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Navidad en las Misiones de Chiquitania
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José Zorrilla

Las tres voces

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Navidad en las Misiones de Chiquitania

La excelente música barroca que aun hoy se escucha en las misiones refuta la idea de que la fusión entre nativos y blancos aniquiló a los primeros

Foto: Iglesia de San Javier. (Foto: Bamse - vía Wikipedia Commons)
Iglesia de San Javier. (Foto: Bamse - vía Wikipedia Commons)

He venido a pasar la Navidad en el Oriente de Bolivia, más precisamente en el hilo de reducciones jesuíticas que va desde Santa Cruz de la Sierra hasta la frontera de Brasil, y que cubre el territorio de lo que se llama Chiquitania, hoy Patrimonio Mundial de la Humanidad. Lo que queda de las reducciones paraguayas, argentinas o peruanas son ruinas; las chiquitanas por el contrario están vivitas y coleando, -diríamos mejor sonando y cantando, pues albergan algo más de nueve mil partituras de música barroca que los naturales del país se encargan de mantener vivas con el testimonio de su interpretación-. Los nativos construyeron los instrumentos, en ocasiones hasta compusieron las partituras, y las interpretan habitualmente en el curso de su vida cotidiana.

Empecemos por el principio. Doscientos años después de la conquista todavía no había un camino abierto entre el Oriente de Bolivia y las reducciones del Paraguay, y ese recorrido era estratégico pues le flanqueaba Brasil, por aquellos años una amenaza de bandidos y esclavos huidos de las plantaciones. Las reducciones buscaban asentar a los indígenas nativos -hasta entonces nómadas- e incorporarlos a la Corona de España por la vía trazada por Isabel de Castilla, esto es, el bautismo.

La colonización española, si así se puede llamar, era lo opuesto de la colonización norteamericana. Mientras que los hijos del Mayflower iban poniendo mojones de propiedad y haciendo recular cada vez más a los nativos, que ni eran ni podían ser propietarios, (modelo de exclusión) la Corona de Castilla buscaba activamente a los nativos para incorporarlos al espacio legal castellano por la vía del bautismo (modelo de inclusión). Al mismo tiempo ese bautismo legitimaba la presencia de la Corona, pues sin conversión de nativos al cristianismo la presencia de Castilla en aquellas tierras ajenas hubiera sido ilegal.

Tan lejos llegó la Corona en su exigencia que las órdenes contemplativas no fueron autorizadas a pasar a Indias, pues se entendía que allí lo prioritario no era rezar sino convertir.Llegó 1691 y los Padres Arce y Antonio de Ribas S.J. fundaron San Javier, la primera de sus reducciones. Para entonces había ya unos sesenta poblados en todas las Indias. El modelo que los jesuitas siguieron para articular los poblamientos fue una mezcla de Ciudad Ideal de Platón, Utopía de Tomás Moro, monacato occidental y concejo castellano. Solo se autorizaba el asentamiento de indígenas nativos originarios. Se trabajaba en común y se rezaba en común a toque de campana. La administración correspondía a un Corregidor Real y a un cabildo indígena y los frutos del trabajo se repartían proporcionalmente. Pero la herramienta privilegiada de la conversión a la filosofía cristiana era la música. Los jesuitas no llegaron tan lejos como los benedictinos en su uso del canto como rezo. Pero utilizaron la música para el propósito de socializar a los nativos originarios, con tanto éxito que hoy todavía la música barroca es uno de los cimientos de la vida común chiquitana. Hay un festival de música barroca cada dos años y todas las comunidades tienen coro y orquesta propios.

En cuanto al bautismo, goza de mala prensa desde que Marx calificó a la religión como el opio del pueblo. Pero eso es no haber entendido nada: el bautismo es profundamente subversivo. Bautiza usted a alguien y de inmediato tendrá que explicarle que lo hace para salvar su alma inmortal. ¿Y dónde se dice por primera vez que tenemos un alma inmortal? En la muerte de Sócrates, de Platón, escrito unos quinientos años antes de nuestra era. Viene luego la Patrística, que trata de desentrañar todo el paquete doctrinal judeo-platónico-trinitario y elaborarlo -con éxito, por cierto-, hasta que San Agustín mezcla intelecto y fe con su famoso "creo para entender" (credo ut intelligam) que completará más tarde Anselmo de Canterbury para los euroescépticoscon su frase subversiva "la fe busca la razón" (fides quaerens intellectus) que ya definitivamente marida una cosa y otra y separa a la Cristiandad latina de la ortodoxa y del Islam. Pues si Occidente no solo no lleva al patíbulo a los gays, como prescribe el Evangelio, sino que los ordena obispos en la Iglesia anglicana, es porque generación tras generación los teólogos han ido elaborando y reelaborando el discurso original, cosa que no han hecho ni los ortodoxos (vid. Putin) ni los musulmanes, razón última de su encaje disfuncional en el mundo de hoy. Por ello, piénsenlo dos veces antes de afirmar que la duda llega a Europa con Descartes y que es filosofía y no teología.

