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Dos años de 'Califato': el ISIS retrocede, pero sigue siendo letal
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Dos años de 'Califato': el ISIS retrocede, pero sigue siendo letal

Para poder seguir gobernando los territorios que aún controla, la organización debe golpear en el exterior. Para países como Turquía, es un bumerán que vuelve sin ser llamado

Foto: Bombardeo de la coalición internacional contra posiciones del Estado Islámico en Manbij, en la provincia siria de Alepo, el 16 de junio de 2016. (Reuters)
Bombardeo de la coalición internacional contra posiciones del Estado Islámico en Manbij, en la provincia siria de Alepo, el 16 de junio de 2016. (Reuters)

El reciente ataque en el aeropuerto Atatürk de Estambul, saldado con más de 40 muertos y casi 250 heridos, es el último episodio de violencia sufrido por Turquía pero dista mucho de ser solo un mero incidente más en una lista que parece no tener fin. Son ya ocho los atentados masivos perpetrados en Turquía en lo que llevamos de año, con cerca de 300 víctimas mortales y con unas consecuencias gravísimas tanto en el plano político como en el económico. La organización Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, en inglés) vuelve a estar bajo los focos como posible causante del atentado, según informaron ayer las autoridades turcas. Sin embargo, la dirección política del Ejecutivo turco, liderado por Recep Tayyip Erdoğan, no debe evitar el escrutinio politológico si queremos encontrar respuestas a la situación vivida por Turquía en los últimos años.

El Estado Islámico está en retroceso en Siria e Irak. En los últimos meses, la organización terrorista (y proto-Estado) ha perdido más del 40% de su territorio en Irak y se encuentra ante una ofensiva dispuesta a arrebatarle Raqqa, su autoproclamada capital en Siria. Allí, las Fuerzas Democráticas Sirias (una alianza de fuerzas kurdas, árabes y asirias) han penetrado por el flanco sur en uno de los principales bastiones del Estado Islámico, Manbij, y prosiguen su ofensiva hacia la provincia de Al-Raqqa. La pérdida de Manbij va camino de convertirse en el enésimo golpe a la organización, puesto que verá interrumpida su ruta de abastecimiento entre la frontera turca y Raqqa. En Irak, recientemente las fuerzas gubernamentales liberaron Faluya del yugo del Estado Islámico, y solo Mosul resiste como principal ciudad bajo el control del ISIS.

El proyecto del Estado Islámico se basa en la gobernanza de los territorios que controla, donde la moral en las filas de la organización está resentida

Si bien la elaboración de ataques suicidas es una táctica empleada por el ISIS desde sus inicios (especialmente en situaciones asimétricas contra sus enemigos), la pérdida de control sobre su principal espacio de actividad -Siria e Irak- ha obligado a la organización a acentuar su perfil terrorista para no perder por completo su perfil 'gubernamental'. El proyecto del Estado Islámico se basa, esencialmente, en la gobernanza de los territorios que controla y de la gente que los habita. La moral en las filas de la organización está sin duda resentida, las hordas de yihadistas internacionales que acuden a su llamada son cada vez más escasas y su capacidad de gestión del día a día y la socialización de la población están heridas de muerte.

En dicho escenario, el ISIS ha encontrado en Turquía un campo fértil donde realizar operaciones suicidas. Mediáticamente, consigue paliar sus derrotas en Siria e Irak, aporta moral a los adeptos que empiezan a dudar de su capacidad y liderazgo e intenta sacar rédito de una sociedad con cada vez más grietas. No nos engañemos, Turquía se encuentra hoy en día en una situación de polarización social extrema, con una economía ralentizada (la industria del turismo va a sufrir una caída sin precedentes) y con varios grupos dispuestos a hacer todo el daño posible. Ante semejante caos, el único beneficiado es el presidente Erdoğan, que puede mantener su campaña de supresión de libertades individuales bajo el pretexto de las múltiples amenazas terroristas que sufre el país.

