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Venezuela me impidió la entrada y aún no sé el motivo
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Venezuela me impidió la entrada y aún no sé el motivo

El periodista español expulsado de Venezuela, donde planeaba cubrir marchas opositoras y chavistas, asegura que cumplió “todos los trámites” y aun así “fue imposible lograr la autorización”

Foto: Aitor Sáez, periodista español, durante una retransmisión desde Venezuela.
Aitor Sáez, periodista español, durante una retransmisión desde Venezuela.

Un periodista nunca debe ser noticia. Por eso, en el último año cubriendo la crisis venezolana, quien escribe nunca se colocó en el centro del debate político, ni expresó su opinión sobre la situación del país. Mucho menos publicó informaciones hirientes. El domingo, sin embargo, se convirtió involuntariamente en noticia por haberle denegado el ingreso a un país. Las dos últimas ocasiones había entrado con la misma documentación, incluso entregándola en el Consulado a destiempo. Ésta vez, además, cumplía los plazos.

Al aterrizar al aeropuerto de Maiquetía (Caracas) y ser preguntado en el control migratorio sobre la ocupación, la respuesta fue clara: “periodista”. Por recomendación de varios compañeros venezolanos y en cumplimiento con el deber frente a las leyes bolivarianas, este redactor nunca ha tratado de ocultar el objetivo de sus visitas a Venezuela.

Era la sexta vez desde las elecciones legislativas de 2015 que viajaba a Caracas. En esta ocasión, con el objetivo de cubrir la marcha opositora y chavista de este lunes y realizar varios reportajes sobre el aumento de esterilizaciones y la puesta en circulación de los nuevos billetes. Así lo detallaba la carta de dos páginas firmada por el canal público alemán Deutsche Welle, televisión para la que en esta ocasión iba a trabajar como su colaborador.

El pasado lunes 16 había entregado la documentación completa (diez páginas) y en el plazo requerido (cinco días hábiles antes del ingreso) en el Consulado de Venezuela en Bogotá. El miércoles, la funcionaria encargada del caso me comunicó que había recibido la aprobación verbal del Ministerio de Comunicación. Sólo faltaba la autorización escrita por parte del Ministerio de Exteriores, que nunca respondió.

Durante la cobertura de la situación en Venezuela, este periodista siempre ha mantenido un perfil bajo con la intención de preservar su parcialidad profesional, pese a que la extrema polarización dentro y fuera del país dificulta cada vez más esa premisa

A mi regreso a Bogotá, la misma funcionaria del Consulado siguió sin poderme dar explicaciones sobre el motivo de por qué se había paralizado el trámite de autorización, que ni siquiera fue denegado. La propia funcionaria ha reconocido que en ningún momento me recomendó no viajar, y que es la primera vez que dejan sin respuesta el proceso de acreditación de un periodista. Hubiese sido impensable viajar para la TV pública alemana con una autorización rechazada.

En las dos últimas visitas (noviembre y diciembre) como enviado de Mediaset, nunca había viajado con dicha autorización. Tampoco nunca había tenido mayores inconvenientes para ingresar en el país. En noviembre, después de tres horas retenido, finalmente liberaron mi entrada. En aquella ocasión, la marcha opositora prevista para el día siguiente, se había suspendido horas antes.

Esta vez la marcha seguía convocada y tras una hora retenido a la espera de “recibir autorización del Ministerio de Exteriores”, el personal del SAIME (servicio migratorio) me comunicó que había sido “inadmitido”, entregándome una carta de expulsión concluyendo que: “No cumple los requisitos para ingresar al país”. Durante mi traslado desde la Aduana hasta la zona de embarque, ningún funcionario del SAIME concretó los motivos de la expulsión. Luego, pese a la insistencia en hablar con algún encargado, nadie apareció.

placeholder Aitor Sáez trabajando en Caracas durante la grabación de un reportaje.
Aitor Sáez trabajando en Caracas durante la grabación de un reportaje.

Durante la espera de siete horas hasta la salida del vuelo de regreso este redactor estuvo custodiado por tres agentes de la Policía Nacional Bolivariana y un miembro de seguridad de Avianca, aerolínea con la que viajaba. El trato con los agentes fue cordial y de total colaboración, excepto cuando el periodista se negó a dar su dirección en Colombia, una petición en la que los policiales tampoco insistieron. De nada sirvieron las gestiones de la Embajada española, la Embajada alemana, así como las denuncias de los medios venezolanos y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) por redes sociales.

Hasta el último momento pensé que se podría revertir la situación, como había sucedido en noviembre con la corresponsal de TVE en Bogotá, a quien finalmente permitieron entrar tras largas horas. En el último año habían expulsado a siete periodistas extranjeros, entre otros de 'Le Monde', Al Jazeera o el 'Miami Herald', la mayoría de ellos al intentar entrar días antes de una marcha opositora. Uno nunca piensa que será el siguiente.

Muchos de los medios afectados han denunciado enérgicamente esta obstaculización a la labor periodística y han recibido réplica por parte de Caracas, en muchos casos alegando falta de documentación o inexistencia de trámite alguno. En mi caso, el Ministerio de Comunicación aseguró a EFE que "el procedimiento de autorización no había culminado”. La pregunta es, ¿por qué aun cumpliendo todos los requisitos dentro del plazo, no expidieron esa autorización? No deja de ser, a final de cuentas, una decisión arbitraria, independientemente de seguir o no los trámites requeridos.

Durante este año de cobertura de la situación en Venezuela, este periodista siempre ha mantenido un perfil bajo con la intención de preservar su parcialidad profesional, pese a que la extrema polarización dentro y fuera del país dificulta cada vez más esa premisa. En estos momentos, la mayor preocupación de quien escribe es la posibilidad de volver a entrar a Venezuela, país donde tras tantas visitas se ha forjado un vínculo cercano tanto profesional como personal. El mayor deseo es poder seguir realizando la labor periodística a la que todos tenemos derecho. Siempre, cumpliendo con las exigencias del país, por complejas que resulten, como este periodista ha venido haciendo.

Un periodista nunca debe ser noticia. Por eso, en el último año cubriendo la crisis venezolana, quien escribe nunca se colocó en el centro del debate político, ni expresó su opinión sobre la situación del país. Mucho menos publicó informaciones hirientes. El domingo, sin embargo, se convirtió involuntariamente en noticia por haberle denegado el ingreso a un país. Las dos últimas ocasiones había entrado con la misma documentación, incluso entregándola en el Consulado a destiempo. Ésta vez, además, cumplía los plazos.

Nicolás Maduro Medios de comunicación RTVE