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Donald Trump, el “gran mago” que hipnotiza a EEUU

Donald Trump es un “gran mago”. Alguien capaz de transformar la realidad cambiando la percepción que las personas tienen de ella. Lo explica el hombre que predijo todos sus éxitos

Foto: Simpatizantes de Donald Trump pasan ante un evento de campaña de Clinton en Orlando, el 21 de septiembre de 2016 (Reuters).
Simpatizantes de Donald Trump pasan ante un evento de campaña de Clinton en Orlando, el 21 de septiembre de 2016 (Reuters).

Donald Trump es un “gran mago”, dice el dibujante Scott Adams, creador de la tira cómica Dilbert. Un “gran mago” es alguien capaz de transformar la realidad cambiando la percepción que las personas tienen de ella. Alguien con una capacidad de persuasión excepcional porque recurre a la hipnosis: utiliza palabras escogidas para influir en nuestro subconsciente. Lo que en otras épocas llamaríamos “hechizo” y se castigaría con la hoguera, sería hoy un método poco explorado para alcanzar la cumbre del éxito.

La teoría de Adams habría quedado relegada a las barriadas de internet, a un foro de curiosidades, sino fuese porque lleva ya más de un año haciendo predicciones que, hasta ahora, se cumplen. Adams vaticinó desde el principio que Trump sería el candidato a la presidencia de EEUU, cuando nadie se lo tomaba en serio y analistas respetados tuvieron que comerse, literalmente, sus columnas. Desde entonces analiza casi diariamente la capacidad de sugestión del candidato. Esta sería, más o menos, su teoría:

'Cuando criticas a Trump por ser vago en sus políticas, deberías saber que es intencional. Los espacios vacíos se dan para que tú los rellenes con lo que creas que sea una gran idea'

Olvídense por un momento de la información, las cifras y las encuestas; del contexto, la experiencia, los paralelismos y los gráficos en forma de parábola. El raciocinio es útil pero insuficiente, un instrumento raquítico si lo comparamos con el abismo de supersticiones e instintos que nos definen desde hace decenas de miles de años. Los grandes magos lo saben y operan a ese nivel: saben que la mente humana reacciona mejor a las imágenes vívidas y que las emociones, no los hechos, mueven el mundo.

El “gran mago” original de Estados Unidos fue un psiquiatra llamado Milton H. Erickson, nacido en 1901. Erickson fue un reconocido psiquiatra, especialista en terapia familiar e innovador de la hipnosis. No la hipnosis de la televisión, donde varias personas se quedan dormidas y un señor de negro con barba de puñal hace que bailen o canten mientras duermen. La hipnosis como una manera de hablar con el subconsciente para sanar traumas enraizados en las profundidades, inaccesibles al raciocinio.

Erickson creó escuela. Sus discípulos desarrollaron la técnica en varias direcciones; dos de ellos, John Grinder y Richard Bandler, crearon la “programación neurolingüística” (NLP, por sus siglas en inglés): un método capaz, según ellos, de plantar ideas en el cableado neurolingüístico de una persona para curarle una depresión o hacer que tenga éxito en la vida. La NLP ha sido ampliamente desacreditada como “pseudociencia”, pero se extendió como el fuego en el mundo de la autoayuda.

Los herederos más evidentes de esta corriente son los gurús de la autoayuda. El más importante y rico de todos ellos es Tony Robbins, el “mago más poderoso del mundo”, en palabras de Scott Adams. Robbins representa la quinta esencia del “life coach”: el “entrenador vital” que te enseña a ser feliz mediante la sugestión: “Dado que he estado en esos entornos, aprendí rápido cómo meterme en el cerebro de alguien, descubrir qué les limita, romper ese límite y hacerles avanzar de manera que no estén en su propio camino, y maximizar su actuación”, explicó Robbins.

placeholder People, including U.S. Democrats living in Mexico, watch a television broadcast of the first presidential debate between U.S. Democratic presidential candidate Hillary Clinton and U.S. Republican presidential nominee Donald Trump, in a restaurant in Mexico City, Mexico September 26, 2016.  REUTERS Carlos Jasso
People, including U.S. Democrats living in Mexico, watch a television broadcast of the first presidential debate between U.S. Democratic presidential candidate Hillary Clinton and U.S. Republican presidential nominee Donald Trump, in a restaurant in Mexico City, Mexico September 26, 2016. REUTERS Carlos Jasso

Robbins aprendió el NLP siendo alumno del creador, John Grinder, y desde entonces emplea su “magia” en las más altas esferas. Nelson Mandela fue cliente suyo, la todopoderosa presentadora Oprah Winfrey, los tenistas André Agassi y Serena Williams, Leonardo DiCaprio y hasta la Madre Teresa. El presidente Bill Clinton llamó a Robbins para pedirle consejo en el momento más duro de su administración: la noche antes de su 'impeachment' en 1998. Hoy Robbins viaja en jet privado, posee un resort en las Islas Fiji y ha ganado 480 millones de dólares dando consejos, según Forbes.

Hay otros “grandes magos” que han aprendido técnicas de sugestión mediante la palabra, como Bill Gates o el rapero Kanye West, según Adams. El problema es que sólo un mago puede identificar a otro mago. Y aquí entra el creador de Dilbert: Adams fue alumno de Paul Clement, otro discípulo de Erickson, y es un “hipnotista” entrenado. Estudió técnicas de persuasión para conocer mejor el universo corporativo y afilar el impacto de su comic estrella, Dilbert, y ha escrito libros al respecto.

