afectas a su persona; crea unidades paramilitares y ocupa las ciudades rebeldes, una vez derrotadas, con guarniciones militares (clear and hold).

Treinta años más tarde, las primaveras árabes y el descontento popular encienden otra vez el fuego. El hijo, Bashar, repite la estrategia del padre, pero esta vez esas técnicas no son suficientes y se produce una escalada: todo el Ejército se convierte en una  milicia más, con lo que Siria pierde su fundamento común, y lo que fue “conquistar y ocupar” se transforma en “conquistar y destruir” (clear and cleanse). De esa manera, se rompen los otros dos factores nucleares del estado: la voluntad común, porque a las ciudades plurales le sustituyen poblamientos polarizados irreconciliables, y el propio territorio nacional, porque al hacer refugiarse cada minoría en su enclave, Siria se balcaniza.  Conviene disipar optimismos. Sea cual sea el resultado final del conflicto, el Medio Oriente ha perdido toda la geografía entre Irak e Israel, con Irak más bien del lado de Teherán.

Se trata ahora de saber si al nuevo Medio Oriente lo van a dominar los chiitas de Irak, de Irán y Líbano -más los restos de Siria- léase Hezbolá, o los sunitas del Golfo, léase Arabia Saudí y Qatar.

Sea cual sea el resultado final del conflicto, el Medio Oriente ha perdido toda la geografía entre Irak e Israel, con Irak más bien del lado de TeheránLa situación podría desbloquearse en favor de los sunitas con una intervención militar en favor de los insurgentes. Pero tras las experiencias de Irak, Afpak y Libia, derrocar no parece prudente. Por otra parte, la oposición va desde los laicos demócratas hasta Al Qaeda- que son los que de verdad tienen fuerza: el acuerdo entre ellos es imposible. Así que se contemplan dos soluciones militares light: armarlos, pero la experiencia demuestra que eso podría reforzar a los insurgentes de Irak y Líbano; o abrir zonas de exclusión aérea, pero eso fragmentaría todavía más a Siria y no garantizaría la seguridad de la población civil. No olvidemos, por otra parte, las defensas antiaéreas rusas.

Rusia ayuda a los chiítas: conviene recordar que no ahora no actúa como superpotencia, sino como potencia regional. ¿Recuerda el lector ‘La carga de la brigada ligera’ en la Guerra de Crimea? En eso estamos. Por supuesto prefiere la estabilidad de Assad al caos de la oposición. También es contraria a que se infrinja el principio de no intervención. Y teme que una victoria de Al Qaeda llegue hasta el Cáucaso, donde su único aliado fiable es Armenia. (A Azerbaiyán le arma Israel y Georgia deja entrar sin visado a ciudadanos del Cáucaso Norte). Y por fin, tampoco está dispuesta a que se ponga en peligro su presencia en el Mediterráneo (base de Tartús) ni a que caiga el último bastión del Medio Oriente donde todavía sobrevive el cristianismo. Pues aunque parezca extravagante, Rusia es cristiana y el Patriarca Juan Yazigi se ha posicionado en favor de Assad.

Irán, parte esencial de todo trato

Turquía no puede escapar a un problema que ha llevado a su territorio casi medio millón de refugiados. Por otra parte contempla con preocupación el que pueda constituirse en Siria otro enclave kurdo como el de Irak, lo que complicaría un eventual y final acuerdo con el PKK, y eso es justamente lo que está sucediendo desde que Siria abandonó el territorio kurdo a sus habitantes. Pero una victoria clara de la oposición abriría un escenario impredecible ya que el sunismo de Erdogan compite con el de Arabia Saudí.

Irán es parte esencial de todo trato. No tanto por la ayuda que presta a el Assad, extensión de la que presta a Hezbolá en Líbano, sino porque según su doctrina estratégica perder Siria podría poner en peligro la unidad nacional. Sin Irán no habrá acuerdo posible y ya ha organizado tres conferencias sobre el tema y ha advertido de que se dispone a desplegar tropas. Arabia Saudí ayuda a los insurgentes suníes. Pero tampoco quiere que la cosa vaya demasiado lejos no sea que los fanáticos lo sean tanto que se vuelvan contra ella. Sobre este tema, la Corte está dividida en halcones y palomas.

