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Suecia abre sus fronteras porque quiere promover a los zapateros remendones

El Gobierno sueco busca paliar de golpe varios problemas, reduciendo los residuos y el consumismo mediante la promoción de las reparaciones. ¿Y quiénes las harán? Los solicitantes de asilo sin empleo

Foto: Un refugiado chequea su teléfono móvil en una antigua estación de esquí convertida en campamento en Riksgransen, Suecia, en diciembre de 2015 (Reuters)
Un refugiado chequea su teléfono móvil en una antigua estación de esquí convertida en campamento en Riksgransen, Suecia, en diciembre de 2015 (Reuters)

Estocolmo ha bosquejado en sus presupuestos generales para 2017 una carambola que pretende golpear a las bolsas de la ecología, el empleo y la integración de los refugiados. El objetivo es, con una serie de medidas fiscales, tratar de poner coto al consumismo de usar y tirar, y promover las reparaciones. Con esto se lograría promover un consumo más responsable, pero también la empleabilidad de personas sin una formación profesional específica, que encontrarían oportunidades laborales en este nuevo nicho. En este grupo entran muchos de las decenas de miles de peticionarios de asilo que han llegado al país desde el año pasado y que luchan por ajustar el paso al de una sociedad muy distinta.

El Gobierno de Suecia, una coalición de socialdemócratas y verdes, ha incluido en las cuentas para el próximo ejercicio que el IVA de una reparación de ropa, calzado y hasta de bicicletas se reduzca del 25 por ciento actual al 12 por ciento. Además, los contribuyentes podrán desgravarse a partir de 2017 la mitad del coste de la mano de obra de arreglar sus electrodomésticos.

El viceministro de Finanzas sueco, Per Bolund, consideró en declaraciones al diario sueco Sydsvenskan que ésta es una fórmula para "eliminar las barreras" y contribuir a que "las personas puedan actuar de forma sostenible". El responsable de Mercados Financieros y Consumo en Estocolmo, uno de los seis ministros verdes en el Ejecutivo sueco, se mostró convencido de que los consumidores quieren cambiar ciertas pautas. Por eso, argumentó, cada vez tiene más aceptación la comida orgánica y el comercio justo. Pero los ciudadanos necesitan muchas veces incentivos para dar el salto. A partir de ahora "será más barato ser sostenible y más caro emitir" gases contaminantes, afirmó el político a través de Twitter.

Estas medidas tendrán, según las previsiones del gobierno, una consecuencia inmediata. El aumento de la demanda de ciertas profesiones. Técnicos, zapateros, sastres y trabajadores manuales. Esto puede resultar una oportunidad para reincorporarse en el mercado a aquellos suecos en paro y que carezcan de formación. Pero éstas profesiones no son precisamente habituales en la economía sueca. Con una tasa de desempleo baja y en descenso -del 6,6 por ciento el pasado agosto- y una población volcada mayoritariamente en los estudios superiores, estos nuevos trabajos podrían encajar mejor dentro del rango de capacidades de muchos de los refugiados que han llegado al país en los últimos años. Con más de 160.000 peticiones de asilo sólo en 2015, Suecia es el socio europeo que más refugiados por habitante ha acogido en la presente oleada. Su integración es ahora un reto titánico.

Una medida relativamente barata

"Mucha gente que ha venido a Suecia ha tenido experiencia o negocios en sus países de origen arreglando electrodomésticos u otros aparatos. El mercado de trabajo sueco tiene grandes carencias en este tipo de empleos que no requieren una educación académica superior, pero éstos podrían crecer rápidamente", explicó Bolund a la cadena de televisión estadounidense CNN. Entre los refugiados hay gente de toda condición: entre los sirios abundan por ejemplo los titulados, pero en general destacan los que carecen de formación académica, sobre todo entre los procedentes de Afganistán, Irak y Somalia.

Según las previsiones del ejecutivo el coste de estas medidas no será demasiado grande. Las bajadas del IVA supondrán que el estado dejará de recaudar unos 270 millones de coronas suecas, algo más de 28 millones de euros. Las deducciones fiscales, por su parte, supondrán unos 190 millones de coronas suecas, cerca de 20 millones de euros.

La robusta situación financiera de Suecia permite este tipo de ayudas. El gobierno estima que la economía nacional repuntará este año en torno a un 3,5 por ciento y prevé obtener un superávit fiscal de 7.400 millones de coronas suecas, unos 771 millones de euros. La ministra de Finanzas sueca, Magdalena Andersson, lo resumía recientemente así: "Tenemos el mayor crecimiento económico en la región, el desempleo está cayendo y el gran déficit que heredamos al llegar al gobierno ha sido básicamente borrado del mapa".

Las propuestas para los presupuestos generales de 2017 -que se aprobarán definitivamente el próximo diciembre- forman parte de una estrategia más amplia del Gobierno rojiverde en Suecia para fomentar el desarrollo sostenible y el consumo responsable. Bolund ha denunciado que a pesar de que las emisiones de gases contaminantes que su país arroja a la atmósfera han descendido de forma notable en los últimos años, las emisiones ligadas al consumo se han elevado. "Desde mi punto de vista, no se trata necesariamente de consumir menos, sino más bien de tener en cuenta qué consumimos y cómo lo consumimos. Se trata de cambiar el consumo", apuntó.

Estocolmo ha bosquejado en sus presupuestos generales para 2017 una carambola que pretende golpear a las bolsas de la ecología, el empleo y la integración de los refugiados. El objetivo es, con una serie de medidas fiscales, tratar de poner coto al consumismo de usar y tirar, y promover las reparaciones. Con esto se lograría promover un consumo más responsable, pero también la empleabilidad de personas sin una formación profesional específica, que encontrarían oportunidades laborales en este nuevo nicho. En este grupo entran muchos de las decenas de miles de peticionarios de asilo que han llegado al país desde el año pasado y que luchan por ajustar el paso al de una sociedad muy distinta.

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