Cayó por fin la Monarquía Universal (que no Imperio) y hasta un crítico feroz de España como Fausto Reinaga admite que la suerte de los nativos fue a peor. Por supuesto. La independencia inauguró el apartheid. A los nativos el bautismo no les hacía ya iguales en vida y hacienda a los criollos. Y empezó el largo camino hacia la liberación. Fue primero Marx, que no es otra cosa sino un filósofo de la izquierda hegeliana, es decir, un hijo de la Ilustración alemana y del bautismo; luego el indigenismo, el indianismo, los teóricos de la descolonización, Fanon, Césaire, Memmi...hasta que en 1952 el pueblo rompió aguas y pudo volver a entrar en la capital de la República donde los criollos le habían prohibido la entrada.

Todo eso trae causa de que una Reina visionaria, ante un reto inédito en la historia de Occidente -el encuentro con el pagano- decidiese extenderle a éste la ciudadanía castellana por la vía de la religión y hacerlo no como Bizancio con Rusia, solo a través de la liturgia, sino de todo el acervo espiritual que va con ella: Aristóteles, Agustín, Anselmo...la civilización occidental, en definitiva, única que lleva en sí misma la legitimidad y aun la obligación de cuestionarse sin límites sus propios fundamentos.

En cuanto a las misiones, las derrumbó la Desamortización, hasta que otro jesuita, el Padre Roth, también arquitecto, llamado por el Padre Plattner S.J., restauró todo lo restaurable hace de esto unos cincuenta años, y recuperó un archivo de música barroca oculto durante casi un siglo.

Visiten las misiones, vean y oigan por sí mismos. Hay sonatas, ricercares, óperas, pastorales...lo que quieran, todo ello compuesto tal y como costó más de dos mil años pulir los doce tonos de la escala, de Aristóteles a Bach. Es algo único en Occidente y la refutación de que la fusión entre nativos y blancos aniquiló a los primeros. Al contrario. La fusión se produjo, se sigue produciendo y da excelentes resultados. Contra toda evidencia ese sincretismo religioso y laico lo trajeron aquí los bárbaros católicos del Sur, raza evidentemente degenerada, fanática y cruel que descuartizaba indios y les hacía comer brasas de hoguera, entre otros tormentos. Al menos eso dijo John Milton y en latín, que a la gloria de haber escrito ese peñazo que es El Paraíso Perdido, junta la de haber "denunciado", al dictado de Oliver Cronwell, los horrores del papismo hispano en un panfleto cuyo título es Manifiesto contra las depredaciones de los españoles. Pasados ya los siglos le disculparemos a Milton -al fin y al cabo era ciego- y, entrando en alguna de las iglesias locales, nos dejaremos llevar por la emoción mientras el coro entona en latín, chiquitano o español algún madrigal que a lo mejor se inspiró en Tallis, Dowland o Gibbons.

En fin: Todo esto se me ha ocurrido en esta Navidad tropical del hemisferio Sur, ante la contemplación de iglesias, museos, cabildos indígenas en pleno funcionamiento y hasta un órgano del siglo XVIII mantenido desde entonces por la misma familia en un rincón de la antigua Monarchia Universalis, rara institución, poco comprendida y mal estudiada, pero que plantea, aun hoy, enigmas irresolubles. Si de verdad era tan atrasada y cruel es obvio que las técnicas francesas para asentar poblaciones en el Sahel y las rusas en Asia Central hubiesen debido de avergonzar a todos los españoles por los siglos de los siglos. Pero yo ni veo a los chadianos o malianos tocando a Allegri ni a Tomasi en orquestas populares ni a los kirgises, uzbekos o tayikos administrando sus municipios con cabildos propios. Digo a los supervivientes, pues se calcula que el proceso de asentar el nomadismo en las llanuras de Asia se llevó por delante a un tercio de la población. Sigo: si la explotación era feroz y la renta estaba tan mal repartida, ¿cómo es que cuando se retiró España de América aquellas tierras fueron capaces de convertirse en el 40% de todas las exportaciones de Inglaterra, primera potencia económica de la época? No se preocupen, hago ya la pregunta final. Si los peregrinos del Mayflower iban repartiendo jamones de Virginia y Biblias a los indígenas nativos ¿Cómo es que sus descendientes viven encerrados en reservas y estos de Bolivia han llegado al Palacio Presidencial?

Yo les contesto: porque la Reina Isabel les extendió el bautismo, que contiene, aunque ustedes no lo crean y yo no tenga tiempo ni espacio para desarrollarlo, a Marx, Engels, Lenin, Gramsci, la teología de la liberación y, por supuesto, Mozart, Haydn, Ravel, Shakespeare y hasta Donoso Cortés y el Holocausto.

Por cierto: Feliz Navidad.

He venido a pasar la Navidad en el Oriente de Bolivia, más precisamente en el hilo de reducciones jesuíticas que va desde Santa Cruz de la Sierra hasta la frontera de Brasil, y que cubre el territorio de lo que se llama Chiquitania, hoy Patrimonio Mundial de la Humanidad. Lo que queda de las reducciones paraguayas, argentinas o peruanas son ruinas; las chiquitanas por el contrario están vivitas y coleando, -diríamos mejor sonando y cantando, pues albergan algo más de nueve mil partituras de música barroca que los naturales del país se encargan de mantener vivas con el testimonio de su interpretación-. Los nativos construyeron los instrumentos, en ocasiones hasta compusieron las partituras, y las interpretan habitualmente en el curso de su vida cotidiana.

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