Qatar es el país que más apoya una solución militar contra Assad. Su actitud final dependerá posiblemente de la capacidad de convicción de los EEUU sobre ellos. Queda Israel. Ha bombardeado algunos envíos de armas a Hezbolá, pero contempla el conflicto desde un segundo plano.

En cuanto a los EEUU, al no estar dispuestos, por el momento, a una intervención sobre el terreno, les queda la diplomacia y la advertencia de que van a armar a la oposición (no sabemos cómo). Su tesis es que si se produce la caída de Assad eso no debe de suponer el fin de sus instrumentos de poder y represión, la lección de Irak está todavía viva. Sus desiderata son nobles: impedir el uso de armas químicas, el que grupos extremistas lleguen al poder y el que Siria se convierta en un Estado fallido. Pero para ello sería necesario un cierto nivel de supervivencia institucional de Assad, en definitiva, un acuerdo político entre las partes. No es realista.

Quedan tres actores multilaterales. La Liga árabe, que ha dado su asiento en la organización a la oposición siria y en la que lleva la voz cantante Arabia Saudí; el grupo de Amigos de Siria o Londres 11 (US, RU, Francia, Turquía, Alemania, Italia, Jordania, Arabia Saudí, EAU, Qatar y Egipto), continuación del Action Group de Ginebra de Mayo del 2011 que preveía una transición pacífica; y la propia ONU, que, a pesar de los vetos rusos y chinos, intentó una misión sobre el terreno de la mano de Kofi Annan a la que hubo de renunciar casi de inmediato y cuyo representante, conjunto ahora con la Liga Árabe, es Lakhdar Brahimi.

Irán es parte esencial de todo trato. No tanto por la ayuda que presta a el Assad, extensión de la que presta a Hezbolá en Líbano, sino porque según su doctrina estratégica perder Siria podría poner en peligro la unidad nacionalLo último en la materia es, una Ginebra 2 este Junio, por acuerdo de Kerry y Lavrov en Moscú el ocho de Mayo, bajo cinco puntos programáticos: fin de la violencia armada, de la escalada militar, respeto a la unidad, soberanía, independencia e integridad territorial de Siria, gobierno provisional con miembros de Assad y de la oposición, y acceso de instituciones humanitarias a todas las áreas del conflicto: Assad ha anunciado que asistirá.

La noticia es humillante para la UE. Han pasado casi sesenta años desde el fiasco de Suez y el Medio Oriente es y será ya irreconocible. Pero hay algo que no ha cambiado.  Ante nuestra incapacidad para renunciar a las 27 minipolíticas nacionales en todos estos años, siguen siendo los EEUU y Rusia quienes mandan en la zona. Tres días más tarde del acuerdo ruso-americano, la UE ha levantado el embargo de armas a los rebeldes. A los EEUU les ha parecido bien. A Israel y a Oxfam no. A Israel porque teme que las armas acaben en manos hostiles. A Oxfam porque endurece la opción militar.

En fin, todos esperamos, y muy especialmente los dos o tres millones de refugiados sirios (no se sabe su número), que toda esta confusión pueda terminar en acuerdo. La alternativa sería una Somalia mediterránea (hipótesis de Lakhdar Brahimi). Otra posibilidad es una Siria intervenida: un segundo Irak. En cualquier caso el dossier sirio es un fracaso más de aquel lamentable desastre que fue el Tratado de Versalles, causa de la II Guerra Mundial, del horror de los Balcanes y ahora del de Oriente Medio. Hay que recordar el comentario del Field Marshall, Conde de Wavell, al leer el texto de tan funesto acuerdo: “Después de haber hecho “la guerra que iba a terminar con todas las guerras” parece que en París han hecho una paz que va a terminar con todas las paces”.

*José A. Zorrilla es diplomático.

Cuando Francia recibe el mandato colonial de Siria (San Remo, 1920) tras haber llegado a un acuerdo con Inglaterra para repartirse el petróleo de Mosul, rompe el territorio en dos partes: Líbano, cristiano, y Siria, musulmana. Para gobernar esta última, Francia se apoya en la minoría alauita, perseguida tradicionalmente por la mayoría suní, y organiza sus FFAA, Policía y Administración con esos efectivos, lo que le garantiza el control del país.