Hasta aquí el somero repaso de esta visión, orillada y esotérica, llena de huecos, atrapada entre la obsesión por el éxito, la burbuja de la autoayuda y los cuentos de brujas. Hasta que llega la campaña presidencial de 2016 y las predicciones de Adams se van cumpliendo.

“El momento en que me di cuenta de que había algo especial fue durante el primer debate”, declaró Adams a The Wall Street Journal. Cuando la presentadora arrinconó a Trump recordándole un puñado de insultos misóginos que había usado contra diferentes mujeres (“cerda gorda”, “perra”, “animal asqueroso”), este respondió evocando una imagen nítida y bien definida: “Sólo Rosie O’Donnell”. “[La imagen visual] es tu sentido más poderoso”, dijo Adams, “y era una persona, lo más visual de todo, porque el cerebro está adaptado a las caras y a la gente. Y él sacó toda la energía de la sala, hizo una bola y la mandó hacia la broma de Rosie O’Donnell, y desinfló todo el asunto”.

El dibujante dice que limitarnos al raciocinio es como ver la realidad en “2D”, porque los magos juegan en una tercera dimensión, subliminal y difícilmente perceptible. Por eso, según su teoría, mientras la galaxia de profesores, analistas y expertos se empeña en describir a Trump como un cohete en llamas a punto de desintegrarse en la atmósfera, el dibujante ha sabido prever, etapa a etapa, el éxito del magnate.

placeholder Republican U.S. presidential nominee Donald Trump talks to campaign manager Kellyanne Conway in the spin room after his first debate against Democratic U.S. presidential nominee Hillary Clinton at Hofstra University in Hempstead, New York, U.S. September 26, 2016. REUTERS Jonathan Ernst
Republican U.S. presidential nominee Donald Trump talks to campaign manager Kellyanne Conway in the spin room after his first debate against Democratic U.S. presidential nominee Hillary Clinton at Hofstra University in Hempstead, New York, U.S. September 26, 2016. REUTERS Jonathan Ernst

La manera de hablar de Trump ha sido muy estudiada: cuando hace una entrevista, las respuestas no suelen superar el minuto, el límite de tiempo medio en que una persona puede escuchar sin distraerse. El 70% de los vocablos que utiliza son monosílabos, palabras germánicas livianas y fáciles de entender. El Boston Globe comparó los discursos de los precandidatos según la escala de dificultad lectora Flesch Kincaid. El discurso de Trump lo puede entender un niño que aún no ha cumplido nueve años. El magnate usa frases cortas que acaba con una palabra impactante, maneja el estilo imperativo y personaliza los diálogos, como un vendedor atisba tu vida personal.

Y su estrategia comunicativa seguiría los patrones de la sugestión. Una técnica de hipnotista es decirte una palabra y ver cuáles son tus microreacciones: si apartas la mirada o se te enrojecen las mejillas, si te rascas la cocorota o se te encienden los ojos. En función de las palabras que funcionan, elabora un esquema para persuadirte. Trump habría hecho lo mismo, sólo que, en lugar de con un paciente, lo hace con audiencias millonarias a través de la televisión. Fue así cómo derrotó a sus contrincantes republicanos: creando imágenes potentes para cada uno de ellos. Probaba el eco de los insultos en televisión y en internet; luego se centraba en los más eficaces para plantarlos en la mente del público: “Low energy” para Jeb Bush o “Lying Ted” para Ted Cruz.

Con Hillary Clinton ha empleado varias; la más utilizada es “Crooked Hillary”, una voz que significa, a la vez, “corrupta” y “envejecida”. “No se han usado [estos adjetivos] antes en el área política, así que son novedosos. No es como llamarle a alguien Hitler, o progre, o las cosas que has oído en el pasado”, dice Adams.

Otro método es la alusión. “Cuando criticas a Trump por ser vago en sus políticas, deberías saber que es intencional”, escribe el dibujante. “Los espacios vacíos se dan para que tú los rellenes con lo que creas que sea una gran idea. Para un mago experto, cuanto menos diga, más te gusta. El mago deja que tu cerebro llene los espacios en blanco con tu sabor favorito de genialidad”.

Y “pacing and leading”: “estimular y liderar”: “Trump siempre ocupa la posición extrema en cuestiones de seguridad nacional, incluso si esas posiciones son inconstitucionales, poco prácticas, malvadas, o algo que el ejército rechazaría hacer. La gente normal ve esto como una situación peligrosa. Los persuasivos entrenados como yo lo llaman ‘estimular y liderar’”. Primero, Trump se coloca en el extremo, hacia donde arrastra el debate político. Cuando las emociones se desbordan y medio país se echa las manos a la cabeza, Trump es libre para recular o moldear esa fuerte impresión.

El blog de Adams contiene muchas más observaciones hipnóticas, incluyendo hechizos por parte de la campaña de Clinton, que usó sabiamente el término “oscuro” para etiquetar a su rival. Es un recomendable viaje sensorial de campaña, escrito con cierto resabio, con una fría, o esquiva, cualidad moral, e imán de miles de trolls. Este domingo, Adams anunció su apoyo a Donald Trump como futuro presidente de EEUU.

Donald Trump es un “gran mago”, dice el dibujante Scott Adams, creador de la tira cómica Dilbert. Un “gran mago” es alguien capaz de transformar la realidad cambiando la percepción que las personas tienen de ella. Alguien con una capacidad de persuasión excepcional porque recurre a la hipnosis: utiliza palabras escogidas para influir en nuestro subconsciente. Lo que en otras épocas llamaríamos “hechizo” y se castigaría con la hoguera, sería hoy un método poco explorado para alcanzar la cumbre del éxito.

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