El Estado Islámico no es el único enemigo al que el Ejecutivo turco debe hacer frente. Las operaciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se han recrudecido en el último año en todo el este y sur de Turquía, a lo que se suma la reaparición del grupo Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), que ha reivindicado la autoría de algunos atentados que buscaban vengar a las víctimas del desproporcionado asedio de los militares turcos en ciudades como Diyarbakir o Midyat.

placeholder El presidente turco, Recep Tayyip Erdo?an, habla en el funeral de un soldado muerto en un ataque del PKK, en agosto de 2015. (Reuters)
El presidente turco, Recep Tayyip Erdo?an, habla en el funeral de un soldado muerto en un ataque del PKK, en agosto de 2015. (Reuters)

Turquía usa a los yihadistas, y viceversa

Turquía ha venido operando en múltiples frentes internacionales y domésticos con intenciones a menudo contradictorias, con el único objetivo de sacar rendimiento político a corto plazo. Este hecho no es una novedad: la enorme mayoría de dirigentes políticos mundiales -por desgracia- operan con cálculos rapaces, forjando alianzas o tomando decisiones que se muestran amenazantes en el medio plazo y claramente hostiles a largo plazo. Recep Tayyip Erdoğan busca jugar a la diplomacia con la Unión Europa, Israel e incluso Rusia, ejercer mano dura contra el movimiento kurdo y cualquier tipo de disidencia a nivel doméstico, y paliar los efectos adversos de su temeraria política en Siria, que se traduce en múltiples células del Estado Islámico en territorio turco. En mi opinión, una orientación política excesivamente contradictoria como para disuadir a aquellos que quieren herir al país.

Por un lado, desde que el Ejecutivo turco colocó al presidente Bashar al Asad en el punto de mira tras el levantamiento popular en Siria, Erdoğan ha insuflado recursos y munición a la principal milicia salafista del país, Ahrar al-Sham, manteniendo una actitud absolutamente permisiva ante el tráfico de militantes del ISIS a través de la frontera, con la intención de desestabilizar al régimen y alimentar sus intereses en territorio sirio. La total complacencia del Ejecutivo turco con el Estado Islámico durante buena parte del conflicto en Siria tenía como fin poner palos en las ruedas a la expansión de las milicias kurdas (YPG/YPJ) en el norte de Siria, fenómeno que se entendió como la verdadera amenaza a la estabilidad e intereses de Turquía. Sin embargo, cuando Turquía decidió poner fin a la debilidad de su frontera, la enfermedad también había metastatizado en su territorio, en forma de decenas de células a las que las fuerzas de seguridad turcas no están pudiendo frenar.

Para cuando Turquía había decidido poner fin a la debilidad en su frontera, la enfermedad había metastatizado en su territorio en forma de decenas de células yihadistas

Pero el cortoplacismo es arriesgado en semejante tablero. Turquía ha intentado combinar esa permisividad ante el Estado Islámico con una brutal presión sobre el sur del país -de mayoría kurda-, y con un acercamiento diplomático a la Unión Europea y, más recientemente, Israel. Del mismo modo que Turquía ha utilizado al ISIS como herramienta para alcanzar un fin político determinado en Siria, el Estado Islámico está utilizando a Turquía para sus propios intereses. Las alianzas tácitas se parecen a un bumerán que vuelve sin ser llamado.

El sangriento atentado de este martes es un contundente aviso a navegantes. Un recordatorio de que Turquía está pagando las consecuencias de su tibia política frente el avance del Estado Islámico y de que la política a corto plazo -armas mediante- es altamente traicionera. Ante semejante sensación de amenaza permanente, Turquía requiere una orientación política más cooperativa, menos beligerante y, sobre todo, más democrática.

Este 29 de junio se han cumplido dos años de la proclamación del 'Califato' por parte del Estado Islámico de Irak y Siria. Dos años en que la violencia ha sido el día a día de millones de sirios e iraquíes, y en los que varias sociedades europeas se han visto fuertemente sacudidas, provocando el pánico y la polarización social y política. Turquía es una pieza clave para que el próximo 29 de junio sea el aniversario del primer año sin el Estado Islámico. Y hoy se encuentra en esa encrucijada.

*Gabriel Garroum es politólogo residente en Estambul y experto en el Estado Islámico.

El reciente ataque en el aeropuerto Atatürk de Estambul, saldado con más de 40 muertos y casi 250 heridos, es el último episodio de violencia sufrido por Turquía pero dista mucho de ser solo un mero incidente más en una lista que parece no tener fin. Son ya ocho los atentados masivos perpetrados en Turquía en lo que llevamos de año, con cerca de 300 víctimas mortales y con unas consecuencias gravísimas tanto en el plano político como en el económico. La organización Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, en inglés) vuelve a estar bajo los focos como posible causante del atentado, según informaron ayer las autoridades turcas. Sin embargo, la dirección política del Ejecutivo turco, liderado por Recep Tayyip Erdoğan, no debe evitar el escrutinio politológico si queremos encontrar respuestas a la situación vivida por Turquía en los últimos años.

Atentado aeropuerto Estambul Califato
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